Comprometida con sus interpretaciones, encarna a una prostituta en cine y a una chica violada por un grupo de hombres, en la obra teatral Jauría
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Vanesa González inicia el encuentro virtual desde Mendoza. De a poco la actividad se reactiva y ella, desde allá, participa en un film con una trama terrible. Había quedado en suspenso y las condiciones se dieron recién ahora para continuar el proyecto. “Estoy filmando una película de Guillermo Navarro que habla de la trata de personas, lo hacemos en barrios internos, alejados de lo que es el centro. Mi personaje se dedica a la prostitución y está secuestrada así que tenemos muchas escenas en viejas whiskerías, lugares que tienen una energía tremenda”, cuenta González que está entusiasmada por este proyecto que comparte con Eleonora Wexler y Gerardo Romano, entre otros artistas. Pero a la vez, los últimos personajes que viene encarnando son de una intensidad arrolladora. Además de haber hecho de Desdémona hace unos años en el Teatro Regio cuando Martín Flores Cárdenas versionó a Otelo, de Shakespeare, enfocándose fuertemente en la figura del femicidio, en cartel se encuentra Jauría. La pieza de teatro documental del español Jordi Casanovas, dirigida por Nelson Valente, recrea el juicio que se le hizo a los integrantes del grupo que violó en manada a una chica de 18 años en 2016, durante una noche de San Fermín, en Pamplona.
“El procedimiento de Casanovas fue tomar el texto del juicio literalmente. Parece que estuviéramos todos los personajes contando el hecho, reconstruyéndolo, una especie de documental pero en teatro. No sucede que hay una violación en escena, no está ese golpe bajo que fue lo que me asustó cuando me llegó el material, sino que son los testimonios tanto de la denunciante como de los abusadores, de los jueces, la fiscal, los abogados”. En este sentido, el caso se muestra completo, con su víctima y sus victimarios. Y será el público quien termine de configurar la historia. El elenco lo completan Martín Slipak, Gastón Cocchiarale, Lucas Crespi, Gustavo Pardi y Julián Ponce Campos.
“Por desgracia estamos acostumbrados a este tipo de noticias, así que el hecho no pertenece al pasado sino que sigue siendo vigente. En la obra se puede escuchar el paso a paso del ataque. Y es muy crudo tener el detalle sin opinión, el detalle técnico. La primera vez que leí el material con el elenco se me cerraba la garganta, no quería que me pasara eso, trataba de ser lo más objetiva que podía en la lectura. Pero no se puede ser mujer y que no te pase algo en el cuerpo cuando lo leés o lo oís”.
El caso se hizo público pero se defendió a ultranza la identidad de la abusada así que de ella poco se sabe. Sí, en cambio, se conocen los nombres de los abusadores e incluso sus caras. “Fueron muy veloces en la denuncia. Y sin embargo ella tuvo que padecer mucho por no tener ´el comportamiento aceptable de cómo hay que sufrir una violación en manada´. Se la ha juzgado por no encarar el juicio tirándose a llorar, por no haber tenido miedo, se la cuestionó incluso por entrar a un edificio con cinco chicos como si eso fuese sinónimo de una violación. Algo como si sos mujer tenés que tener miedo o si no sos una pelotuda o te lo buscaste. Todavía me resulta increíble”.
Vanesa González empezó a ser actriz desde muy chica. Ese deseo se ponía en marcha cuando veía películas y naturalmente quería ponerle el cuerpo a esas historias. En la familia no había actores ni actrices así que los padres no tomaban muy en serio este impulso. Sin embargo, en su familia pasaron algunos sucesos dramáticos que habilitaron la escucha cuando ella tenía 12 años. “Ahí recién me anotaron en una escuela de actuación en Banfield, mi barrio; y el profesor le dijo a mi papá que si podían me llevaran a otro lado porque me gustaba mucho en serio”. Así es como llegó a la escuela de Lito Cruz y estudió con él cinco años. Y llegaron los trabajos casi inmediatamente. En televisión, tiras muy populares como Alma pirata, Mujeres asesinas, Son de fierro, Socias, Caín y Abel, Señores papis, Las estrellas. En teatro, El diario de Ana Frank, Agosto, condado Osage, Todos eran mis hijos, Macbeth, Otelo y Ejercicios fantásticos del yo, por citar solo un puñado de títulos que tiene en su haber con sólo 34 años.
