Una Evita equilibrada, pero fría
LOS ANGELES.- Con una proyección especial para la prensa internacional comenzó anteanoche a develarse aquí el misterio de "Evita", la realización de Alan Parker, protagonizada por Madonna, que tiene todos los elementos para convertirse en una de las películas de las que más se hablará en los próximos meses y no sólo en la Argentina, en donde está previsto el estreno del film para el año próximo.
En el film se advierte el esfuerzo del director por tomar distancia de los elementos más incómodos que aparecen en la ópera rock sobre la que se inspira. Parker consigue así un retrato más equilibrado de la figura de Eva Perón, pero no logra escapar a cierta frialdad en la descripción de las situaciones en las que se desarrolla la historia.
El estreno de la película llega de la mano de una fuerte ofensiva promocional con la que se trata de explotar comercialmente la "moda-Evita", un estilo que incluye vestidos, cosméticos, peinados y accesorios.
La "Evita" de Parker y de Madonna será estrenada el día de Navidad en esta ciudad y en Nueva York. En el resto de los Estados Unidos comenzará a verse el 10 de enero y, una semana después, iniciará su camino en el resto del mundo.
Volvió y ganará millones
Con el preestreno para la prensa internacional, comenzó formalmente la carrera de la tan discutida "Evita" de Alan Parker hacia el verdicto de las bases (en este caso, el público). Un crítico de La Nación cuenta desde Los Angeles cómo es el film, que veremos en 1997.
LOS ANGELES.- La prensa internacional pudo, por fin, ver "Evita", la realización de Alan Parker que tanto ha dado -y dará- que hablar. Tras la primera visión, se advierten dos esfuerzos desesperados del director: primero, blanquear de la ópera-rock original aquellos puntos irritantes para la caracterización de Eva Perón; luego, buscar los dispositivos necesarios para fortificar la emoción. Consigue el propósito inicial; hay visibles debilidades en lo segundo.
Había mucha ansiedad por conocer el resultado del trabajo de un equipo que, según Parker, rodó 3.000 tomas para convertirlas en 299 escenas contenidas en 31 temas musicales, algunos de los cuales se reiteran.
Había expectativas, aquí en la tierra del cine, por saber cómo encaraba Madonna el primer personaje con quien, si no la supera, juega de igual a igual. Para los argentinos invitados a anticiparnos a la novedad, hay en el film contenidos añadidos -históricos, afectivos y de simple curiosidad- que no cuentan en otros espectadores.
La crítica vio el film en una sala atestada de público, aun cuando no se habían cubierto las primeras siete filas, cruzadas con una cinta: "Preferimos que no haya nadie aquí, porque en estos sitios el sonido sufre distorsiones", avisó un cuidador minucioso.
La cinta se abre con unas voces en español, detrás del fondo negro de los títulos. Es un cine donde están pasando una película. Cuando la proyección se corta, un anunciador advierte que terminó la función: a las 20.25 de ese día había muerto Eva Perón.
En un anticipado convoy de imágenes, la narración va hacia atrás, 1926, en Chivilcoy; vuelve al 26 de julio de 1952, pero la acción pasó del cine al desfile de la cureña con los restos de Eva.
Una mujer y un hombre bailan con paso de tango el llanto y el dolor.
Reconocemos a Madonna y a Antonio Banderas, aunque la cámara, desde lo alto, los encierra en una nebulosa de distancia, opacidades ocres y movimiento con música intensa y melancólica; la voz de Madonna anticipa unos versos de "No llores por mí, Argentina", que el film recogerá luego, en el transcurso, dos veces más, ambas en el balcón de la Casa Rosada.
Así, con este vaivén temporal que enuncia un resumen anticipado a la historia propiamente dicha y un nuevo retroceso -Junín, 1936- pone en acción el orden definitivo de la anécdota.
Temas bien conocidos -la historia real y la reconstrucción que hizo la ópera-rock que el músico Andrew Lloyd Webber y el poeta Tim Rice escribieron en 1976- pasa por la pantalla: la muerte del padre de Evita, el desdén de la familia del padre por la "otra" mujer y sus hijos; la llegada del cantor Magaldi al pueblo y Eva, que viene con él a Buenos Aires; el ascenso apresurado de la chica en la vida nocherniega porteña, el conocimiento de Perón y el ascenso político hasta la muerte impensable.
