Valeria Ambrosio: “Siento que en este momento no hay vanguardias”
Al frente del Teatro Argentino de La Plata, anticipa que se correrá del "purismo" e invitará a directores de musicales a dirigir óperas en 2015
Con el estreno de anteayer de La Traviata, según puesta de Willy Landin, el Teatro Argentino de La Plata inició un nuevo ciclo. Por lo pronto, desde mayo no se realizaba allí una función de ópera. Un mes antes había asumido la dirección artística Gabriel Senanes, cerrando un ciclo de cinco años a cargo de Leandro Iglesias. Senanes duró menos de dos meses en el puesto. Ante su partida, en junio fue designada Valeria Ambrosio, directora de larga trayectoria en el teatro musical (viene de ganar varios premios por Priscilla, la reina del desierto).
A tres meses de andar viajando a la ciudad de las diagonales, Ambrosio cuenta sus primeras impresiones: "Me encontré con un teatro en el cual faltaba la imagen de una conducción, me topé con un lugar que necesitaba orden. Organización más que orden. Lo primero que hice fue tratar de entender el cuadro de situación para poder elaborar una estrategia con objetivos claros y empezar por lo más cercano a mí: los cuerpos artísticos y sus reclamos. Reclamos justos, como falta de pago y falta de concursos, que son puntos posibles de resolver."
–Pero para eso hacen falta voluntad política y presupuesto.
–Cuando vos sabés que tenés poca plata te organizás según "modo poca plata". El presupuesto es acotado y ésa es nuestra realidad. Ya logramos que el dinero recaudado por la venta de entradas quede en el teatro. Eso posibilita armar una especie de caja chica para resolver cosas urgentes. Apenas asumí formé equipos de trabajo, cosa que les dije a los trabajadores ni bien me reuní con ellos. Igual, y esto es bueno resaltarlo, yo no tengo intenciones políticas en esto más allá de que mi puesto sea político. Para mi profesión, esta designación no significa más que un desafío artístico. Y para que mi paso por el Argentino no sea como el de otras gestiones que, cuando terminan, muere todo ahí, quiero plantar semillas para que se empiece a trabajar de otra manera.
–¿Te reuniste con Leandro Iglesias o con Marcelo Lombardero, ex director artístico del Argentino?
–No.
–¿No es contradictorio con lo que decís?
–Es que la realidad es más fuerte que cualquier charla que puedas tener. Ya estamos trabajando con el tema de las jubilaciones de los bailarines y los concursos. En este corto tiempo me apoyé en Sergio Beros, director general del Argentino y que tiene el conocimiento de las gestiones anteriores porque viene del Instituto de Cultura.
Expliquemos un poco. Beros es un histórico colaborador de Jorge Telerman, el número uno del Instituto. De hecho, cuando Telerman fue jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Beros fue el ministro de Hacienda. A lo largo de su trayectoria, este abogado especializado en Derecho Público ocupó varios cargos vinculados con temas económicos.
Sigue Ambrosio, especialista en teatro musical. Aclara: "Tampoco me reuní con Senanes. Preferí no saber lo sucedido, tuve miedo de contaminaciones."
Valeria, ¿che cosa fai?
En la trayectoria de esta directora, su puesta de Mina, che cosa sei?!? le posibilitó tener todo un nombre propio en el teatro porteño. Seguramente, esa trayectoria hizo que Telerman reparara en ella. Ella, al llegar al Argentino, percibió que muchos la miraban de reojo por su condición de mujer. Claro que su actual puesto puede activar otros prejuicios por su falta de experiencia en la dirección de un teatro lírico o por su falta de millaje en el manejo de un teatro público. "Montar una ópera, lo estoy viendo ahora con los ensayos de La Traviata, no es algo ajeno. La gestión pública, sí; por eso me apoyo mucho en el director general. También creo que la administración de un teatro público se va haciendo sobre la marcha, es mucho de sentido común. No se necesita mucho más –sostiene–. Empezamos y ahora no nos para nadie. Yo tengo confianza, hay un aire optimista, creo en eso de poner en marcha al Argentino".
–En noviembre dirigirás Tosca, ¿te costó tomar esa decisión?
–No. Pregunté si estaba mal y me dijeron que estaba muy bien visto. Me pareció interesante, aun como desafío personal, cerrar el año con algo que yo pudiera imaginar en escena. Ya estamos gestionando que la última función se emita en directo para otros municipios bajo la idea permanente de sumar nuevos públicos.
–¿Esa intención define una estética?
–Habrá una jugada que no sé si será bien recibida, pero no me interesa demasiado ese punto.
–¿Vas a cobrar por esa puesta?
–No, uno de mis aportes tiene que ver con eso. No me impulsa lo económico.
– Anunciarás en noviembre la programación de 2015, ¿cuáles son sus lineamientos?
–En esto de correrme de cierto purismo, dos o tres títulos de ópera de los cinco a siete que haremos el año próximo se los daré a directores que vienen de los musicales.
–O sea, que podríamos tener a Ricky Pashkus dirigiendo una ópera.
–¿Por qué no? Puede ser interesante esa mirada. Hacer algo así con la danza es más difícil. No puedo llamar a Elizabeth de Chapeaurouge [coreógrafa de comedias musicales y espectáculos de tap] para que me haga un Lago de los cisnes [y se ríe]. De todas maneras me gustaría hacer encuentros en los cuales el Ballet haga otro repertorio.
–¿Habrá ópera contemporánea?
–No. Siento que no hay vanguardias, que estamos en un momento en el cual se reiteran fórmulas. En términos escénicos hay intentos que tienen que ver con la forma, pero no con el contenido. Por eso hay que mirar atrás, ir al Barroco, desmenuzar todo aquello y empezar de cero.
–¿Y los directores de los musicales no forman parte de esa reiteración de fórmulas que señalabas?
–Por eso me interesa obligarlos a encarar otras cuestiones, proponerles que se corran de los lugares transitados. Es lo que me va a pasar a mí cuando monte Tosca.
–Detrás de la intención de atraer más público y recordando que lo recaudado queda en el teatro, ¿es alocado pensar que programes a Priscilla en el Argentino?
–¡No, ni se me ocurre! Tampoco quiero que me acribillen. Y que manejemos lo recaudado no implica que se transforme en un teatro comercial. El Argentino es un teatro de ópera, ballet y conciertos.