Vuelve Jack Ryan, el espía que atraviesa todas las épocas
Si la literatura de Ian Fleming le dio al mundo de los espías el glamour y los dry martinis, y la de John Le Carré el oscuro y áspero realismo de la contrainteligencia británica, Tom Clancy imaginó en su Jack Ryan el fervor patriótico de la Guerra Fría bajo la grisácea silueta de un prolijo oficinista. Ex marine herido en ejercicios de la OTAN, exitoso corredor de bolsa, competente empleado de la CIA, cerebral historiador y brillante analista de la inteligencia militar, la figura de Ryan ha atravesado la carrera de Clancy como hacedor de best sellers y ha sellado para siempre su mentada imaginería en el thriller de espionaje militar. ¿Quién mejor que esa elusiva silueta que ha transitado desde los años del Muro hasta el 11-S, que ha enfrentado a la KGB y a los invisibles operadores detrás del terrorismo de Medio Oriente, para alimentar las complejas tramas de espionajes cibernéticos que definen a estos tiempos de crisis geopolítica y paranoias diseminadas?
La nueva serie de Amazon Prime Video , Tom Clancy’s Jack Ryan, cuya primera temporada estará disponible este viernes, lleva por primera vez a la pantalla chica al Ryan que ya hemos conocido en varias películas y bajo diferentes rostros: desde un jovencísimo Alec Baldwin (La caza del Octubre Rojo), pasando por el eterno "buen norteamericano" Harrison Ford (Juego de patriotas y Peligro inminente), hasta el infinitamente cuestionado Ben Affleck (La suma de todos los miedos), o el reciente Chris Pine (Código sombra: Jack Ryan), en la versión más teen del famoso agente. Ahora quien le da vida es John Krasinski , quien sigue en alza tras él éxito, como actor y director, de Un lugar en silencio, y está dispuesto a demostrar que puede sacudirse de una vez por todas su papel de Jim en The Office. Su enigmática hidalguía parece la indicada para este modesto analista freelance convertido en héroe transnacional en plena era Trump, renacido como salvador del mundo en el epicentro de conflictos cada vez más mesiánicos y evanescentes.
Creada por dos egresados de Lost, Carlton Cuse y Graham Roland, la nueva versión de Jack Ryan se desprende de la letra de las sucesivas novelas para recrear los rasgos del personaje en renovadas aventuras. Liberados de las exigencias de toda adaptación, los ocho capítulos que estrena Amazon –la serie ya fue renovada para una segunda temporada– concentran en los comienzos de la carrera de Ryan, mucho antes de convertirse en director de la CIA o incluso en presidente de los Estados Unidos. Como en cada una de las películas, este Ryan también parece sintonizar con los tiempos que corren y lo vemos partir desde las oficinas de Langley hacia Yemen para conducir unos interrogatorios a sospechosos de estar vinculados con Estado Islámico en Oriente Medio. Sujeto a la sobreexposición mediática del tiempo de las redes sociales y a las intrigas políticas de la era globalizada, Ryan es peón y estratega de las acciones, cerebro de las intrigas y agente leal de los métodos, siempre al servicio de un bien que, como en cada época, parece cambiar rápidamente de signo. Amparados en esa imagen de hombre común dotado de inteligencia y sentido de la oportunidad, Cuse y Roland sumergen a Ryan en un escenario de permanente tensión, siguiendo los pasos de Clancy y haciendo escuela a partir de ellos.
"Ryan nunca había escuchado una sesión tan intensiva de Bach y decidió que el famoso compositor alemán sabía lo que hacía. El antiguo oficial de los marines se relajó y se dispuso a dejarse llevar por la música. Al parecer, Hungría era un país que valoraba su legado musical; si la orquesta deslizaba alguna falla, Ryan no lo notaba. Y el director tenía el aspecto de estar en brazos del amor de su vida, a juzgar por la expresión extática que iluminaba su rostro.". Así describe Clancy a su personaje en Clave Red Rabbit (2002), seducido por ese "otro mundo" pese a estar todavía inmerso en la paranoia anticomunista que definió a sus aventuras durante la Guerra Fría. Hijo de un policía y una enfermera, aprendiz sagaz de todas sus funciones –desde aquellas que se dirimen en el campo de batalla hasta aquellas que se llevan a cabo en mesas de negociaciones–, Ryan es hombre de intelecto pragmático e insistente percepción, capaz de medirse con la vitalidad de su enemigo, figura clave de todas las ficciones, y quien en esta nueva versión no resulta una excepción.
Convencido del advenimiento de un nuevo Osama bin Laden, Jack intenta convencer a sus jefes en la CIA de su persistente corazonada. Desde el inicio sabemos que su némesis será Musa Bin Suleiman (Ali Suliman), un sirio libanés sospechado de contactos con el terrorismo que lentamente impregna la serie de su propia historia. Como ocurrió en la reciente The Night Manager, basada en la famosa novela de John Le Carré, la historia de un exsoldado británico devenido en gerente nocturno de hoteles lujosos es también la de su misterioso enemigo, un maquiavélico traficante de armas. Allí como aquí, los héroes solo existen como exactas medida de sus villanos, cuyas vidas se expanden a contrapelo de toda ley y moral. Jack se adhiere a su "otro" en tanto erradica todo distanciamiento posible, compartiendo temores y cavilaciones, sentimientos y ambiciones.