Melodrama o tragedia
La estructura es la del melodrama o la tragedia femenina. Lo anticipa Alan Parker: "La vida de Evita es la mitificación de Tristán e Isolda con el dolor de "La Bohème", Madonna confiesa que sólo podía exponerse animando un personaje de tal dimensión.
Ni la ópera-rock original ni Alan Parker están en contra de Eva Perón. El texto dramático la describe en su ambición y en su dolor ante la soledad y el desprecio. Webber y Rice fueron los primeros que justificaron el revanchismo satánico de Evita y su desprecio por las clases de arriba -en un relato dramático, al menos- con la expresión de aquel trauma de infancia por el que quisieron impedirle despedir a su padre muerto.
La versión fue luego repetida por otros films y obras y por abundante novelería.
Parker insiste en que quiso una visión "balanceada" de Eva Perón. "Ni prostituta ni mártir: mujer", se ataja.
Sin intenciones
Por eso, su versión fílmica no sigue ninguna puesta teatral previa, ninguna coreografía ni intención. Y tanto es así, que el film estrena un nuevo tema musical, "You must love me", escrito especialmente; y repone, con nueva letra de Tim Rice, el tema "The Lady`s Got Potencial", nunca interpretado en las puestas teatrales. Lo entona el Che, es decir Antonio Banderas, y describe situaciones políticas de la Argentina gobierno de Perón. La preocupación de Parker por el "balance" de la figura de Eva es excesiva. No sólo quita de en medio camas y puertas molestas en las versiones teatrales, para situar los cambios de amores de Eva joven en parejas de baile con las que va alternando durante una canción.
También idealiza a la mujer con una cámara donde Evita es siempre parte de un conjunto y poco dueña de primeros planos, excepto sobre el final, cuando, en un mar de lágrimas, apoyada sobre la almohada y con el contraplano imaginario de Perón, se pregunta desde la canción: "¿Adónde voy a ir ahora...?", el mismo interrogante que se había hecho al ser abandona por Magaldi, con unos 15 años apenas, y en el brillo empedrado de una calle.
El "balance" resulta distanciador y vuelve visible el esfuerzo por "objetivizar" el personaje, sin dejarlo estallar con la emoción que, en algún momento, debieran compartir el espectador y la desesperada protagonista. Ese momento, esperado, deseado, no llega...
Parker es muy honesto en su propósito, pero la audiencia quiere sangre y no cartón pintado. Esto último dicho con el mayor respeto y sin intención de sugerir que el cartón bien pintado -este es el caso- no contenga otros efectos.
Primeros planos
Valga lo siguiente: todos sabemos que en las noches del rodaje frente al balcón de la Rosada había tres o cuatro mil extras en la plaza;sin emb argo, el realizador se inclina sólo por los primeros planos de gente sufrida y con la piel del color de las provincias.
Estos planos sugestivos ayudan con los sentimientos, y esto es cine, pero otros dispositivos cinematográficos -las canciones en off, por ejemplo, mientras la imagen ilustra las letras- sólo producen distanciamiento.
En el esfuerzo por romper con la teatralidad, se quiebra también el vigor escénico compartido por la audiencia del teatro, que ve al actor entregar su carne y su sudor tras dos horas de escenazrio.
En "Evita", el film, el desfallecimiento compartido del actor y del espectador quedan ocultos en el juego del canto y de la imagen, que, de por sí, no son funcionales en un medio en exceso realista como el cine.
El peronismo es descripto por Parker con la expansividad masiva que tuvo, y para ello le imprime el fasto de las multitudes siempre listas para llenar plazas y avenidas, con los puños firmes y en alto, obedientes al mandato de un hombre o de una mujer.
Eva, apurada por vivir
La figura de Eva emerge en su grandeza de mujer temeraria, adicta tanto a la adulación como a la negación de la soledad o a la prodigalidad bíblica. En su premura por vivir se deja ver el apuro de la vitalidad urgente. Si la ambición no es mal vista, porque también es un airtud, la Eva de Alan Parker puede ser amada por amigos y enemigos (si aún los hoy), quizá en la intimidad.
