La querida y prestigiosa actriz dirige Nos dijeron que íbamos a ser reinas, que recorre la vida de cuatro mujeres artistas: Victoria Ocampo, Niní Marshall, Lola Mora y Alejandra Pizarnik; planea una maratón de obras de su adorada amiga María Elena Walsh, habla sobre la televisión y un desnudo que hizo en cine, en los años 60
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“Me gustan las obras esperanzadas, textos acariciadores, que te abrazan, prefiero eso y es, en general, lo que hice”, dice Virginia Lago, siempre por la vereda de la poesía y del lado amable de la vida, no por ocultar bajo la alfombra el dolor sino por su vocación de sanar con el arte. Propulsora de proyectos –asegura que el 80 por ciento de lo que hace es autogestión–, dirige en la sala El Tinglado Nos dijeron que íbamos a ser reinas, una creación colectiva de las cuatro intérpretes y la directora sobre cuatro mujeres artistas e intelectuales argentinas: la escritora y editora Victoria Ocampo, la poeta Alejandra Pizarnik, la actriz Niní Marshall y la escultora Lola Mora.
Con la amorosa supervisión de Lago, un grupo de ex alumnas de actuación y compañeras de anteriores trabajos se enfocó en la búsqueda de material poético para la escena. Autobiografías, documentales, literatura, entrevistas y audios que las llevaron a decidir por estos nombres de mujeres muy distintas entre sí pero igualadas por el amor al arte, la pasión por hacer lo que querían y el riesgo de enfrentar dificultades. Una cantidad enorme de textos y de propuestas de cada una que la directora amalgamó y dio forma, después de una difícil selección.
“Mi rol como directora es escuchar a todas, tener en cuenta todo lo que dicen y proponen pero en algún momento hay que tomar decisiones. Estar a cargo de la dirección es ver la totalidad, no puede ser una anarquía, y encaminar hacia un determinado lugar. Lo que yo quería es que las cuatro fueran una, con una estética onírica, nada realista, un juego que no terminara nunca, y que la música, fundamental porque instala el espectáculo y ubica al público, enlazara todos los momentos, desde la infancia hasta el final”, dice Lago quien también imaginó el vestuario –muy etéreo, vaporoso, atemporal, en distintos colores–, realizado por Patricia Terán.
Las cuatro actrices son Stella Cazal (Lola), Sonia Grimberg (Niní), Gabriela Sintas (Pizarnik) y Paula Trucchi (Victoria) quien antes ya había sido dirigida por Virginia en Romeo y Julieta (2014) y por Héctor Gióvine en Don Arturo Illia (2012). “Me encanta dirigir, voy siempre a las funciones, me gusta cuidarlas, no es fácil estar en el escenario y es una obra difícil de hacer, un segundo es un año, todo está enlazado, no paran nunca. Estoy muy contenta con su trabajo”, dice Lago sobre Nos dijeron que íbamos a ser reinas, título que refiere a un poema de Gabriela Mistral, “Todas íbamos a ser reinas”, en el que la poeta chilena cuenta los sueños de cuatro niñas que vivían en un pueblito, que ansiaban ser reinas cuando fueran adultas, pero la vida las llevó por otros caminos y esfumó esa ilusión.
No es casualidad que la obra comience con una canción de María Elena Walsh porque es una constante para Virginia Lago: “No es una cábala, era, es mi amiga, me acompaña siempre, una genia de verdad, creo que no tenemos dimensión de lo que significa”, dice la actriz quien después de hacer el año pasado Gracias, María Elena, dirigida y acompañada por Héctor Gióvine, en el teatro Regina y en Mar del Plata –espectáculo por el que ganó el Estrella de Mar de Oro 2021– planea volver a ensayar con el músico Marcelo Álvarez Vivir en vos, unipersonal escrito por Javier Margulis basado en la vida y repertorio de la compositora y escritora, que dirige Rubens Correa, desde su estreno en 1987 y que fue repuesto en varias oportunidades.
“Yo salgo a baldear la vereda”, dice Lago que vive en una casa con jardín y muchas plantas en Parque Patricios. Sus vecinos son fans de hierro, al igual que mucha gente que pasa y al verla en la puerta, retrocede con el auto para preguntar “¿Virginia, sos vos?”. Desde los camiones también, de vez en cuando, le gritan “Vinito, Virgi” y a ella le encanta. Pegó fuerte su paso como presentadora del ciclo de cine Historias de corazón por Telefe, desde 2012 a 2015. No reniega de esa popularidad, al contrario, porque asume que acercó su nombre a los más jóvenes.
Un dato que seguramente muchos, no sólo los más jóvenes, desconocen es que 50 años antes del vinito para acomodarse en el sillón a hablar de cine en familia, se sacó la ropa en la película La sentencia (1964), con Emilio Alfaro y Enzo Viena, y dirección de Hugo del Carril: “¡Qué recuerdo imborrable! ¡Qué linda película! Tan joven, tan flaquita, no tenía ni 20 años. Hugo era una persona extraordinaria. Los técnicos lo amaban y lo respetaban, todos lo amábamos, no me cansaba de mirar lo que hacía, tan talentoso y con esa voz. Venía a buscarme a casa para llevarme al estudio. Un director de actores extraordinario. No supe valorar eso, era muy joven”.
–¿Cómo llegaste a ese papel protagónico?
