Vivió en la calle, recuperó la visión y un “alma solidaria” le salvó la vida: cómo está Palmiro Caballasca
Instalado en Villa Gobernador Gálvez, aquel alumno de “Señorita maestra” cuenta cómo fueron sus horas más difíciles; sus problemas de salud y el pedido para volver a trabajar
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“Esta mujer valiente y un médico humanitario me salvaron y mejoraron mi vida”, dice Palmiro Caballasca (Alejandro Lamarque, en su DNI), aquel alumno histriónico de Jacinta Pichimahuida, “la maestra que no se olvida” y autor del “me ‘hirve’ la cabeza” cuando algún ejercicio en clase no le salía como pretendía.
La “mujer valiente” que menciona Palmiro es Noelia, quien se comunicó con él en el peor momento de su vida. Ella es ciega y allá por el mes de mayo de 2020, en plena pandemia de coronavirus, escuchaba en la pantalla de Crónica TV cómo Caballasca le contaba todos los dramas que padecía al conductor Diego Moranzoni. “¿Sabés cómo se dio eso? –explica Palmiro a LA NACION-: le pedí a varios amigos y a mi hij que le escribieran por Instagram a Moranzoni y a Mauro Viale, que yo sabía que me iban a prestar atención. Y se dio. Los dos se acercaron con las cámaras adonde yo vivía en San Vicente, porque no le puedo llamar casa. Desde hacía un par de años estaba viviendo en la miseria, en algo que improvisé con maderas, cartones y bolsas de plástico como pude. Venía mal, llegué a eso porque tuve que vender la posesión de lo que era mi vivienda porque no tenía laburo ni para comer y terminé en la indigencia”.
Caballasca confiesa que no le da vergüenza contar detalles de cuál era su real situación: “Hacía mis necesidades en un tacho, comía lo que conseguía. Y todo se agravó aún más el día que estaba mirando un partido de fútbol y empecé a ver doble las líneas blancas de la cancha. Eso fue en aumento, se complicó y en poco tiempo casi no podía ver mis manos, solo un flash como si tuviera de frente las luces altas de un auto. Me asusté mucho, me caí, me fracturé un brazo, me hice ver en el Hospital Santa Lucía. El diagnóstico fue “cataratas”, estaba ciego. Me iban a operar, luego se complicó, me sentí desahuciado, pero milagrosamente llegaron a mi vida Noelia y el doctor José Arrieta, un oftalmólogo de primer nivel mundial”, describe hoy este hombre de 59 años, que asegura que en un momento pensó que no iba a encontrar soluciones y que su vida corría serios riesgos.
En ambos programas de televisión brindó el número de un sencillo teléfono celular que había podido conseguir “para estar conectado con alguien por lo menos, como él lo define”. Y recibió cientos y cientos de mensajes y llamados, muchos prometiéndole soluciones, un techo, trabajo y muchas cosas más, pero nada se concretaba finalmente. “Yo me ilusionaba, pero después me daba cuenta de que nada más me hacían perder el tiempo”, aclara.
Hasta que Noelia, un alma humanitaria de verdad, se conectó con él. Ella reside en Villa Gobernador Gálvez, a treinta kilómetros de Rosario. Primero fue un mensaje, luego una larga charla. Ella le dijo que era ciega y que la conmovió que él estuviese atravesando una dificultad similar en una situación tan difícil en cuanto a su vivienda y forma de vida. Charlaron horas, se contaron todo y mantuvieron un contacto online que se fue fortificando cada día más…
“Volví a ver mis manos”
Además del llamado y la solidaridad de esa mujer, Palmiro recibió la ayuda científica del reconocido oftalmólogo José Arrieta gracias al llamado que le hizo en vivo en su programa Diego Moranzoni, que lo conocía porque era su paciente. El médico no sólo se comprometió a verlo. En su clínica de Buenos Aires le hicieron los estudios necesarios, lo operó sin cobrar honorarios, y Caballasca luego de la intervención recuperó la vista.
Con simpleza, así explica el doctor cómo logró que vuelva a ver: “Padecía cataratas en ambos ojos de forma más que avanzada, que es muy frecuente en pacientes diabéticos sin control metabólico. Y en escaso tiempo pueden causar ceguera. La operación consistió en colocarle un Lente Intraocular Multifocal plegable de última generación que nos donó el Laboratorio Rayner del Reino Unido. De esa manera se corrigió su catarata, su visión lejana, intermedia, cercana y su presbicia. Apenas salió del quirófano ya veía, es una intervención muy simple. Juntos, él y todo nuestro staff vivimos una emoción muy grande porque es una persona muy querida que nos alegró la infancia”.
Palmiro, aturdido y feliz, repetía antes de salir del sanatorio: “Volví a ver mis manos y ahora puedo saber quiénes me ayudaron porque los estoy viendo. No sé cómo agradecerles”. Claro que no fue la única alegría que recibió allá por mediados de 2020 post operación. De inmediato llamó a Noelia, su nueva amiga y sostén, y juntos sonrieron a la distancia. La comunicación entre ambos fue aumentando y eso hizo crecer la relación. Hasta que un día ella lo invitó a pasar las fiestas de Navidad en su casa de Gobernador Gálvez. Allí se conocieron de manera personal y compartieron muy lindos momentos. Hasta que ella le ofreció su casa como nuevo hogar para que tuviera contención y una nueva oportunidad en la vida.
Hogar, dulce hogar
Caballasca se quiebra cuando habla con LA NACION: “Es que estaba perdido, creéme. Y apareció en mi vida gente increíble: Mauro Viale que me escuchó, Diego Moranzoni, que hizo lo mismo y además llamó al doctor Arrieta. Y Noelia que me abrió su casa, me dio un techo que yo no tenía, me escuchó, me socorrió como nadie lo hizo. Te juro que no tengo palabras. Pensé que todo iba a terminar mal en mi vida y ahora tengo esperanzas”.
¿Cómo está hoy en lo laboral? La respuesta es: complicado. “Mirá, yo trabajaba de remisero y llegué a tener en mis tiempos más o menos potables una camioneta que está guardada en un taller en San Vicente y necesito traerla para acá. Si alguien se anima a traerla en un remolque o andando que me llame a mi celular: 11-6651-2968″, ruega, como un pedido para volver al trabajo cuanto antes.
Sin embargo, la recuperación de su salud es primordial. “De a poco trato de que mi salud mejore. No puedo estar mucho tiempo parado porque me duelen las piernas por el frío que padecí viviendo a la intemperie. Necesito material aislante para el techo de chapa de la casa porque en invierno gotea por el frío y en verano te sofoca el calor. Quien pueda colaborar será bienvenido, sólo pido ayuda para devolverle a esta familia todo lo que me dio”, suplica. Obviamente, una pregunta se mete: “¿Si quiero volver a actuar? Fue una etapa muy linda, pero también la siento muy lejos. Pasaron muchas cosas en mi vida. Hoy elijo concentrarme en mi presente, que pretendo mejore día a día”.
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