Un universo de mujeres entre santas y profanas
Especialista en la obra de Santiago Loza, dirige Amarás la noche, inquietante relación de una madre con su hija
Un nuevo texto del dramaturgo Santiago Loza se estrena en Buenos Aires. Se trata de Amarás la noche, un material que expone de manera inquietante la relación de una madre con su hija. Con dirección de Mónica Viñao, la obra está interpretada por Silvia Dietrich y Verónica Schneck y se presentará, a partir de hoy, en El Camarín de las Musas.
Este proyecto, con el que Viñao comenzó a fantasear hace algo más de un año, surgió a partir de la profunda admiración que la directora tiene por el autor. Vio todos sus espectáculos y descubrió que el mundo interior que transmite está muy ligado con sus intereses escénicos. Le pidió un texto a Loza y él le acercó esta propuesta que de inmediato la creadora decidió llevar a escena.
Durante un tiempo ensayó dos espectáculos: Cartas de la ausente, de Ariel Barchilón, que acaba de levantar su segunda y exitosa temporada en el Teatro Nacional Cervantes, y esta pieza de Loza. Un grave problema de salud separó a Viñao del escenario por unos meses. Ya recuperada retomó la obra y hasta encuentra que la enfermedad la ayudó a profundizar en ciertas zonas del texto, aquellas que requieren una gran sensibilidad.
"Me interesa mucho Santiago Loza (Nada del amor me produce envidia, Todo verde, La mujer puerca, entre otras) -comenta la directora. Es joven y sus materiales son casi literarios, muy poco teatrales. Escribí unas palabras para el programa y allí digo que me interesa mucho su teatralidad pero, en verdad, es una teatralidad no explícita. No tiene acción dramática per se, sino que vos tenés que buscarla, encontrarla en la actuación y ése es un muy bien ejercicio para los intérpretes. En Amarás la noche hay un texto escrito pero también hay otro, por debajo, que guía a los actores en sus acciones."
Desde hace un tiempo Viñao ha decidido dar un vuelco a su producción. Viene montando dramas más clásicos en lo formal, convencida de que necesita llegar más directamente al espectador, algo que en otras etapas de su carrera no sucedía.
"El teatro también cambió mucho aclara-. Cuando comencé a dirigir había menos teatro o había un teatro más performático, más visual. Siempre me interesó el texto pero creaba unas intertextualidades muy interesantes en las que combinaba materiales narrativos con otros dramáticos. Estaba muy pendiente de la puesta, más retirada del espectador, aunque el proyecto se ofreciera en una sala pequeña. No llegaba al corazón del público. Ahora es al revés. Fue un proceso, el cambio no es a propósito. Se dio en el teatro y también en mí."
En el teatro de Santiago Loza, en general, dominan los personajes femeninos. Cuando se le pide a Viñao una reflexión acerca del tratamiento que el autor le da a la mujer, ella es muy contundente en su respuesta: "No haría una obra de él que sólo mostrara a personajes masculinos, porque son raros. Santiago es una mezcla de Almodóvar y Szifron. Me gusta mucho cómo ve a la mujer, entre santa y profana, con muchas contradicciones. Algunas son trágicas pero se ríen de sí mismas y ésas me provocan más. Ponerse tan solemne respecto de la vida es inútil, no va..."
Antes del estreno de Amarás la noche, Mónica Viñao ya está preparando tres experiencias muy distintas. Lee con mucho interés piezas de Patricia Zangaro. "Si ella quiere y yo quiero tal vez monte alguna", comenta sonriendo. Tiene en carpeta una nueva obra de Ariel Barchilón cuyo título no adelanta y está fascinada con una versión teatral que realizó de Tres amaneceres, del italiano Alessandro Baricco, y que piensa para una sala oficial.
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