Wanda Nara, en Buenos Aires: 44 días de escándalos

El miércoles leí una noticia que me tranquilizó: Wanda Nara se fue de Buenos Aires. Y después de una pelea con Maxi López, su boda con Mauro Icardi, otra pelea con Maxi y un nuevo tatuaje de su actual marido, parece que vamos a poder descansar.

A la virgen hasta el casamiento le encanta figurar y a veces no queda claro si sus problemas son problemas o sólo tiene la necesidad de contarlos, de trasmitirlos por las redes sociales, de llorarlos. Desde que se separó así intempestivamente del primer futbolista poco tardó en encontrar al segundo futbolista, que a su vez poco tardó en tatuarse su cara angelada en su antebrazo. Así las cosas...

En ocho meses, a Wanda le pasó de todo: dolor por la separación, amor incontrolable por un nuevo hombre, peleas por la tenencia de los tres hijos que tuvo con Maxi y, por último, una nueva unión que devino en más problemas con su ex pareja. ¡Ah y no nos olvidemos de la publicidad de Pepsi! Las celebrities viven más intensamente que los normales. Eso está claro. Ella en ese tiempo pensó que era hora de volver a dar el sí y lo dio… Pero no en una isla desierta con sus íntimos o sin una fiesta porque ya había tenido una seis años atrás, para nada, llamó a la misma wedding planner e hizo una gran celebración con vestido blanco incluido (¿no es que el vestido blanco se usa sólo una vez?), con una sola grieta: se olvidó de invitar a su fan… Y sí, se quedó sin fan.

Para tamaña osadía -esa, de casarse por segunda vez- la tuitera viajó a Buenos Aires antes de la fecha para preparar todo. En casi dos meses de presencia en tierra argentina nos llenó las tardes de folklore. Primero, tuvo problemas para entrar al país por los pasaportes de sus pollitos, después se enfermaron. A los pocos días empezó el tole tole por las pujas con López -quien ¿por suerte? también estuvo en Buenos Aires al mismo tiempo que su ex. Y fue ahí que aparecieron los protagonistas invisibles y tomaron la palabra: los abogados. Por Maxi, los primos Andrés y Manuel Beccar Varela y por Wanda, la gran Ana Rosenfeld, la preferida de los famosos.

Wanda decía que Maxi no quería ver a sus hijos, él era interceptado noche tras noche en Tequila. En eso ella tenía razón y así lo demostraba la prensa del corazón: Maxi es un Don Juan.

La mujer de Icardi lloró en televisión, en Twitter y en radio para poder compartir su fiesta soñada con Valentino, Constantino y Benedicto y Maxi cedió. Ellos tenían que pasar una temporada con el padre pero ese tiempo coincidía con la boda de Wanda y Mauro y ella quería que sus pequeños estén acompañándola. Hicieron un acuerdo y el primer futbolista dejó a sus chicos pasar dos días con su madre para celebrar el casamiento con el segundo futbolista.

Pero cuando parecía que se venía la paz... ¡guerra! El festín terminó con la policía y gritos en la puerta de la casa que antes compartían y ahora es de Wanda e Icardi.La desgracia não tem fim...

En ese contexto, las versiones. Los Beccar Varela cuentan una historia, Rosenfeld, otra. Las contradicción empasta la realidad. No hay nada claro sobre los permisos, la tenencia y la cuota de manutención de la prole López-Nara.

Más peleas. Los pollos, presos del tire y afloje de sus padres y los medios bastante hastiados de tanta ensalada de matices. Por suerte, la novela cambió de jurisdicción. Primero Maxi López se tomó su avión a Italia. Y, como si Wanda nunca dejará de estar tras él, le siguió ella. Pero no sin antes invadir el aire con más conflictos. La blonda se fue como llegó: con problemas con los pasaportes de sus hijos. Fueron 44 días en Buenos Aires. Esperemos que en su próxima visita, la ahora señora de Icardi traiga un poco más de calma. Aunque no creo que eso pase porque Wanda es Wanda gracias a sus escándalos. ¿Ustedes no se cansaron un poco de Wanda Nara?

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