Un nuevo unipersonal teatral se estrena por Internet
Son muchos los planes que ha desbaratado esta cuarentena. El de UNA, unipersonal escrito y dirigido por Giampaolo Samá, es otro caso para sumar a la larga lista de postergaciones y reinvenciones dentro del mundo del teatro porteño, que intenta acomodarse de algún modo en este nuevo contexto. La obra, protagonizada por Miriam Odorico, iba a estrenarse en Timbre 4 el 21 de marzo, pero las restricciones ordenadas por las autoridades lo impidieron. Una semana después, el 28 de marzo, se subió a YouTube una filmación que se hizo un poco a las apuradas. Ahora habrá una nueva posibilidad de verla, a partir del domingo 31 de mayo y hasta el miércoles 3 de junio, pero en un versión pensada especialmente para ser grabada y ofrecida en streaming en la página del teatro de Boedo fundado por Claudio Tolcachir (timbre4.com), con el sistema de la gorra virtual.
Los unipersonales son, en el universo del teatro filmado, los más sencillos para producir y de resultados finales más cercanos a los de una experiencia teatral de cuerpo presente. Miriam Odorico, de todos modos, aclara de entrada que ya extraña las funciones con público: "Primero pensé que podía actuar imaginándome que la gente estaba ahí, que iba a ser lo mismo, pero en realidad yo le hablé a una cámara. Lo que veía era eso, apenas el ojo de una cámara... Sentí una soledad infinita. Y también me inquieta la idea de salas con la mitad de espectadores, por la energía diferente que eso supone y porque los que actuamos por lo general queremos vivir de esto".
Esta pieza es una adaptación libre, y sintetizada de Uno, ninguno y cien mil, la novela de Pirandello, protagonizada por un hombre que sufre una crisis de identidad por una banal observación sobre su nariz que le hace su mujer mientras se mira en el espejo. A partir de este momento, el espejo le devolverá la imagen del otro, del hombre que no es, sino que parece ser: el individuo que no es uno sino cien mil, alguien con tantas personalidades como los demás puedan atribuir. "Cuando leí la adaptación de Giampaolo me encantó. Estuve mucho tiempo intentando que la pase al femenino hasta que lo convencí. Es una síntesis exquisita de una novela larguísima", revela la actriz.
"Pirandello decía que es una novela de descomposición del yo. Mi idea fue respetar ese espíritu -señala el dramaturgo y director-. La obra es un intento de romper las construcciones que hacemos del otro, de desmontar los prejuicios que tenemos sobre los demás. Las personas tenemos muchas facetas internas. Y la protagonista está buscando encontrar un verdadero yo, al que finalmente llega mediante la fuga hacia la locura. Una locura consciente, pensada como un espacio de libertad extrema que tiene su precio, claro, pero que al fin y al cabo es libertad. Esta mujer se reconoce en una, en ninguna, en cien mil... Me pareció muy fuerte y muy contemporáneo que sea una mujer la que intenta recuperar un yo, una consistencia, algo que no sea lo que le dicen los demás, que busque empoderarse y reafirmarse. Y la obra también plantea el interrogante de cuántas realidades existen. Hoy estamos viviendo una de distanciamiento y proliferación de pantallas. La pregunta es cuántas pantallas ponemos nosotros mismos cuando nos movemos en sociedad en base a los prejuicios sobre los demás".
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