"Vivimos una gran crisis,¡casi todo está roto!"
Blanca Isabel Alvarez de Toledo
"Vivimos preocupados por la educación de los chicos, ¿pero quién educa a los adultos? Porque si los adultos dejan de aprender pierden lo que ya saben y, lo peor, no pueden formar a las nuevas generaciones", reflexiona Blanca Isabel Alvarez de Toledo, fundadora y presidenta de la Academia del Sur.
Comenzó a hacerse la pregunta cuando estudiaba Filosofía en la Universidad de Buenos Aires y pudo ver que los grandes maestros –que abundaban en el país– raramente tenían un contacto fluido con el público. "Vivían aislados, ocupados en sus investigaciones, y a su vez, el hombre común, aunque interesado, sentía temor de acercarse", agrega.
"Un buen día me recibí, pero dejé la Universidad con la sensación de que tenía algo muy importante por hacer: crear un espacio de encuentro para establecer un diálogo. ¿Cómo tendría que ser ese espacio? Por supuesto, de una gran libertad y tolerancia, un espacio neutral donde nadie tuviera temor a expresar lo que sentía ni de aprender de los demás. Esas eran mis ideas cuando en 1991 me fui de vacaciones a Punta del Este."
–¿Qué pasó?
–Algo fundamental: di el primer paso. Organicé el curso La Divina Comedia desde nuestro Sur, que dictó la doctora Silvia Magnavacca, una especialista, y que tuvo una concurrencia notable. Alentada por la experiencia, al volver a Buenos Aires organicé un programa de cursos atractivos que incluían al profesor Jaime Barylko disertando sobre la Cábala judaica, al padre Ignacio Pérez del Viso tratando un tema apasionante: la revalorización católica de Martín Lutero, el creador del protestantismo. Por otra parte, el recordado Delfín Leocadio Garasa, un gran amigo que me alentó siempre, habló sobre el cuento fantástico en la literatura latinoamericana. La participación de Barylko fue un acontecimiento por otro motivo.
–¿Cuál?
–Jaime era una personalidad muy importante, pero casi exclusiva de los ambientes académicos hebreos. Nunca había enseñado en instituciones cristianas, por ejemplo, y al aceptar integrar nuestro programa creó una ráfaga de aire fresco. Significó, además, el desarrollo de otra inquietud de nuestra academia: el diálogo interreligioso. De todos modos, si examina brevemente nuestro claustro de profesores observará que la apertura es total: Elisa Rey, Gregorio Klimovsky, Juan José Sebreli, Marcos Aguinis, Mirta Arlt, Beatriz Sarlo, Patricia Pasquali, Alicia Dujovne Ortiz, María Eugenia Valentié, etcétera.
–¿Cómo ve la situación actual del país?
–Vivimos una gran crisis, ¡casi todo está roto! Instituciones, valores, el inventario es francamente desastroso. Pero en vez de enumerar lo que todo el mundo sabe le voy a explicar mi teoría para mejorar las cosas. Siempre pienso en los israelíes que se quedaron sin nada, sin tierra, dispersos por el mundo. Todo lo que tenían era un libro: la Biblia. Y a partir de la Biblia fueron reconstruyendo todo hasta formar una nación establecida. ¿Qué tenemos nosotros? ¡Un patrimonio cultural fabuloso! Entonces, la tarea es reconstruir a partir de ese patrimonio, lograr que no se pierda y que entre en contacto con la gente. Es decir, siempre volvemos a la idea fundacional de la academia: acercar, dialogar, para que todos podamos aprovechar productivamente lo que tenemos.
–¿Cómo se financia la Academia del Sur?
–Parte de nuestros cursos son gratuitos, y la falta de dinero es una visita antipática que siempre llega sin avisar. Por suerte, contamos con las ocurrencias de un personaje increíble, el licenciado Nicolás Joost Newbery –presidente de la Comisión de Amigos de la Academia del Sur–, que siempre organiza algo: bailes, conciertos, eventos de todo tipo. Tenemos fundadas sospechas de que en este mismo momento Nicolás está organizando un gran concierto para noviembre... pero no quiere hablar. Según María Lanusse, mi mano derecha, Joost Newbery es un entusiasta infatigable.
Meditación
Tengo una casa de campo en Punta del Este, cerca de San Carlos, donde mi actividad principal es pintar. Mi primer maestro fue Luis Felipe Yuyo Noé. Comienzo cuando sale el sol y, al rato, el tiempo y las preocupaciones se hacen a un lado y pintar se transforma en una forma de meditación. Los protagonistas de mis telas son ovejas y pavos de corral, la fauna de mi casa.
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