Una película en un día
Con "El asadito", Postiglione logra un extraño récord
La opera prima del por entonces aún más desconocido cineasta argentino Gustavo Postiglione se difundió en 1990 con la leyenda "la primera película rosarina". Diez años más tarde, después de una segunda que no llegó a estrenarse, llegará el próximo jueves su tercera película, "El asadito", que sumará otro sello distintivo: el rodaje se concretó en tan sólo 20 horas, durante un asado que se realizó en una terraza de Rosario, desde la mañana del 30 de diciembre de 1999 hasta la madrugada del último día del siglo pasado.
Es otra muestra de esa tan promocionada cofradía artística rosarina en la que tanto técnicos como actores aportaron su trabajo -sin cobrar- a un asado que se filmó (deliberada como inevitablemente) con muy pocos recursos: una inquieta cámara de 16 milímetros en mano, con película en blanco y negro, sonido directo, más el trabajo de ocho actores amigos del director, en una terraza con mesa y pileta Pelopincho, bajo el sol del mediodía y con unas pocas bombitas de luz, luego, a la noche.
Postiglione, de 35 años, recuerda , posando para una foto en una parrilla de Puerto Madero mucho más chic que la de su película, que todo empezó "como un juego, hasta que se transformó en otra cosa".
Es que tan pronto "El asadito" comenzó a circular por las cassetteras de fans, críticos y amigos, no tardaron en surgir calurosos elogios, así como críticas por su poco tiempo de elaboración. A ese retrato de un grupo de amigos que charlan trivialmente sobre fierros , mujeres, política, fútbol, trabajo, historietas, mientras que a fuego lento se va cocinando lo más miserable de sus vidas, un crítico lo destacó como "una obra maestra filmada en un día" y otro como "una proeza fílmica" digna de verse con atención.
Suerte controlada
"Sé que es fácil pensar que como la película se hizo en un día fue producto de la suerte o de la casualidad -destaca Postiglione a La Nación -. Y no fue así, porque hubo una preparación anterior y una búsqueda previa. O, en todo caso, se juntaron demasiadas casualidades para que ocho personas, un equipo técnico, un director y una cantidad de gente estuvieran inspirados en un mismo momento. La idea fue hacerla en un día, si querés, por antojo. El planteo fue: lo que no se hace en ese tiempo, no se hace. Y, efectivamente, pudimos."
Bien podría sospecharse que las charlas de "El asadito" no se respaldaron en un guión y que la resolución de esta película llegó al rodaje casi con las brasas consumidas del asado. Postiglione aclara: "Los personajes estaban armados y cada situación estuvo planteada de antemano. Claro que durante el rodaje hubo improvisaciones y que cada uno agregó cosas personales. Lo mismo sucedió con la cámara. Yo no la manejé, pero con el camarógrafo teníamos un diálogo constante. Y la cámara participa como un comensal más, que al principio se mete y sale de las conversaciones y luego se torna más contemplativa y se pone a escuchar lo que está sucediendo".
"La idea del final de la película ya estaba escrita -continúa-, pero los actores la conocieron también al final del rodaje. Igual que el personaje que entra sorpresivamente en la película. Como Gerardo Dayub vive en Paraná, lo tuve varias horas escondido en un bar de la esquina hasta que lo hicimos entrar en la casa y en la película. Y como es amigo del resto de los que actúan, los abrazos de alegría son reales."
El director de "El asadito" encontró dos motivos para hacerla en blanco y negro: "Si bien es irreal, porque la vida es en colores, paradójicamente el blanco y negro te da mayor relación con la realidad, parece más testimonial, documental. Y también tuvo sentido en términos de dinámica de rodaje, porque era más sencillo para nosotros un tipo luz en el que no tuviéramos que trabajar el balance, la temperatura de las lámparas".
"El asadito" tiene una estética desprolija, una textura propia de una película realizada en 16 milímetros, lo que le suma intensidad dramática. Una luz cruda que, con el sol de las doce, pega sin reparos en la terraza de Postiglione y hasta quema los rostros de los protagonistas, y de noche unas lamparitas que apenas si dibujan algunos rasgos. "De haber sido más prolija, la película habría perdido espontaneidad. Pero, en realidad, creo que es una desprolijidad prolija -acota Postiglione-, porque está pensada. De hecho, la película tiene una homogeneidad estética: nunca vas a ver un fuera de foco, ningún personaje queda fuera de cuadro." También hay un caos auditivo en "El asadito". Por momentos se escucha a todos a la vez, en otros no se entiende a ninguno. "Es como en un asado, no dejás de escuchar lo que dice el que está al lado tuyo y a su vez no dejás de escuchar al de enfrente, o directamente, escuchás lo que te interesa."
