Víctor Winer: "No es una buena noticia que Buena presencia siga vigente"
"No es una noticia positiva que la obra Buena presencia que la escribí a comienzos de los años 80 siga siendo tan vigente y tenga tanta actualidad. Como autor podríamos decir que sí pero como ciudadano definitivamente no", esas palabras son dichas por el dramaturgo Víctor Winer a propósito del estreno hace unas semanas de su obra en el teatro La Comedia y con la dirección a cargo de la consagrada Lía Jelin-fue responsable de la dirección de Toc toc y tiene actualmente además en cartel ¡No a la guita!, en la calle Corrientes-. Pensar que Buena presencia desborda de actualidad cuando fue escrita en 1981 supone al menos una gran reflexión. "La repetida historieta nacional" se agrega como epígrafe al afiche publicitario de la obra. Con esa idea como rectora, Jelin le sumó la audaz estética del cómic de Rep que dialoga con esta idea de historieta repetida, circular que tiene la realidad argentina. "La puesta que hizo Lía al respecto del cómic es un salto osado. Hay que tener una convicción fuerte para hacerla y tomar ese riego. Pero en realidad estos momentos en los que vivimos tienen algo de cómic. Es tan grueso, tan trágico lo que ocurre que parece surrealista", agrega Winer con la tranquilidad de haber dejado en buenas manos su pieza. A ellos se sumaron los cuatro actores: Esteban Prol -que ya había protagonizado junto a María José Gabin en la misma sala otra obra de Winer, Freno de mano-, Nacho Gadano, Néstor Caniglia y Manu Fanego.
Con una veintena de obras en su haber, premios y distinciones tales como el otorgado por la Casa de las Américas, el Florencio Sánchez, el Trinidad Guevara, el premio en el Concurso Internacional de Dramaturgia otorgado por la Universidad de Nueva York, entre otros, Winer se mantiene en ejercicio y acaba de terminar la escritura de dos obras, Los soviets de San Antonio, que dirigirá prontamente Mariano Dossena y que le llevó apenas tres meses escribirla porque la escuchó completa en su cabeza y Gran bazar, que le llevó cuatro años porque no lograba destrabarla.
-Solamente dirigiste una de tus obras, ¿no te gustó sumarle al rol de dramaturgo el de dirección?
-Dirigí Loteo, un unipersonal, y me fue bien pero el tesón y la persistencia que implica dirigir, sumado al trabajo de escribir para mí es mucho. Los ensayos, el contener a los actores...
-Pero se podría pensar que tu oficio es muy solitario y la dirección podría hacer de esa soledad algo más grupal.
-Sí, pero he tenido siempre grupos de colegas con los que trabajo. Muchos años atrás, tomábamos clases con Ricardo Monti, éramos un grupo formado por Eduardo Rovner, Mauricio Kartun y yo; ellos me llevaban diez años pero estudiábamos juntos. Buena presencia la escribí a los 27 años y ellos tenían mucha más lectura, más experiencia. Luego de autoegresarnos del taller de Monti formamos un grupo y nos reuníamos sistemáticamente, hemos editado algunos libros juntos y nos hacíamos devoluciones y, claro, compartíamos la comida y el alcohol. Duró varios años, fue muy bueno, me marcó mucho. Monti fue un maestro inigualable y ahora tomó la posta de ese rol tan importante Kartun.
-¿Cómo surgió la idea de Buena presencia?
-La escribí en el taller de Monti y partí más bien de una imagen: ver desde las manifestaciones que se hacían en aquella época que había oficinas que seguían trabajando. Yo no podía entender cómo cuando el mundo estaba ocupado en ir a la Plaza de Mayo se siguiera trabajando. Hoy está naturalizado pero de esa idea apareció este muchacho que se presenta a trabajar donde no fue convocado o que fue convocado a medias y escribí eso.
-¿De qué se trata?
-Me viene a la mente una palabra que yo años atrás de ninguna manera la tuve presente y es la meritocracia. Este muchacho que se presenta a trabajar en un lugar del que no fue llamado, el último día de la oficina y que incluso mata en nombre de alguien que todavía no lo tomó me parece de una ridiculez que al decir de Monti "si no fuera tan ridículo sería una tragedia". Y habla un poco de todo: quienes usufructuaron de un momento del país y están de salida y de aquellos que llegan tarde a sumarse a la fiesta. Como dijo Oscar Wilde, el arte imita a la vida, la vida imita al arte.
-No sabemos cuál es primero…
-Pero no ha sido la intención inicial; ni me enorgullezco ni me entristezco. Me parece que es vigente la obra. Pero el cómic la lleva a otro plano. Me parece una jugada muy importante de Lía. Una apuesta coherente que tiene que asimilarla el espectador. Me gustó. Me parece de alto riesgo y celebro que haya ido por más.
-¿Por qué pensás que sigue teniendo tanta actualidad?
-No soy escritor militante pero tengo obras que me piden continuamente y que son como un reflejo de nuestra sociedad. No es una buena noticia que Buena presencia siga vigente, como autor sí pero no como ciudadano. Han pasado casi cuarenta años y al igual que Freno de mano -estuvo en cartel a comienzo de este año en el mismo teatro- que sistemáticamente me la piden reflejan cosas distintas pero que dialogan con el presente. En el caso de Buena presencia una financiera que está cerrando, en el caso de Freno de mano un testigo falso de accidente que se quiere tirar abajo de un auto en Nueva York porque ahí vale más que en cualquier lugar del mundo.
Buena presencia, de viernes a domingos en el teatro La Comedia.
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