Como mujer y joven, el tema que se trata en Jauría, la interpela desde siempre. “Siempre tuve y tengo un carácter fuerte –no digo que hay que tenerlo para solucionar estos abusos– que me sirvió de alarma en esas situaciones. Me acuerdo de tener charlas en las que decía que me sentía incómoda. Pero son conversaciones de instancias. Lleva muchas instancias. Una habla pero después cuando se va a hacer la escena, el problema está en el trato, como si el otro estuviera imponiendo su poder. Es muy duro. Parece que no puede ser comprendido de entrada el ‘no me toques’ o ‘me estás rozando’ y después que decís eso viene el ‘ah... ¿viste que te gustaba al final, qué histérica que sos?’. Me pasó tanto en tele como en el teatro y el cine. Y un montón de relaciones de poder. Lo que está pasando hoy es realmente un alivio. Y también lo es que las generaciones nuevas tengan un chip que es extraordinario. Están colocadas en un lugar muy poderoso, en el que no hay permiso para que ingrese eso. Es una generación que viene limpia, en su gran mayoría, porque viene con otra educación, con otros puntos de vista, las escuelas ya están proponiendo otro formato educacional. Tienen el permiso de hablar con total libertad sin que eso signifique que estamos a la defensiva. Es lamentable que tengamos que pedir permiso porque siempre nos perteneció”.
El tema es actual y urgente. Y obras como Jauría son respuestas desde el arte necesarias, que llenan de reflexiones sobre los roles y las masculinidades. “Es cierto que hoy en día está muy avanzado el cambio en muchos aspectos, que hay cierta susceptibilidad con el tema y eso está bien que suceda, que estén las alarmas más encendidas es lo necesario para que haya cambios radicales en temas tan urgentes. De todos modos me sigue pasando hasta en las conversaciones más cotidianas que incluso el hombre que se declara no machista me sigue ignorando y le habla a los hombres en lugar de a mí”, sentencia González que asegura que entre mujeres hay algo que está tácitamente comprendido. “El hombre siempre va a necesitar comprender desde la mente pero no creo que pueda empatizar físicamente con este tipo de problemáticas. Es un tema educacional. Seguimos haciendo la obra y seguimos pensando, revisándonos, porque yo misma muchas veces fui testigo de conversaciones sin animarme a levantar la voz, sin saber si era aceptado decir que no es gracioso. Hemos nacido y fuimos educados en un espacio en el que realmente vimos sin cesar este tipo de comportamientos. Los hemos visto en la tele, en las revistas”.
Proyectos
Con Jauría seguirán haciendo funciones en el Picadero los domingos, mientras que los sábados salen de gira por diferentes teatros de la provincia de Buenos Aires y pronto lo harán en otras ciudades del país. Mientras tanto, también se la puede ver en una de las obras ganadoras de Nuestro Concurso del Teatro Cervantes que se encuentra disponible en el canal del teatro de YouTube. La obra se llama El rumor de las palomas, la escribió Mario Costello, la dirige Lorena Romanin y comparte escenario con Juan Tupac Soler.
Tiene en carpeta, además, otros proyectos preciosos. Por un lado, compró los derechos de Le square, una obra de Marguerite Duras, para hacer aquí y en España. “Se trata de una conversación entre una mujer y un hombre, tiene humor, sale de estas temáticas tan fuertes en las que estoy desde hace un tiempo”, dice con cierto alivio, porque si bien le parece fundamental poner el cuerpo en estos proyectos no deja de ser duro. Y por otro lado, prepara Enero, de Analía Fedra. Se trata de un unipersonal de una mujer de campo que relata su niñez.
Para agendar
Jauría, los domingos, a las 18, en el Picadero; sábados en gira: el 11 de septiembre, en Morón; el 18, en Quilmes; el 25, en El Palomar; el 2 de octubre, en Canning; el 16, en Ramos Mejía.
El rumor de las palomas, por streaming en el Cervantes Online
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