"Amazon nos dio el tiempo y los recursos para contar la historia en la escala de una película, y esa era la manera en la que Graham Roland y yo queríamos hacerlo. Como contrapartida, fue todo un desafío logístico filmar los ocho episodios en tres continentes, con cuatro directores diferentes y, a menudo, dos (y, a veces, tres) equipos de filmación rodando al mismo tiempo. Cuando estábamos haciendo Lost, era el programa con los guiones más complicados del mundo. Jack Ryan es una extensión lógica de aquella apuesta", contó Carlton Cuse a The Hollywood Reporter. La ambición de la serie en términos de producción le permite explorar todas las aristas del personaje, tanto las trabajadas a fondo por Clancy como las apenas insinuadas. En esa encrucijada, este nuevo Ryan es tanto un nerd aficionado a números y contraseñas que llega a Langley en bicicleta como un héroe de acción con experiencia militar, capaz de sortear los peligros más impensados. Su destreza para combinar ambas tareas es, en gran medida, la llave para su éxito.
Reflejo de las tensiones del escenario contemporáneo, este nuevo Jack Ryan define su tono y la dimensión de sus aventuras en consonancia con la época, marcado por la pluma de su creador y lanzado a la conquista de una ficción que, en tanto personaje, siempre le pertenece.
Los muchos rostros de Jack Ryan en el cine
Alec Baldwin en La caza del Octubre Rojo (1990)
Estrenada en los coletazos de la Guerra Fría y con el trasfondo de la perestroika, La caza del Octubre Rojo funciona menos como una película de acción que como un verdadero thriller de espionaje. Ryan aquí es una figura ligera y carismática, que comienza a ascender en las filas de la CIA y se gana un lugar porque logra descubrir que las motivaciones de los hombres son más concretas y terrenales que las de los Estados. Dirigido por John McTiernan y con Sean Connery como comandante de un submarino ruso rebelde, Alec Baldwin funciona como un estratega sagaz, artífice de un juego de inteligencia en el que siempre resulta triunfante.
Harrison Ford en Juego de patriotas (1992)
Ahora Ryan no solo se ha convertido en un verdadero héroe de acción sino que tiene un enemigo más definido. Un terrorista del IRA (el malísimo Sean Bean) planea un asesinato político en las calles de Londres y será el exagente de inteligencia, ya retirado de la CIA y ejerciendo como historiador en la Academia Naval, el encargado de detenerlo. Ford aporta un rostro menos canchero y más mundano, que recuerda al de su personaje en Búsqueda frenética de Polanski, en la que su esposa desaparece misteriosamente en un hotel de París y él se la pasa toda la película tras su pista. Atrapado en conflictos personajes antes que por la intrincada política internacional, este Ryan se enfrenta a sus propios fantasmas al mismo tiempo que sortea varios peligros en el camino.
Harrison Ford en Peligro inminente (1994)
Primero fueron los residuos del comunismo, luego los terrorismos locales, ahora le llegó el turno al narcotráfico internacional. En plena década de los 90, la lucha contra el tráfico ilegal de drogas ha generado connivencias y complicidades en los mismos despachos de Langley. Ryan vuelve a tener el rostro del bueno de Ford pero ahora debe pelear contra enemigos internos. De regreso en la CIA deberá enfrentarse a una conspiración puertas adentro, que se vale de los capos de la droga para generar sus propios negocios. Nuevamente dirigida por el australiano Phillip Noyce –como Juego de patriotas– repite la estrategia de la acción en detrimento del suspenso y hace de su agente un héroe capaz de enfrentarse a sus colaboradores más cercanos incluso a expensas de su carrera.
Ben Affleck en La suma de todos los miedos (2002)
Esta versión quedará en la historia del cine por dos razones: por haberse estrenado apenas un año después de los atentados del 11-S, contagiada de esa paranoia en la que cualquiera puede ser el enemigo, y por tener a uno de los más resistidos Jack Ryan: Ben Affleck. Dirigida por el guionista Phil Alden Robinson, es la más floja de todas las películas inspiradas en el personaje de Clancy. En principio los enemigos parecen ser los rusos, pero luego resulta que son unos tardíos fanáticos del nazismo que sueñan con una tercera guerra mundial. Ya lo saben: nada es lo que parece. Ni siquiera Jack Ryan, un joven y algo inexperto agente que descubre el complot después de haber permitido una brutal explosión nuclear.
Chris Pine en Código sombra: Jack Ryan (2014)
Como la nueva serie de Amazon, esta película tampoco está basada en una novela puntual sino que sigue los lineamientos generales del personaje y los adapta a los tiempos actuales. Es la versión más joven del espía y explora las razones que llevaron a su salida del cuerpo de Marines. Ahora el problema ya no es el terrorismo ni el narcotráfico, sino el desplome de una economía como la de Estados Unidos cuyo devenir resulta rector del mundo. Los rusos vuelven a ser algo así como los villanos pero la clave es la humanización de Ryan, desde sus contradicciones entre su rol en inteligencia y sus acciones de espionaje, hasta la relación con su novia, interpretada por Keira Knightley. El pobre agente también tiene derecho a enamorarse.
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