
Una figura clave de la danza contemporánea al ritmo del 2x4
Sidi Larbi Cherkaoui prepara un espectáculo que se estrenará en Europa

A una sala de ensayos ubicada en el último piso del teatro de La Ribera, pleno corazón de La Boca, van llegando personas, que se ubican a los costados del lugar. Se escucha hablar en francés, en inglés y en castellano (obvio). En su mayoría son productores europeos y algunos periodistas suizos, que vinieron exclusivamente a presenciar este ensayo general.
Entre ellos está Robert Lepage, el multifacético creador canadiense que ha trabajado tanto con el Cirque du Soleil como con Peter Gabriel y que montó su versión de El anillo del nibelungo, en el Met. Estando en Chile, se enteró de este ensayo y acá está, esperando que todo esto tome cuerpo. El cuerpo (los cuerpos) son también los de los 12 bailarines que, en el momento indicado, comienzan a bailar tango. Pero no es el tango que conocemos, ni el tango lookeado para un público extranjero. A medida que avanza el ensayo, el corrimiento sobre una estructura del movimiento establecida toma entidad mientras suena un tango casi extraviado, lejano.
Hay momentos raros (como encendidos) en los que la secuencia de movimiento de brazos tienen tanta personalidad que es complejo reparar en los desplazamientos de los pies (o en la ruptura que se produce entre unos y otros). Hay otras escenas en las que la clásica estructura de pareja está radicalmente quebrada para un baile (un tango, o una versión de él) en la que prevalece lo grupal.
Quien está a cargo de esta métrica es Sidi Larbi Cherkaoui, una de las grandes figuras de la danza contemporánea actual. Larbi (a partir de este momento lo llamaremos así para evitar el triste episodio de intentar pronunciar su apellido) ya es conocido para el público local. Pasó por Buenos Aires en dos oportunidades. En 2003 vino con D’avant, inclasificable y maravilloso montaje en el cual cuatro bailarines de las compañías de Sasha Waltz y de Alain Platel exploraban sus infinitos recursos expresivos. Volvió en 2007. Eso fue con Zero Degrees. Ahí bailaba con Akram Khan. Eso fue (¿o seguirá siendo?) pura magia.
Cruces
Quien pensó en él para este espectáculo llamado M¡longa fue Ricardo Szwarcer, productor ejecutivo de este proyecto y actual director de la Usina del Arte. La primera vez que habló con Larbi sobre este asunto fue a fines de 2009. "Lo primero que sentí, fue miedo", reconoce el bailarín. Más allá del miedo original, aceptó. "Debe ser el primer espectáculo de tango realizado por una figura de la danza contemporánea de estirpe internacional", apunta Szwarcer.
En agosto de 2010 se realizó el primer encuentro en Buenos Aires. En aquel tiempo, Szwarcer era el director del Festival Grec, de Barcelona. Para el festival había programado Dunas, el espectáculo basado en el flamenco que Larbi baila con la española María Pagés. También programó Sutra, en el que este exquisito bailarín y coreógrafo actúa junto con 17 monjes del templo chino de Shaolín, en un montaje que revela la condición espiritual que se esconde en el kung-fu. En ese trabajo, la música pertenece a Szymon Brzóska, justamente el mismo compositor polaco que Larbi convocó para M¡longa y quien tuvo largas jornadas de trabajo con el compositor argentino Fernando Marzán.
A cinco semanas del estreno mundial –que será en el Théâtre du Jorat, de Lausana, Suiza– M¡longa parece ser el nuevo desafío artístico de este belga-marroquí que se la pasa girando por el mundo. M¡longa tiene un destino global. De hecho, luego de su estreno lo espera una gira que, ya incluye a Estambul, Lyon, Roma, Nueva York, Londres o Los Ángeles para un espectáculo producido por el Sadler’s Wells Theatre, de Londres; que cuenta con la coproducción de 8 instituciones culturales internacionales y el auspicio del Ministerio de Cultura de Buenos Aires. "Pero eso no implica que se trate de un espectáculo pensado para un público europeo o norteamericano. Yo quiero que el público tanguero de acá también lo disfrute", confiesa Larbi.
Durante todo este largo viaje y hasta el estreno vino varias veces a Buenos Aires. "Tomé clases de tango y fui a muchas tanguerías. Aprendí mucho de todo eso y me dejé llevar por lo grupal que tiene este baile", dice.
Para el armado optó por bailarines de tango a quienes debía llevar hacia la danza contemporánea. Seleccionó cinco parejas y trajo de Europa a una pareja de contemporáneo (él, francés; ella, argentina radicada en Marsella). En este rompecabezas con reglas propias y estrictas, quebrarles la estructura del movimiento fue una empresa compleja. "Más todavía en los hombres, que están acostumbrados a liderar el baile", reconoce Larbi después de un ensayo que culmina en el escenario de La Ribera, donde el quinteto de músicos acompañantes hace sonar unos tangazos.
"Lo que más me atrae del tango es el abrazo eterno entre los bailarines. Cuando una pareja baila tango uno siente el diálogo hipnótico entre los dos cuerpos que se encuentran y se funden el uno con el otro entre sí", agrega. En este caso, más que el abrazo entre dos cuerpos se imponen los tríos o el grupo en su totalidad. En esas secuencias el coreógrafo parecer imponer más claramente sus propias reglas logrando un extrañamiento burlón, compadrito y radicalmente contemporáneo.