–Me tomó una prueba, yo hacía mucha tele en ese momento y en cine ya había Alias Gardelito, de Lautaro Murúa, con Alberto Argibay y Walter Bidarte, y Los inconstantes, de Rodolfo Kuhn. En la década del 60 se filmaba mucho.
–¿Cómo fue la filmación del desnudo?
–Me cuidaban mucho, en esa escena los hizo salir a todos, quedamos obviamente Emilio y yo, el camarógrafo y él, nadie más. ¡Después me vio todo el mundo! Éramos amigos con Emilio, impresionantemente buen mozo. Me dieron todos los premios. Competía con Tita Merello por el Cóndor como Mejor Actriz. Y ella, por la radio, dijo, amorosa: “¿pero vos que te creés, negrita, qué me vas a ganar a mí, quién sos vos, eh?”. Con amor, lo dijo. Y era verdad. La actriz más extraordinaria que tuvo la Argentina, sin ninguna duda, a mi manera de ver. También gané el del Instituto de Cinematografía, que era mucha plata. Y con eso fui con mis padres, que eran españoles, a España. Mi mamá nunca había vuelto, desde los 20 cuando llegó. Mi papá era distinto porque llegó a los 5, estaba naturalizado. Una experiencia enorme la de esa película. Me hablás de Hugo y lo quiere abrazar, un ser hermoso.
–Estás preciosa aunque tenías una tipo de belleza distinto al de esa época, más cercano al actual.
–Sí, porque se usaban otras lindas, no me maquillaba, usaba el pelo lacio, no batido, no era linda, según ese estilo de moda. Nunca me gustó verme en pantalla, recién con el tiempo, para recordar personas queridas.
–¿Por qué dejaste de hacer cine con esa frecuencia?
–No aparece la oportunidad. Hice Los bastardos, de Pablo Yotich, un director joven, pero todavía no se estrenó. No sé, algunos me quieren y otros no me quieren.
–¿Quiénes no te quieren?
–Nooo, quise decir que no les intereso, no insisto. En la televisión tampoco hay mucho trabajo que digamos. Extraño la televisión de antes, con muchas ficciones de todo tipo, tiras, unitarios, ciclos de teatro.
Prima hermana de la legendaria Zully Moreno, tía de Fabiana García Lago (hija de su hermana Dorita y del actor Juan Carlos Galván), Virginia Lago estuvo por última vez en una ficción en la tevé en 2017, cuando compuso la terrible villana Myriam Cohen de Kaplan en Amar después de amar (ADDA) por Telefe. En el rumbo de Historias de corazón, el año pasado tuvo una columna de difusión cultural en la TV Pública y antes, en plena pandemia, grabó un spot para enseñar a usar la tarjeta de débito a los adultos mayores. Este año todavía no tiene nada confirmado si bien hay dos proyectos de distinto tipo dando vueltas: por un lado, una tira para Pol-ka, y, por otro, en la TV Pública, un ciclo de conducción, Reconocernos, para recorrer el país entrevistando artistas, poetas, artesanos, con producción de Claudia Armani. “Tengo buena relación con la gente, me gusta hablar con ellos y descubrir qué hacen. Pero por ahora, no hay novedades, está parado”, dice.
–¿Volverías a dar clases?
–Sí, tengo ganas. Hace unos cinco años que no lo hago. Teníamos una escuela en Boedo, que después continuó mi hija (la actriz y directora Mariana Gióvine) pero cerró el año pasado, no se pudo mantener, bah, nosotros no pudimos. Me gusta mucho, lo extraño y lo hago bien, tengo que buscar el lugar. Me gusta que lean teatro, una obra por semana mínimo, ¿a quién no le hace bien? aprendemos, crecemos, se le puede dedicar un ratito cada día.
–En el teatro público, dirigiste en el San Martín entre 2012 y 2014 (La Farolera y Romeo y Julieta) y en la Orestes Caviglia, del Cervantes, lo último fue tu actuación en El Ángel, sobre Federico García Lorca, en 2002. ¿Te interesan esos espacios?
–Sí, pero yo no pido, propongo. Llevé hace un tiempo Bodas de sangre, de García Lorca, que me apasiona, al San Martín y Jorge Telerman me dijo que ya lo tenía. Le dije a las chicas (las actrices de Nos dijeron que íbamos a ser reinas) que tenemos que hacer Lorca y yo actúo también.
–Bernarda Alba es un papel para vos
–Se hizo tantas veces... Me lo ofreció José María Muscari, al poco tiempo de morir Norma Pons. Pero es muy oscura para mí, no me gusta hacerla. Bodas de sangre es dura pero es muy poética. Me gustan las obras esperanzadas, textos acariciadores, que te abrazan, prefiero eso y es, en general, lo que hice.
–¿Algún deseo en particular sobre espectáculos?
–Una maratón de obras basadas en María Elena, hay muchas, durante un mes. A la gorra, como hice Violeta viene a nacer, en los 90, sin competir, juntarnos para ella. Hay que festejar todo lo que nos dio.
–Siempre te mostrás agradecida con la vida
-Sí, lo estoy. Quiero mucho a mi país. Fantaseo a veces con vivir Uruguay. Tengo muchos amigos, es un país respetuoso, delicado, viviría allá. Pero en Buenos Aires están mi casa, mis hijos, mis amigos. Será en otra vida.
PARA AGENDAR
Nos dijeron que íbamos a ser reinas, creación colectiva dirigida por Virginia Lago. Domingos, a las 20 en El Tinglado (Mario Bravo 948). Entrada: $ 1000.
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