Una: otro gran trabajo interpretativo de Miriam Odorico

Dramaturgia, dirección y diseño de luces: Giampaolo Samá. Intérprete: Miriam Odorico. Vestuario: Julio Suárez. Sala: Timbre 4, México 3554. Funciones: sábados, a las 20.30. Duración: 70 minutos.

Una mujer que puede ser miles, según cada par de ojos que se tope con ella. Eso parece indicar la obra Una, basada en Uno, ninguno y cien mil, la novela que Luigi Pirandello escribió en 1925, pero transpuesta a versión femenina y nacida en plena pandemia cuando Miriam Odorico (la inolvidable Memé en La omisión de la familia Coleman y actualmente en Otoño invierno, dirigida por Daniel Veronese) y Giampaolo Samá la montaron en el propio living de su casa y la transmitieron en vivo. Samá es un fotógrafo y director italiano que desde hace una década se radicó en Buenos Aires y que se encargó él mismo de versionar la propuesta. Ahora, con las condiciones a favor, la llevaron a la sala de Timbre 4, donde debería haberse estrenado desde sus comienzos.

Además de tratarse en la novela de un protagonista varón, ella contiene muchos personajes que en esta obra serán todos representados por la impecable Odorico. Vitángelo Moscarda –aquí Angélica Moscarda– se trata de la hija casada de un banquero usurero y, durante este tiempo, frente a la platea, repasa su historia: una vida signada por maltratos, con un marido que no la registra, sometida a la mirada de los otros. A partir de ciertas disquisiciones internas, de algunas preguntas filosóficas que se hace, frente a la liviandad que la rodea, empieza a querer tomar decisiones impensadas hasta este momento de su vida, a imponer su voluntad, a inmiscuirse en los asuntos del banco que le son propios, claro, pero en los que nunca participó. Y pasa de ser alguien que no tomó ninguna decisión a ser alguien que toma las riendas de su vida. Por supuesto que su entorno se ve fuertemente alterado y desconcertado por este viraje a tal punto que les resulta insoportable.

Su nariz tiende un poquito hacia la derecha. Ese detalle en apariencia banal que es disparado por su marido la lleva a preguntarse quién es. ¿Sabe acaso quién es ella misma? ¿Cuál es su identidad por fuera de la mirada de los otros? ¿Existe? ¿Puede ahora volverse auténtica? ¿Cómo se construye la identidad? ¿Es solamente a partir de la mirada de los otros? ¿Quién es ella?

“El error más grande es la presunción de que la realidad es para todos la misma”, dispara y esa pregunta da paso a una serie de planteos existenciales y filosóficos que Miriam Odorico va a encarnar en su cuerpo con todo el peso de la actuación que es posible imaginar y más.

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