Narcos, la serie que bucea en el reino del zar de la cocaína
La historia de Pablo Escobar y del tráfico de drogas es el eje de esta nueva ficción con actores latinoamericanos, cuya primera temporada está disponible desde hoy en el servicio de streaming Netflix
RÍO DE JANEIRO.- "Plata o plomo" eran las alternativas que ofrecía Pablo Escobar a quien se pusiera en su camino para convertirse en el zar de la cocaína. Ni el dinero ni la violencia escasean en los diez episodios de la primera temporada de Narcos, la nueva serie de Netflix, disponible desde hoy, que se zambulle vertiginosamente en la historia del tráfico de drogas de la mano de uno de sus más célebres, coloridos y brutales protagonistas: el capo del cartel de Medellín.
Para contar los orígenes del enorme poderío que llegó a tener Escobar (1949-1993), la compañía de servicio de streaming acudió al renombrado director brasileño José Padilha, quien en sus documentales y películas (Ómnibus 174, Tropa de élite y la nueva versión de Robocop, entre otras) acostumbra tratar temas de drogas, violencia, política y desigualdades sociales con una mirada crítica y visualmente muy atractiva. Fiel a sus raíces en el documental, Padilha, quien no sólo dirigió varios de los episodios, sino que además fue productor ejecutivo de la serie, convenció a Netflix de filmarla casi íntegramente en Colombia, mitad en español, mitad en inglés, y mezclando escenas de ficción con mucho material de archivo.
"Para mí, la parte documental sirve siempre de soporte a la ficticia, que ayuda a hacer avanzar la narración. Hay muchos elementos en la vida de Escobar que son conocidos y que usamos como ejes, pero hay otros huecos donde se hizo necesario recurrir a la gente que estuvo involucrada o usar un poco la imaginación para entender la historia", comentó Padilha, quien antes de meterse de lleno en este proyecto ya había leído varios libros sobre el capo del cartel de Medellín y había visto la serie colombiana Escobar, el patrón del mal (2012).
Si bien en esta primera temporada la acción gira en torno a Escobar, encarnado por el también brasileño Wagner Moura, el relato está contado desde el punto de vista del agente de la DEA (Drug Enforcement Agency; Agencia para el Control de Drogas) estadounidense Steve Murphy, interpretado por el ascendente Boyd Holbrook. Tanto Murphy como su compañero de origen latino Javier Peña, personificado por el chileno Pedro Pascal, colaboraron con esta megaproducción, la segunda que Netflix realiza en América latina después de la reciente Club de cuervos.
"Me reuní varias veces con Murphy; es una suerte de leyenda en la DEA. Además, con Pedro Pascal, estuvimos entrenando con los cadetes de la DEA, practicando tiro, aprendiendo cómo se hacen los allanamientos y cómo mantener la calma en momentos de gran tensión. Tanto a Murphy como a mí nos importaba que no se glamourizaranada, ni a Escobar ni a los agentes de la DEA, sino más bien poder mostrar las complejidades de un lado y del otro. Lo que nos interesaba era contribuir al diálogo, al debate sobre el narcotráfico, sobre el daño físico que pueden causar algunas drogas, la violencia asociada al tráfico ilegal y la guerra antinarcóticos, la enorme cantidad de dinero que mueve y los vínculos que tienen los narcotraficantes con grupos terroristas, desde la guerrilla en Colombia hasta Al-Qaeda", explicó Holbrook.
Si esta primera temporada tiene éxito, habrá otras. La idea original era revelar algunos aspectos desconocidos de la historia del tráfico de cocaína, como que su producción empezó en Chile; retratar el boom que tuvo en los años 80 con el surgimiento del cartel de Medellín primero y el de Cali después, y cómo la violencia del narcotráfico se corrió a México con ramificaciones en toda América latina.
