Vacaciones de invierno: Disney on Ice, 100 años de emoción: un clásico para toda la familia que siempre funciona
Con el debut de la familia Madrigal de Encanto, el espectáculo sobre patines tiene un enorme despliegue, un ritmo incesante y un foco dramático en las princesas, Toy Story y Moana; se adapta muy bien escenográficamente a su nuevo hogar, el Movistar Arena
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Disney on Ice, 100 años de emoción. Sala: Movistar Arena, Humboldt 450. Dirección: Cory Steven Obst. Patinadores principales: Ashley Cain, Jessica Lee, Jacob Fitzpatrick, Samantha Lew, Marika Stewart y Panagiotis Polizoakis. Producción: Feld Entertainment y RGB Entertainment. Funciones: todos los días, menos lunes, hasta el domingo 30, a las 15 y 19; y, los días 22, 23 y 30, también a las 11. Duración: 110 minutos. Entradas: desde 5000 pesos. Nuestra opinión: muy bueno
La compañía Walt Disney cumple un siglo, el primero, de historia. A los festejos no podía faltarle poner el sello también en el espectáculo itinerante Disney on Ice, un clásico en vacaciones que este año tiene la novedad de realizarse ya no en el tradicional Luna Park sino en el estadio Movistar Arena, del barrio de Villa Crespo.
Si bien la cantidad de padres y madres con hijos es incesantemente copiosa (el estadio tiene capacidad para unas quince mil personas), la organización sostenida por una multitud de amables asistentes funciona con fluidez. Con puntualidad, salen a pista Mickey, Minnie, Donald, Goofy y dos jóvenes animadores “de civil”, el mexicano Luis Alejandro García Gómez y la ecuatoriana María Gabriela Silva Peñaherrera. La consigna que proponen es la de hacer realidad un sueño.
Además de la presentación y el cierre, este grupo será el que enlace cada una de los segmentos del show, dividido en dos actos, separados por un intervalo de 15 minutos. En el primero, veremos los números referidos a las películas Toy Story y Moana mientras que en “Princesas” convergen muchas, desde Blancanieves y Cenicienta a la Sirenita, Rapunzel y la pelirroja Mérida, de Valiente; y en el segundo, la antológica Fantasía, Buscando a Dory, Frozen y Encanto.
El público se ubica en tres lados de la pista rectangular mientras que en uno está la pantalla con fragmentos de las películas aludidas y una estructura metálica donde por momentos suben los personajes. Perpendicular a este lado, está el frente del espectáculo, el punto de vista principal que las personas ubicadas a los costados se pierden porque no se repite a derecha e izquierda. De todos modos, salvo esos momentos, el show puede apreciarse debido al enorme despliegue que siempre brinda.
En la primera parte, el segmento de mayor extensión es el dedicado a Moana, siempre acompañada por el grandote Maui y la canoa; a su vez, en la segunda, domina Frozen (el hit “Libre soy” convoca a muchas voces, graves y agudas, de la platea) y, en especial, la frutilla del show que es Encanto (película estrenada a fines de 2021), con el debut en patines sobre hielo de Mirabel y toda la familia Madrigal: la perfecta Isabela y la forzuda Luisa, hermanas de Mirabel, tienen sus solos y, por supuesto, “aunque no se hable de Bruno” no podía faltar este misterioso miembro del clan.
La producción es de la estadounidense Feld Entertainment y la local RGB (productora fundada por Gustavo Yankelevich y Víctor González más la dirección de Pablo Puiggari, responsables de Casados con hijos, Tootsie, Inmaduros, entre otras). La gigante Feld -que fuera propietaria de la marca Holiday on Ice, hoy en manos de competidores- desde 1981 está asociada a Disney.
El elenco está formado por patinadores que realizan la fonomímica de los diálogos en off. Está integrado por artistas de los Estados Unidos, Canadá, Japón, España, Reino Unido, México, Brasil, Ecuador, Australia, Países Bajos, República Checa y Tailandia. No hay ningún argentino en escena.
Disney on Ice, 100 años de emoción es un reloj que funciona y que no les falla a los grandes y chicos que vieron las películas, que conocen a los personajes, a las bandas musicales y disfrutan de las coreografías sobre hielo, el patinaje artístico y las acrobacias en arneses y telas. Hay destreza, precisión y brillo, más el invalorable plus de una experiencia que comparten, de generación en generación, abuelos, padres e hijos. A pesar de la distancia que provocan los diálogos en off y el playback de los patinadores, ese vínculo cultural ha construido una iconografía poderosa que se renueva cada vez y sostiene en gran medida al profesional producto.
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