Un tributo a la memoria del folklore
Leda Valladares: la cantante, que acaba de editar un nuevo CD de recopilaciones, fue homenajeada por sus colegas.
"Soy una mujer grande que descubrió que podía cantar coplas. Y eso es gracias a usted", dijo la cantora Teresa Cruz. Y luego de ese agradecimiento siguieron otros, pronunciados por cantores poco conocidos de bagualas y vidalas y por músicos consagrados de distintos géneros, que se reunieron el jueves último en el Centro Cultural Rojas para rendirle homenaje a la música e investigadora tucumana Leda Valladares.
El motivo del encuentro fue la presentación del CD "La montaña va a la escuela", el tercer trabajo que Valladares produjo para la serie Mapa Musical de la Argentina, publicada por Discos del Rojas y el sello Melopea. Sin embargo, el lanzamiento resultó la mejor excusa para rendirle tributo a esta hurgadora incansable, que recorrió el noroeste argentino con un grabador para registrar el canto con caja: esa expresión de la voz desnuda, una música ancestral, herencia de los pueblos andinos.
Su periplo por ranchos y carnavales, por valles y quebradas, empezó en la década del sesenta, pero la pasión por el canto anónimo que toma forma en los versos de las coplas es anterior. Cuando Leda era una joven de 22 años decidió tomarse unos días de vacaciones en Cafayate, Salta. Una madrugada se despertó por el canto de tres bagualeras, quienes dejaron en sus oídos unos sonidos que, hasta entonces, desconocía.
Ahora, Valladares es una señora de setenta y pico, que hace pocos días recibió el cariño y el agradecimiento de los que escucharon sus recopilaciones, de vidaleros y bagualeros que aprendieron a cantar con ella, de otros intérpretes que vinieron especialmente desde distintas provincias, y de figuras destacadas, como León Gieco, Cecilia Rossetto, Horacio Molina y Suna Rocha.
Fue el premio a una labor que comenzó por la cosecha y siguió con la siembra. Porque luego de registrar cantos ancestrales llegó el momento de difundirlos y enseñarlos. Fue por eso que Valladares dio cursos de canto con caja y convocó a cien maestras de colegios primarios para transmitirles esta música. Más tarde las reunió para grabar 15 piezas que están editadas en "La montaña va a la escuela" (el resto del repertorio son recopilaciones grabadas hace tres décadas e interpretadas por estudiantes secundarios y niños). "¿Cosechar y después sembrar? Sí, ése ha sido el orden lógico de los acontecimientos. ¿Qué hubiera podido enseñar si no descubro, por casualidad, en un pueblo de Salta, esos cantos de carnavales tan maravilloso que nunca había oído antes? Sin esa noche de gracia que me dio tata Dios hubiera seguido analfabeta del folklore de mi país -contó Valladares a La Nación luego del encuentro-. Me parece un milagro haber descubierto esos tesoros. Eso me decidió a encarar por mi cuenta las investigaciones, grabar en los ranchos e ir publicando el material."
Buena parte del valioso archivo sonoro de la investigadora (con material tomado en su lugar de origen) poco a poco quedará integrado a la colección de Mapas Musicales. El primer volumen, lanzado en 1997, es el "Documental folklórico de la Quebrada de Humahuaca" y el segundo, publicado el último año, contiene el testimonio de "Cantores de patios y de los valles" de Tucumán. "No sé cuándo saldrán los siguientes. Recién se acaba de publicar el tercero, pero todavía tengo muchos documentos de Catamarca, Santiago del Estero, La Rioja y Salta", asegura Valladares, que también se mantiene atenta a la enseñanza. "Esto, además de difundir es crear conciencia de cómo se descuidan las músicas. Esa es hoy la tarea más urgente. El trabajo es emocionante, peligroso y lento -resume-. A mí la vida me sorprendió durmiendo. Eran los gritos de las bagualas que me despertaron a la realidad musical del país."