Vuelve Susana Rinaldi con mirada retrospectiva
"Tiempos de mal vivir", espectáculo creado por Susana Rinaldi, con la cantante, la actriz-cantante María Cristina Láurenz, la voz de Inés Rinaldi, junto a los músicos Juan Alberto Pugliano, Juan Esteben Cuacci y Walter Ríos. En el Teatro San Martín.
Un halo de nostalgia del paraíso, un soplo de pena por el bien perdido, un decidido regreso hacia los tiempos lerdos y confiables flota en el ambiente sin que ni el despliegue escenográfico, lumínico o coreográfico pueda esconder el estado de ánimo que atraviesa las canciones de estos "tiempos de mal vivir" rescatados por Susana Rinaldi.
La intención de este recorrido quiso ser testimonial, pero el testimonio anida en los viejos poetas del tango. Ellos llegan aquí como quien anuncia que no hay antinomias entre aquellas otras jornadas de tribulación y estos días de náusea.
Cátulo Castillo habla de un Dios lejano porque "todo es cuento, todo es vil", en el tango "Desencuentro" (que no es un fracaso amoroso sino del hombre con la misma vida). Y muestra la traición de ese "trompo gigante de la nada" (la tierra) que lo sume en una soledad sin piedad, en "Trompo azul".
Contursi muestra la desolación, el olvido y el llanto en su "callejón sin luz" y su "noche sin final" en el tango "Garras" . Y pinta en la "Milonga de mis amores" su cansancio de todo frente a ese progreso que "ha destrozado toda emoción en mi arrabal".
No obstante, el hilo conductor se corta y se vuelve a anudar sin que aparezca lo verdaderamente contestatario que prometía "Tiempos...".
Quizá porque Borges denuncia en sus versos de "No hay cosa como la muerte", una ominosa ausencia nuestra: "se acabaron los valientes/y no han dejado semilla".
Los otros versos
Es la palabra -tejida en versos- el meollo de "Tiempos de mal vivir".
Lo paradojal está en que cuando aparecen nuestros poetas o versificadores contemporáneos flaquea y desfallece la propuesta.
Son estos vates quienes recurren a generalidades, al pasaje anecdótico, a la ocurrencia vana, a la nadería, los que imprimen otro sello.
Repasar, por ejemplo, nuestra historia en "Pazzia" con versos tan triviales como "Perón, la plaza y el balcón"..."Frondizi, el narigón", o esbozar más adelante "hoy todo el mundo está jugado" (?!) es como renunciar a ser testigos mediante una poesía capaz de retratar una realidad que se debate entre furtivas, hipotéticas conquistas personales y rotundos fracasos colectivos.
En medio de ellos Susana Rinaldi ha colocado modelos de poesía sentimental como la que Chico Novarro dedica al "Cordón" (largo y pisoteado cinturón/de una ciudad que va creciendo a gritos), y la que cantan Guzmán-Mandy al lejano Buenos Aires ("Decime cómo está").
"Tiempos de mal vivir" pareciera apuntar más a los sufrimientos personales que a los males sociales, salvo en el sketch dedicado a la basura, sin duda lo más endeble en texto y representación.
Si fuera la soledad el núcleo el gran acierto estaría dado por los dos temas "La foule" (prestigiado por Edith Piaf; ese valsecito nuestro "Que no se sepa mi sufrir") junto con "Y la vida va" que hablan de la pérdida del ser amado.
La puesta
Otra cosa es la plasmación escénica de "Tiempos de mal vivir".
Es allí donde Susana Rinaldi alcanza las más espléndidas conquistas de su creación.
Con una escenografía de grandes telas oscuras (¿ominosas?) suspendidas, una certera iluminación, y desplazamientos excelentemente sincronizados de grupo instrumental, cantantes y bailarines, Susana se mueve a sus anchas.
Salvo alguna coreografía de tentativa alegoría y endeble simbiosis con el canto, las interpretaciones del folklore por Inés Rinaldi y la de algún tango por María Cristina Láurenz atrapan por su gracia. Y su grupo instrumental es sólido, imaginativo y generador de excelentes climas.
Susana canta mejor que nunca. Y sabe alcanzar cúspides de antología, como "Desencuentro", "Naranjo en flor" (que debiera no bailotear), "Melodía de arrabal", "Como dos extraños", "Trompo azul", "Fuimos"... Hasta su don histriónico (que admite la desmesura incluso en los tangos antiguos) juega con soltura y con esa garra envidiable de las mejores cantantes.
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