Una flor de jurado
La actriz brasileña, que votará en Mar del Plata a los ganadores de los premios Ombú, entregó a La Nación un desopilante relato de sus años recientes.
MAR DEL PLATA.- Tener una entrevista con la actriz brasileña Sonia Braga es como estar toda una tarde en un parque de diversiones con boletos para sólo dos juegos: la calesita y la montaña rusa. La actriz, que actualmente tiene 49 años y perdurará en el inconsciente colectivo por su papel para el cine como la ardiente Doña Flor, tiene un carácter envolvente con el cual consigue la atención de quienes la rodean, pero se dispersa ante el más mínimo detalle e intenta llevar la conversación por los terrenos que a ella le interesan, en muchos casos insospechados para quien la entrevista.
En diálogo con La Nación , contó curiosos fragmentos de su vida, "que es como una novela brasileña", dijo, por su sobresaltada forma de apasionarse por lo que le interesa, "por correr de país en país detrás de un amor", agregó la actriz, que estuvo tres años en pareja con el actor y fundador del Sundance Institute, Robert Redford. Tras varios intentos de evadir su actual situación profesional (hasta que le dedicó luego casi el total de la entrevista), la actriz brasileña que desarrolló buena parte de su carrera en los Estados Unidos, donde vive, fue contundente: "En mi país ya hace mucho tiempo que nadie me llama para trabajar. Volví después de 8 años para filmar "Tieta do Agreste", película que también produje. Esa pregunta es una investigación que tiene que ser hecha con las personas que no me llamaron, porque yo siempre volví a Brasil, pero para ser maltratada".
Entonces dice que "a veces, la vida es muy mala", aunque asegura no preocuparse más por las desavenencias profesionales que por las personales. "Siempre le di más lugar a mi vida personal. El trabajo fue algo secundario. Si tengo críticas son para la industria, no hacia mi comportamiento. Creo que la responsabilidad de un artista es preocuparse por la vida, para tener material cuando te llaman a trabajar. Si sólo me preocupara por hacer cine, y hago cine y cine sobre cine, mi trabajo y mi vida personal se transforman en el cine sobre el cine del cine. Cuando veo películas tan malas me da mucho miedo, porque observo que los actores no tienen vida. Lo malo sucede cuando uno que viene de la vida se transforma en un actor maravilloso, y el cine te lo quita al transformarte en un profesional. Ganás plata, te cambiás de barrio, de amigos, de casa, tenés empleados, comprás un auto, tenés un chofer. Y cuando te llaman para hacer el papel de la persona del barrio lo tenés que hacer de memoria, y no hay persona que tenga esa memoria."
La canción de Sonia
Aunque el tiempo ya le pasó algunas facturas, Sonia Braga ha revolucionado en Mar del Plata -con su cabello largo y ondeado, su andar desprejuiciado y su simpatía- a los nostálgicos del erotismo brasileño de fines de los años setenta y ochenta. Por la calle, la gente le canta "Oh qué sera qué será, que anda circulando por las alcobas.....", y ella les devuelve el regalo con la pose para una foto, un beso y un abrazo. Constantemente ella se entrega al público en manifestaciones cariñosas. Entonces dice que la película "Doña Flor y sus dos maridos", que Bruno Barreto dirigió en 1978, "no quedó en el pasado, sino que es futuro. Y mi deseo es que permanezca para siempre. Eso es lo bueno de la memoria: preservarnos con las buenas cosas que hemos hecho".
De todas maneras, se siente preocupada por el hecho de constituirse en un ícono del sentimiento brasileño de aquellos años, y que a los 49 la sociedad le ponga algunos límites. "Yo creo que no hay limitaciones para el amor, la sexualidad, la vida. Pero la vida es muy dura con las mujeres. Si un hombre de 50 años sale con una chica de 20 no hay problemas. Pero cuando hablo de los jugadores de fútbol que me gustan, que tienen 23, me dicen: "¡Sonia, estás muy vieja para ellos!" Y les digo: "No es mi culpa que me gusten los jugadores de fútbol y los renueven cada cinco años". Porque cuando me acostumbro a uno para amarlo, los cambian porque no pueden jugar después de los 30. También me gustan los músicos (tuve treinta novios músicos). Pero me gustó y me sigue gustando Caetano Veloso, a los 20, 30, 40, 50, 60 años. Cuando mirás un árbol o una flor no preguntás cuántos años tiene."