"Lo que me interesa es mostrar los errores de la política antinarcóticos de Estados Unidos al concentrarse en la oferta de cocaína. Los estadounidenses, y muchos otros países también, como Brasil, intentaron luchar contra las drogas impidiendo que fueran producidas y vendidas, sin ver que también hay un problema de demanda y de salud pública; el asunto fue enfocado desde un punto de vista policial-militar, de seguridad. Y esa política generó mucha violencia en América latina, donde se produce gran parte de la cocaína. Pero no se ocuparon de atacar el problema de la demanda", resaltó Padilha, quien no dudó a la hora de ofrecer el papel de Escobar a Wagner Moura, su amigo y "hermano" de profesión.
Moura reconoce que no sabía prácticamente nada de Escobar, pero se entusiasmó tanto con el proyecto que se mudó a Medellín seis meses antes de que comenzaran las filmaciones para aprender español en una universidad y adentrarse en el estudio de la historia moderna de Colombia. "No sabía gran cosa de Escobar. Me había quedado grabada la imagen de él muerto en el techo de una casa; me acordaba de cuando René Higuita, el arquero de la selección colombiana, lo visitó en la cárcel de La Catedral, y sabía que había estado detrás de toda aquella ola de atentados-bombas en Bogotá. Cuando llegué a Colombia, me daba vergüenza decir, en mi portuñol, que estaba ahí para hacer de Pablo Escobar, no me parecía nada a él; yo estaba delgado, con 76 kilos, y me puse a comer de todo hasta engordar 20 más. Después fui ganando confianza, investigando sobre él y hablando con muchas personas allá; todo el mundo tiene alguna historia relacionada con Escobar, es una suerte de mito", señaló.
Más allá de su acertada caracterización física, postura y gestos (ya el tema de su acento será una cuestión sobre la cual los colombianos en general y los paisas en particular se podrán pronunciar mejor), Moura buscó entender a su controvertido personaje, pero no cree que su interpretación ensalce la figura de Escobar.
"Como actor, yo no juzgo a los personajes como buenos o malos, sino como personas complejas. Y como persona, Pablo Escobar era un tipo muy carismático, muy interesante. Todo lo que él hizo, los asesinatos, los atentados, la corrupción, todos los crímenes ahí están, en la historia y en la serie; cabe a cada uno juzgarlo. Hay personas interesantes que son malas personas, eso no lo discuto. Yo busqué entender sus motivaciones, cómo era él en la soledad, con su familia, en su relación con otras personas, sus ideas y temores", apuntó.
Además de Moura y Pascal, el elenco multilatino está integrado por los mexicanos Raúl Méndez (el ex presidente César Gaviria), Ana de la Reguera (una guerrillera del M-19) y Stephanie Sigman (en el papel de la periodista Valeria Vélez, inspirado en Virginia Vallejo, la amante de Escobar); los puertorriqueños Luis Guzmán (José Rodríguez Gacha) y Adria Arjona (una prostituta); los colombianos Manolo Cardona (el viceministro de Justicia Eduardo Mendoza) y Juan Pablo Espinosa (Luis Carlos Galán); la chilena Paulina Garcia (que hace de madre de Escobar), el colombo-argentino Juan Pablo Raba (Gustavo Gaviria), y el argentino Alberto Ammann (Pacho Herrera).
"Fue un enorme placer compartir el trabajo con un grupo de actores tan talentoso y de todo el continente. Y sobre todo para lidiar con un tema que nos afecta tan de cerca a los latinoamericanos", comentó Stephanie Sigman, quien saltó a la fama en México con otra película sobre el narcotráfico, Miss Bala, y ahora se prepara para ser una chica Bond en Spectre, el nuevo film de 007.
Con ella coincidió Juan Pablo Raba, hijo de argentino, nacido en Colombia, donde ha participado en varias telenovelas, y en Los 33, sobre el drama de los mineros chilenos.
"Me pareció especialmente importante participar en Narcos ahora que en Estados Unidos y en varios países de América latina se ha comenzado a legalizar el consumo de la marihuana y hay una mayor discusión sobre qué hacemos con las drogas. Creo que es un buen momento para contar estas historias, para no repetir los mismos errores; porque increíblemente, muchas de las personas reales en las que están basados los personajes siguen libres y no les pasó nada. Es una serie muy espectacular, pero con mucha sustancia de fondo que espero colabore con el debate actual", remarcó.