La vida en remojo
Una pequeña pileta de lona enmarca una de las conversaciones más patéticas de "El asadito". ¿Qué les pasó en la vida a todos esos personajes? Al dibujante obsesivo y deprimido, al abogado "con una pequeña inhabilitación", al gordo dueño del video al que se critica por haber devenido de "guerrillero en bilardista" y que sólo se conforma con una mujer que duerma a su lado; al remisero, al actor contento por haber puesto la cara en la tapa de un dulce de leche, al filósofo de las mujeres, y al testigo mudo, que filma, escucha y no dice nada. "Creo que a todos los están comiendo los bichos. Mi intención fue registrar esa cotidianidad en la que parece que no pasa nada pero pasan cosas, a través de diálogos que aparentemente no dicen nada pero que dicen algo, en donde las tensiones están siempre a flor de piel pero que nunca terminan de estallar. Creo que es una exposición pública de nuestras miserias. Yo no quiero parecerme a ellos, pero de alguna forma creo que sí me parezco."
La responsabilidad de cada uno por la muerte de las utopías y de los ideales es una factura con fecha de vencimiento que va y viene en un momento de "El asadito".
"Hay una especie de escepticismo sobre el pasado y un reclamo de unas cuestiones que algunos no quieren aceptar. El gordo tuvo un pasado militante, pero lo tiene oculto. Cuando le recuerdan que Santucho comió un asado en su casa, no quiere hablar, porque el pasado es muy doloroso. Ha perdido muchos amigos, fracasaron sus ideales políticos, y volver sobre eso es volver sobre las heridas."
Entre los amigos también aparece un pequeño, o gran, conflicto generacional directamente relacionado con la participación política. "El abogado se metió tarde en el mundo de los militantes. Uno le dice: "Vos te moviste en esos lugares por una intención, no como nosotros, que teníamos ideales". Porque si se hubiera enganchado bien en algún partido político, hoy tal vez habría enganchado alguna chapita."
No faltará quien tilde a "El asadito" de machista o misógina. No hay personajes femeninos entre esos "reos" que se juntan para festejar el fin de año, aunque la figura femenina sobrevuela buena parte de las conversaciones. Uno consigue el consenso de todos al decir que en donde hay mujeres se acaba la tranquilidad. Y la mujer se transforma en un objeto de adoración, de hurto, de traición, aunque también se haga presente la aceptación de cierta debilidad masculina al no haber podido contener el afecto de una mujer. "Yo creo que la película es, en todo caso, masculina. La presencia de la mujer del gordo, por ejemplo, está permanentemente en la película. A pesar del cuestionamiento, hay una cuestión idealizada que expresa la propia contradicción del hombre, que tiende a idealizar y queda enganchado con la idea de esa mujer. Creo que si la mujer se transforma en algo bueno o malo no es culpa de la mujer, sino del hombre que así la asume."
La primera para una saga de tres
Representante de la generación del nuevo cine argentino que integran, entre otros, Pablo Trapero, Raúl Perrone, Bruno Stagnaro, Adrián Caetano, Pablo Reggero y Martín Rejtman, unidos más por las dificultades que por una búsqueda estética similar, Gustavo Postiglione no tuvo ni buscó el apoyo del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales para concretar sus películas. "La plata la puse yo, unos 50.000 pesos que conseguí, y los actores y técnicos aportaron su trabajo", explica. "El asadito" forma parte de una trilogía que completarán "El cumple", en proceso de posproducción, que se hizo con un subsidio de la Fundación Antorchas, y "La peli", que se filmará el año próximo.
Según cuenta su director, cada una de estas películas presenta un grado mayor de complejización. ""El cumple" es en colores y está más elaborada en términos dramáticos, de historia y de concepción -explica-. A pesar de que tiene una estructura similar a "El asadito", con diálogos triviales y temas recurrentes a nivel temático, como los fracasos sentimentales. Pero no serán los mismos personajes, y habrá mujeres. Es el cumpleaños de un personaje interpretado por el actor que hace el abogado en "El asadito". Son cuatro o cinco historias paralelas que vas escuchando fragmentariamente. Si bien será en colores, queremos sacarle saturación a través del vestuario y la escenografía, que se mantendrán en blanco y negro."
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