Una parte indivisible de nuestra cultura
Murió Cipe. Hace muy poco tiempo, aun llevando a cuestas su enfermedad, me invitó a tomar "un tecito" en su hermoso departamento. Lo hizo para que imagináramos un espectáculo a modo de despedida. La muerte le llegó antes, aunque su espíritu nunca reflejó los 85 bien vividos que llevaba.
Trabajamos juntos en varios espectáculos. Sin embargo, el más significativo fue el ciclo de Teatro Abierto. En ese momento, estaba exiliada en Brasil. Así que cada miércoles venía a hacer la función, para luego volver a partir. En cierto modo, Teatro Abierto, la protegió en 1981.
"La Lincovsky" fue de esos seres que antepusieron lo humano a lo artístico. Primero fue una gran persona, sólo después una talentosa intérprete. Y lo era, ¡vaya que sí lo era!
En lo personal, quedará en mí un recuerdo invalorable. Hace unos meses, se movilizó con tesón para acompañarme en el festejo por mis 40 años con el teatro. Imposibilitada de subir al escenario, desde su butaca en el centro de la primera fila del Metropolitan dio un discurso que aún recordamos quienes fuimos su público esa noche. No sabíamos que sería su última participación en un teatro.
También llegó como pudo, hace muy poco, hasta la sede de la Asociación Argentina de Actores, a la entrega de las listas negras y actas de la última dictadura. Cipe figuraba en ellas y no quiso estar ausente. Nuevamente estuvo donde tenía que estar.
Murió Cipe, una parte indivisible de nuestra cultura.