Una telenovela diferente
La tira que estrenó Telefé, a las 19, es un éxito en toda América
"La suerte de la fea la bonita la desea", dice el dicho popular que, en su sabiduría, alcanza a pintar el panorama de la telenovela latinoamericana. Porque "Yo soy Betty, la fea", el culebrón colombiano que acaba de estrenar Telefé, lleva la marca del éxito y la gloria de haber roto algunas de las reglas del género.
En ese camino, la novela está demostrando que la fealdad puede ser atractiva para el público y los anunciantes, tanto para seducir a su país de origen como para salir a la conquista de otros mercados hasta ahora casi exclusivamente explotados por la mexicana Televisa y la venezolana Venevisión.
La preferida de Colombia
"Yo soy Betty, la fea", debutó en octubre de 1999. Desde entonces, no sólo se ha impuesto como el programa más visto de Colombia, sino que ha sido, según registra la prensa de ese país, el producto que salvó las finanzas de RCN, la emisora de televisión que se jugó al poner en pantalla los primeros planos de esa criatura olvidada por la belleza y carente de los ardides de la moda y el maquillaje.
De hecho, la Argentina es uno de los últimos destinos de la novela, ya que ha sido vendida a todo el continente, con excepción de Brasil y Canadá. Incluso, hace ya un tiempo que ha atrapado a la audiencia hispana de los Estados Unidos a través de la señal Telemundo.
Y según ha declarado María Lucía Hernández, directora de ventas internacionales de la cadena RCN, la exportación de "Yo soy Betty, la fea" le ha generado al canal ingresos superiores a los tres millones de dólares.
Los secretos de su éxito
"Yo soy Betty, la fea" es la historia de Beatriz Pinzón Solano, una economista especializada en finanzas que pelea para obtener reconocimiento social gracias a sus virtudes intelectuales y a pesar de su belleza ausente. La arena donde Betty libra las batallas de cada día es la empresa Eco Moda, cuyo titular, Armando Mendoza, es el galán de la tira.
Aquí comienzan los interesantes giros de esta telenovela. Betty es una heroína inteligente. Tanto lo es que llega a convertirse en una empleada imprescindible para Mendoza, un hombre al que le sobran mujeres pero que carece de talento para los negocios.
Según comenta la publicación colombiana Semana, "la clase alta no sale muy bien librada porque depende de la clase media para manejar sus negocios". Y, por otro lado, el autor Fernando Gaitán ("Café con aroma de mujer") reconoce abiertamente: "Sí, yo cuento la historia del yuppismo, esa historia que dice que las empresas familiares se las tiran los niños bien".
La vulnerabilidad del galán no es el único elemento novedoso en la tira. Otras particularidades serán advertidas más adelante por el público local. Como toda telenovela, "Yo soy Betty, la fea" cuenta una historia de amor. Y tal como sucede con las tiras exitosas, los números del rating se disparan cuando llega el momento del anhelado debut amoroso de los protagonistas. Así sucedió con el capítulo en que Betty y Armando iban a tener su primera noche de amor: más de siete millones de colombianos quisieron ser voyeurs de ese encuentro. Hasta aquí nada sería sorprendente si no fuera porque Betty llegó a esa instancia sin haber perdido los anteojos, el peinado y la ortodoncia que tanto la desfavorecen. Es decir, "Yo soy Betty, la fea" no practicó en su protagonista la típica evolución de patito feo a cisne ("Pigmalión") para ser digna de recibir el amor de su galán.
Risas de novela
Un tercer ingrediente fundamental en "Yo soy Betty, la fea" es el humor. Si bien es un elemento ya transitado por el género, suma en el terreno de la singularidad, ya que su inclusión provoca un alejamiento del melodrama en favor del género de la comedia.
"Casi todo el humor en Betty consiste en explotar una situación: cómo se derrumba la vanidad de cada uno de los personajes", explicó a la prensa colombiana Mario Riveros, director de la novela. "No es una telenovela costumbrista, sino realista, que aborda temas bastante complejos desde la ventajosa orilla del humor negro. Tal vez un nuevo género: el de una comedia novelada, porque el humor pone las cosas en su sitio."
Por último, Fernando Gaitán aporta el detalle final. Para el autor, uno de los mayores aciertos del producto es haber desdeñado el formato neutral. Según explica, ante la perspectiva de la exportación hay dos caminos: elegir el formato neutral que significa evitar en la novela cualquier referencia localista (costumbres, comidas, paisajes) u optar por el no neutral, es decir, capitalizar los rasgos culturales colombianos.
¿Cómo será el desenlace de la historia de Beatriz Pinzón Solano? Tal vez, hacia el final, revele el verdadero rostro de la actriz Ana María Orozco. O quizá se consolide como la mujer fea capaz de conquistar al codiciado galán. Lo que seguramente logrará Betty, en el último tramo de su recorrido, es superar el peso de las palabras de su padre, quien la ha convencido de que el amor no se hizo para ella y así la convirtió en lo que es: Betty, la fea.
Quién es Betty
Ana María Orozco, la actriz que interpreta a Betty, la fea, nació en Santa Fe de Bogotá el 4 de julio de 1973. Su primer trabajo fue en la telenovela costumbrista "La potra zaina", donde hacía el papel de niña ingenua. Pero la interpretación que la convirtió en estrella fue su participación en "Perro amor". En esa novela encarnó a una sencilla joven de clase media. Ana María Orozco está casada y, curiosamente, su marido en la vida real también trabaja en la nueva tira que emite Telefé de lunes a viernes, a las 19. El es el actor Julián Arango, quien en "Yo soy Betty, la fea", compone el personaje de Hugo Lombardi, un gay orgulloso de su condición homosexual, una de las cabezas creativas de la empresa Eco Moda.
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