Venezolanos en danza. El Ballet Inmigrante se mueve por amor al arte y contra el desarraigo
La mayoría se formó o comenzó su carrera en Caracas y tiene a Vicente Nebrada como prócer, pero en este joven elenco también hay costarricenses, brasileños y hasta argentinos que comparten su pasión
Si Vicente Nebrada (1930-2002) es una suerte de prócer de la danza para Venezuela, la maestra Laura Fiorucci se anota en la historia reciente en calidad de su discípula y, sobre todo, referente para las nuevas generaciones de bailarines que nacieron con el ballet del teatro Teresa Carreño como aspiración. Empujada por la situación de su país, ella llegó a la Argentina hace dos años y, al reencontrarse aquí con exalumnos y bailarines que fueron bajando en un goteo sin pausa, decidió armar el Ballet Inmigrante: un grupo de danza por amor al arte y contra el desarraigo.
"Nos fuimos juntando porque compartimos un mismo sentimiento y fueron ellos los que me propusieron crear una compañía -cuenta Fiorucci-. Con unos ahorros organizamos las primeras funciones en un espacio alternativo de Palermo, el año pasado, y como nos fue muy bien hablé con la Fundación Nebrada para que nos prestaran los derechos de tres obras, dos de las cuales presentamos ahora en un teatro". Así, esta tarde, se verá en el Centro Cultural Borges Doble corchea y un fragmento de La luna y los hijos que tenía, de temática latinoamericana, título que buscarán programar en versión completa próximamente, cuenta la maestra y repositora, integrante de la Nebrada Foundation con sede en los Estados Unidos, que protege el legado del coreógrafo en todo el mundo.
Historias que se cruzan
Entre los bailarines venezolanos del Ballet Inmigrante hay recepcionistas y camareros, instructores de pilates y profesores de danza. "Lamentablemente, hay que priorizar la estabilidad económica", cuentan. Menos son los casos de quienes ya lograron establecerse profesionalmente en compañías de relieve, como Michael Requena en el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín o Yosmer Mejía, que tras un año como contratado ganó el mes pasado el concurso para incorporarse en el Ballet Estable del Teatro Colón.
Yosmer nació en Venezuela hace 25 años, pero hace cinco que vino para el Río de la Plata: primero estuvo en el Ballet del Sodre, cuando todavía Julio Bocca era el director, y después de dos temporadas cruzó el charco. Acá pasó del Ballet Metropolitano a la compañía nacional que dirigió Iñaki Urlezaga hasta enero de 2018, cuando el Ministerio de Cultura decidió cerrarlo. Y desde principios de año mucho más que su melena rizada -casi un afro- se distingue en las filas del cuerpo de baile del Colón. Debutó en las funciones en Parque Centenario y, ahora, contento con su reciente logro, prepara La Cenicienta -se estrena el 19 de este mes-. En simultáneo continúa participando de este otro espacio de pertenencia.
Distinto es el caso de Beltrán Sánchez, de 26 años, que salió de Caracas cuando el contexto sociopolítico le hizo ver que "el futuro estaba afuera". Cuenta: "Es muy difícil conseguir comida, el transporte, pero en mi caso el tema fue la inseguridad.Me robaron ocho veces y una vez me confundieron e intentaron secuestrarme en una camioneta. Como la situación era grave, hicimos planes para salir en 2018 y decidimos venir a la Argentina porque dan mucha facilidad para tener papeles", señala una característica que otros chicos de su país también subrayan. Habla en plural porque viajó junto con Danny Rojas, exbailarín del Teresa Carreño, que también se sumó a los planes del Ballet Inmigrante. Oriundo de Barquisimeto, antes de hacer pie en Buenos Aires Beltrán -que además estudió artes plásticas- también trabajó en el teatro insignia de la capital venezolana, donde frecuentó El cascanueces. Ahora, recibe detrás de un mostrador a los alumnos del estudio de ballet de Noemí Coelho y Rodolfo Olguín, a quienes agradece la colaboración para que este proyecto arranque.
Si la idea original era curar "el desarraigo del terruño", de a poco la iniciativa ayudó a paliar también "el desarraigo de la danza", es decir, de otros bailarines no-venezolanos que andaban sin compañía. Algunos de los que hoy participan de este jovencísimo equipo artístico son argentinos, como Mercedes Calderón, flamante incorporación del Ballet del Sur de Bahía Blanca. Y hay latinoamericanos de distintas latitudes: por ejemplo, la costarricense Margarita Peralta y el brasileño Marcone Fonseca, otro crédito del Colón.
A esta altura, "varios de ellos pertenecen a cuerpos estables, pero esta es una experiencia diferente, autogestionada, donde las decisiones se toman por consenso, con un sentimiento de equipo, y se trabaja a borderau -describe la directora-. Así que organizar los horarios de todos es un sudoku", pero vale la pena.
Ballet inmigrante
La compañía de danza presentará obras de Vicente Nebrada
Centro Cultural Borges, Viamonte y San Martín. Hoy, a las 19. Entradas, $ 400; 2x1 con Club La Nación.
- El Ballet Inmigrante de Buenos Aires compartirá escenario con Baires Sur Ballet, dirigido por Luján Costa, que presentará los pas de deux de El Corsario y Cisne Negro, variación de Paquita y una suite de Don Quijote.
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