El retrato de la mujer de Perón -aunque por momentos se pierde en la inmensa fragmentaciónde la acción- no tiene flaquezas; es enorme en la ambición, gigante en su sentido de la conducción y delicado en el dolor. Habrá gran curiosidad en las audiencias de un film destinado a romper boleterías en el mundo entero, también en la Argentina, cuya exhibición sin miedos y sin trabas será un acto adulto.
Es seguro que en Parker se nota la presión que le produjo rodar en Buenos Aires. "Voy a cuidar la imagen de Eva, pero yo no voy a doblar mi condición de artista", le dijo Parker al Dr. Carlos Menem (se le agradece en los títulos del final). Y así habrá sido, pero el sitio, los empujones del periodismo y del pueblo condicionaron su actitud de realizador no indiferente.
Al terminar de ver "Evita", alguien dijo que se ve tan poco de Buenos Aires que se pudo filmar en otro sitio. Es verad, pero Buenos Aires se siente, está en cada toma, debajo de los sepias de la extraña fotografía de Darius Khondji, un francés de origen persa, y en los fondos nebulosos de las multitudes. Buenos Aires está en las declaraciones sobre el "asedio peligroso" que sufrió Madonna y del que no hace más que quejarse.
Más que musical, una ópera
Las canciones, adiferencia del teatro (Parker filma una ópera y no un simple "musical") funcionan de modo diverso en la estructura narrativa: las hay puramente descriptivas; o son canciones dentro del tema de la obra (Magaldi canta un tango con público, por ejemplo);o son bloques de diálogo (el dúo de Eva y Perón, cuando se conocen, es un de los puntos más empinados); o se trata de monólogos interiores.
Sobre este esquema, Parker construye la escena, sujetado tantas veces por el ritmo o la forma de cada tema.
Jamás se niega a describir a las multitudes como un momento histórico en el que ellas, espejo del estadista, son manipuladas por el hombre de Estado o son quienes crean al estadista para encontrar su razón de ser.
Parker interpreta en su film este momento de la sociedcad de masas, pero no se deja tentar por atribuirle la progenie fascista que le había conferido a la multitud en su anterior "Pink Floyd: The Wall". Es un gesto adulto.
En su placer por el espectáculo, Parker no pierde la oportunidad de incluir a su protagonista (Evita/Madonna) en una Argentina que se manifiesta por una inmensa teatralidad. El país como escenario.
La idea es que en ese ilimitado proscenio habitan la realidad de a fragmentos y sus constructores, por obra del gesto prominente y la palabra aprendida. Como quería Borges, muy citado por Parker, la simulación (que no es la ficción a secas) resulta más verdadera y creíble que la realidad misma o que el esuferzo por construirla.
Con habilidad, Parker habla de haber impuesto un "naturalismo" a los hechos al rodar en Buenos Aires, aunque Budapest se le parezca demasiado. Es que el "naturalismo" -algo más que un simple realismo- pone en evidencia la representación, y ahí reside el arte.
Pryce, un Perón inolvidable
Madonna hace grandes esfuerzos por quebrar su frialdad natural. A veces lo logra. Este film es un buen paso en su futuro. Los laureles se los lleva Jonathan Pryce, cuyo Perón será inolvidable. Antonio Banderas hace "facha" todo lo que puede, porque su personaje del Che (aquél Juan Pueblo de quien se hablaba cuando éramos chicos) está descolorido a fuerza de quitarle las contradicciones con las que fue concebido por sus autores, cuando, al escribir la obra en los años setenta, entendieron que en su persona podían abarcar la mirada de la izquierda, qu buscaba tirar a Eva para su lado.
En la ficción de la ópera, ella puja por su pueblo de siempre o por los renovadores. Ganan los primeros, en una premonición de los autores que hoy no tiene gracia. Por eso, la perdió también este nuevo e híbrido Che. Se conserva en tanto, a viva voz, la grandeza de la creación total de Webber y Rice.
