Una noche con los clásicos de Rod Stewart
Hay que tener cierta edad para corear canciones que tienen cuarenta años o más. Pero si el cantante y el público son los adecuados, la sintonía entre ambos y la fiesta en el estadio de GEBA estarán aseguradas. Rod Stewart anda de gira haciendo repaso de toda su carrera, por eso sus éxitos de los 70 y de los 80 tienen el mejor eco en su audiencia porteña: “Do Ya Think I’m Sexy?”, “Sailing”, “Infatuation”, “Forever Young”, “Tonight the Night (Gonna Be Alright)”.
Quizás desde aquel tiempo (al promediar la década del 80 Stewart había cumplido 40 años) el cantante inglés haya ido dejando su pasado rockero juvenil para instalarse en el gusto de ese público considerado por los nichos de la industria de la música como "adulto contemporáneo". Y lo cierto es que los que hoy tienen más de 40 (incluso 50, 60 y 70, hasta alcanzar los 73 que Stewart luce desde el 10 de enero pasado) son parte de ese público adulto contemporáneo que resulta mayoría en este concierto.
Rod Stewart fue protagonista del rock inglés desde la década del sesenta y conquistó los mercados mundiales a partir de los setenta y ochenta, con un sonido más pop, que es el que hoy se recuerda. Aunque fuera de escena su aspecto podría ser el de un millonario excéntrico (y vestido por la casa Versace) que posa para revistas de celebrities, en los parques de un castillo, rodeado de una esposa veinte años más joven, hijos, nietos y perros de raza, Stewart es lo suficientemente inquieto para seguir viviendo una parte del año en Inglaterra, otro tanto en los Estados Unidos (tiene dos grandes mansiones, una en Harlow, cerca de Londres, y otra en Beverly Hills) y otra alrededor del mundo, dando conciertos. Durante el último mes pasó por Alemania, Italia, Croacia y la Argentina.
Evidentemente sabe administra su tiempo tanto como el ritmo de su recitales. Canta temas rápidos, los matiza con los lentos; deja a su banda sonando sola para varios cambios de vestuario. Es capaz de programar sobre las pantallas gigantes, imágenes sobre su historia, como la del momento en que la realeza británica lo nombró caballero de ese imperio. Un minuto después logra tomar un bandera argentina para colgársela del cuello como chalina. (Esas cosas que sólo pueden pasar sobre un escenario.)
Sir Roderick David Stewart mantiene la vitalidad y, al mismo tiempo, conserva viejos rituales. La tradición escocesa (excepto él, que nació en las afueras de Londres, su padre y todos sus hermanos mayores son escoceses) se marca con pinceladas durante el show, y su pasión por el fútbol es algo que se repite, como hace décadas en sus actuaciones porteñas, con pelotas de fútbol que patea desde el escenario hacia el público. Y no faltan los que, alertados de su fanatismo por el Celtic de Glasgow, consiguen camisetas del equipo escocés para alzarlas y extenderlas sobre sus cabezas para que el músico las vea.
Lo escocés ya está presente desde el principio, cuando suenan en off las potentes gaitas del tema tradicional “Alba an Aigh (Scotland, the brave)”, para anunciar el comienzo del espectáculo. Y luego habrá más guiños, desde violinstas con polleras a cuadros que tocan melodías célticas hasta el bombo de la batería con un trébol de cuatro hojas y la leyenda Celtic Football Club.
Un espectáculo de Stewart puede ir desde los trajes dorados con negro, dignos de un show de un hotel de Las Vegas, hasta el set acústico en donde no faltan esas canciones con las que más de alguno que está sentado allí, entre el público, habrá chapado/apretado, allá lejos y hace tiempo (en algún boliche, a la hora de los lentos). “The First Cut is the Deepest” y “Have I Told You Lately” son de la partida.
Sus canciones vienen de la época en la que era parte de The Faces. También tiene muchas que tomó prestadas y que terminaron siendo suyas porque la mayoría de la gente las conoció en su voz. Se las adueñó, como intérprete, sin quitarles esencia. En hits como "Downtown Train" se nota el trazo que Tom Waits suele darle a sus melodías. Pero para quien no conoce al autor, suena como un tema de lo más clásico del repertorio de Stewart. Lo mismo pasa con “Have I Told You Lately” de Van Morrison. O cuando se pone un poco serio y entrega “People Get Ready”, de Curtis Mayfield, que, acompañado por el coro femenino que lo segunda, es lo mejor versionado de toda la noche.
Por supuesto que ese no será el final. Hay más clásicos y un cierre con “Sailing”, para que el público recuerde que en los conciertos de estadios, los celulares antes se llamaban encendedores.
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