Tampoco tiene límites la verborragia de Sonia Braga. Cuenta: "Cuando tenía 30, un chico de 15 años quería relacionarse conmigo. Le dije que no. Pero su madre me lo pidió: "Sonia, por favor. Yo creo que para él será una iniciación maravillosa, tienes mi permiso". Y a mí también me sucedió: a los 15 me envolví con hombres de 40. Pero ellos no le pidieron permiso a mi madre." En la conferencia de prensa, la actriz brasileña también sorprendió con sus declaraciones sobre su interés por conseguir en el cine el papel de una mujer lesbiana. Las risas surgieron cuando Braga dijo que le interesaría formar pareja con la actriz argentina Norma Aleandro. "No es que quiera dejar de ser el objeto del deseo masculino -explicó-. Pienso que para nosotros explorar todo lo que hay en la humanidad es muy bueno, como la arqueología."
Una historia muy "longa"
El despegue internacional de Sonia Braga comenzó a prepararse con los films brasileños "Gabriela" y "Yo te amo", hasta que en 1985 se estrenó en los Estados Unidos "El beso de la mujer araña", la obra de Manuel Puig que Héctor Babenco llevó al cine, protagonizada también por William Hurt y Raúl Juliá. Y paralelo a este lanzamiento también surgió su alejamiento del cine brasileño. "Había viajado a Los Angeles para hacer unas fotos para la Playboy americana mientras esperaba el llamado para volver a Brasil a filmar la continuación de "Yo te amo". En ese tiempo viajé a Italia a encontrarme con un señor, pero como la relación quedó muy mal me fui a Nueva York a visitar a mi mejor amiga. Y allí recibí el llamado de mi abogado de Brasil que me dijo que, si bien el contrato ya estaba firmado, habían decidido hacer la película con otra persona. Entonces me quedé a estudiar inglés."
Braga cuenta que estuvo un año promocionando en EE. UU. "El beso..." "porque Hurt, Juliá y Babenco estaban muy ocupados y yo estaba sin trabajo. La película tenía que tener publicidad constante porque había ganado el Oscar y el estreno fue casi un año después, y la gente se podía olvidar. Viajé al Festival de Cannes para integrar el jurado que presidió Sidney Pollack cuando recibí el llamado de mi agente: Robert Redford quería conocerme para filmar una película. Lo conocí, pero me pidió que hiciera una prueba. Le dije que no, hasta que finalmente acepté, pero como mi inglés era terrible me pagó durante un mes una "dialogue coach". Y así hicimos "Milagro"".
Cuenta que después de la película volvió a Brasil para la fiesta de Año Nuevo. Y en el "lugar más lindo del mundo, Trancoso, me apasioné por un hombre, pero él tenía una novia en Europa y después de un tiempo me dejó. Yo no lo podía entender, me estaba llamando Robert Redford para ir a Sundance, para esquiar, para pasar la temporada con sus amigos, y yo, sufriendo por ese hombre".
En un aeropuerto, por casualidad, Braga dio nuevamente con una novela de Jorge Amado, "Tieta do Agreste", a quien le pidió los derechos para llevarla al cine. "Minha filha, los derechos de mis novelas para el cine siempre serán de todo quien los quiera hacer", le dijo el escritor. "La gente de Redford iba a producirla. Pero ahí ves lo mala que es a veces la vida: en una comida con Amado, me dijo que le habían pedido los derechos para la TV. "Forget it", le dije a Robert. Luego me llamó Paul Mazursky para hacer "Moon over parador". Terminé con Redford. Me mudé para Nueva York, trabajé con Clint Eastwood en "El principiante", entre otras películas y series de TV, pero mi sueño era hacer "Tieta..." en mi país y con todo un equipo brasileño. Finalmente lo conseguí después de cinco años, lo cual me hizo muy feliz. Pero pensé que esa película abriría una nueva etapa en mi vida en Brasil. Y no. Ultimamente, para TV hice diez capítulos de una telenovela y para el cine sólo me llamó un cineasta para hacer un papel en un film que se estrenará próximamente, "Malvada carne".
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