En los Estados Unidos, las dos grandes revistas de noticias abrieron la polémica. El archiconocido y admirado Richard Corliss, de Time, recomienda fervorosamente el film para hallar en él "el alma del musical", meintras David Ansen, de Newsweek, lo considera una frustración. También esta Evita divide en dos las opiniones.
Una visión norteamieciana de la película
Sentido: el crítico del prestigioso semanario norteamericano señala que "Evita" se queda en la superficie en lugar de profundizar, y que lo confuso del film no llega a conmover al espectador.
NUEVA YORK (Newsweek).- La espectacular superproducción de "Evita" de Alan Parker comienza, asombrosamente, en un cine de Buenos Aires, donde un melodrama en blanco y negro se ve interrumpido por el anuncio de la muerte de Eva Perón. Los espectadores irrumpen en sollozos.
En un salto en el tiempo, Parker nos lleva a la infancia de la pequeña Eva, una niña de campo, hija ilegítima, excluida del funeral de su padre por su mujer de clase media; un trauma que siembra las semillas de su feroz resentimiento de clases.
Ahora estamos en su funeral público. Miles de personas, de luto, llenan las calles, mientras el cínico narrador del film (Antonio Banderas) socava la pompa y la circunstancia: "As soon as the smoke from the funeral clears, we`re all gonna see she did nothing for years." ("En cuanto se dispersa el humo del funeral, todos veremos que no hizo nada en todos estos años.") Esto nos demuestra que Parker puede conseguir que el musical sin diálogo de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice se convierta en una encantadora ópera.
Los trajes de Penny Rose son una locura. Las imágenes lustrosas de Darius Khondji merecen ser retratadas. Los diseños de producción de Brian Morris evocan espléndidamente la Argentina de los años treinta, cuarenta y comienzos de los cincuenta, las décadas durante las que la ambiciosa Evita (Madonna) emerge de ser una actriz menor a la cumbre del poder político, del brazo de Juan Perón (Jonathan Pryce). Es magnífico. Realmente, una epopeya. Espectacular. Pero al cabo de dos horas, todo resulta emocionalmente impenetrable.
Lo que no pueden solucionar todas las asombrosas técnicas de Parker es el problema que se crea en la puesta del show: nunca tuvo un punto de vista coherente respecto de la heroína, y aún le sigue faltando.
Si ella fue realmente tan cínica y oportunista, como nos relata constantemente el narrador, ¿por qué la música nos lleva a llorarla como una figura trágica?
Quizá Parker esté convencido de que nos presenta una visión "equilibrada" de Eva Perón -tan venerada aún por sus partidarios en la Argentina como por propios sus enemigos - pero en ambos sentidos no hay equilibrio; todo es confuso. Se preocupa demasiado por el material, descuidando la integridad del film.
No es culpa de Madonna que "Evita" se sienta como remota. Su actuación es de lo más comprometida, captura el espíritu de acero de Evita, aunque no transmite el carisma que hipnotizó a toda una nación.
Con la fuerza que siempre la caracteriza, sigue siendo mejor intérprete que actriz. Esto queda bien demostrado en sus escenas junto a un Pryce inexpresivo, que hasta su propio poder parece estar en reposo.
Madonna y Banderas son mejores intérpretes, pero como no tienen a nadie más que al público a quien dirigirse, a veces pareciera que estuviesen vendiendo su propio producto.
Las canciones grabadas no ayudan para nada a los actores. Hay una sutil dislocación entre las imágenes y el sonido que mantiene el drama encapsulado en una burbuja de aura.
¡Qué película más provocadora y frustrante a la vez! Uno desea ser arrastrado por su superficie seductora, pero nunca sale más de ahí. En lugar de sumergirnos en la metamorfosis sorprendente de Evita, el film se mantiene opaco. En lugar de profundizar, nos quedamos en la superficie.
Al final, sabía que tendría que emocionarme, pero no pude imaginarme qué era lo que tanto me tendría que haber emocionado.
Quizá a todos los que les gustó el show, les guste también la película, es realmente impresionante. Aunque sigo sin encontrar el sentido de lo que dice.
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