Una potente batalla entre lo genuino y lo aparente
Doble o nada / Autor: Sabina Berman / Intérpretes: Miguel Ángel Solá y Paula Cancio / Dirección: Quique Quintanilla / Música: Martín Bianchedi / Luces: Manuel González Gil y Matías Canony / Vestuario: Pepe Uría / Escenografía: Jaime Nin Uría / Producción: Jaime Nin Uría y Manuel González Gil / Funciones: De jueves a domingos / Teatro: La Comedia, Rodríguez Peña 1062 / Duración: 100 minutos / Nuestra opinión: muy buena.
Dos seres aparentemente fríos que, por lo que uno vislumbra, trabajan juntos desde hace muchos años, creen conocerse muy bien. Es de esa gente para la que el trabajo es su vida. La ambición, el deber y el poder fluyen por su corriente sanguíneo. Él es el hombre más importante en la redacción de un importante medio de comunicación. Ella es su mano derecha, tal vez la mejor periodista y editora de ese medio. En ese encuentro ella se enterará que él se retira de la empresa y tendrá la posibilidad de ocupar su cargo, sólo que deberá competir con un colega bastante hábil y algo carente de escrúpulos. Será un todo o nada.
Ésa es la trama, basada en la pieza Testosterona, de la escritora y periodista mexicana Sabina Berman. En este duelo de cerebros quedará desnuda la esencia del ser humano. ¿Hasta dónde se puede llegar con tal de alcanzar una meta? ¿Hay límites cuando se trata de anhelos? ¿El deseo sigue siendo deseo cuando se interpone la ambición desmedida? Estos dos personajes desnudan hasta dónde una corporación o empresa puede manipular la personalidad, el discurso o las actitudes de sus empleados y hasta cuestionan cuánta verdad puede haber en los que trabajan con la verdad.
Sabina Berman estructuró su pieza a partir de un arco dramático en el que antepone una dialéctica, un fin, un mensaje que uno, como espectador, no logra descubrir totalmente hasta avanzado el relato. Berman consigue que uno confíe en estas criaturas y luego dude. La primera mitad de Doble o nada es puro texto y discusión, pero se trata de un mecanismo exacto que va dejando caer capas hasta desnudar la esencia. Es una batalla entre lo genuino y lo aparente, entre la verdad y la simulación.
Miguel Ángel Solá y Paula Cancio vuelven a compartir un escenario porteño luego de Hoy: El diario de Adán y Eva en un rico contrapunto. Son los vehículos perfectos para estas palabras en pugna. Es un vínculo muy particular, de diferentes temperaturas. Hierven, se congelan y conforman una relación en la que nunca se sabrá con certeza si se manipulan o son sinceros.
Doble o nada es un acento en la cartelera porteña. Es volver a deleitarse con el "actor animal". Con ese intérprete que nació inmenso, que tiene un talento brujo. Ése es Solá. Es un placer escucharlo, verlo saborear cada palabra y demostrar que es el monarca de la sutileza. Él acciona, piensa, dice de un modo particular, le da cuerpo a su criatura con abundancia de matices, es verdadero. Y Paula Cancio lo conoce muy bien. Tiene su propio potencial, enorme, con el que puede hacerle frente y jugar un mismo partido en igualdad de condiciones. Con una intensidad medida, es dúctil al momento de suavizarse o volverse áspera. Como tercer pilar de esta potente obra está el director Quique Quintanilla, quien sabe con qué piedras preciosas cuenta como para mostrar un camino y marcar un tempo. Su puesta tiene movimiento, ritmo e intensidades adecuadas.
La escenografía hiperrealista de Jaime Nin Uría es el marco perfecto que señala que estos dos seres son hormigas en una guarida enorme, gigante, que puede devorar. Como siempre, la música incidental de Martín Bianchedi está cargada de teatralidad.