Un nuevo estreno virtual con Arturo Bonín y Federico Marrale
Que la muerte está ahí, acechando y dispuesta a ganar se sabe desde siempre. Pero a veces se piensa en otra cosa para aligerar un poco el asunto. Si la pandemia puso algo de relieve es la precariedad y la fragilidad de la vida y, claro, parece obligar a no dejar nada que se quiera hacer ahora para más adelante. El mundo entero sucumbió ante los estragos del futuro incierto. Cosas que supimos siempre, la nueva obra que escribió y dirige Ignacio Apolo y que tiene a Arturo Bonín y a Federico Marrale, como protagonistas trata sobre los puntos más duros de la existencia con humanidad y dulzura, esas que permean la escena y permiten la reflexión.
El proyecto comenzó a tomar forma allá por agosto cuando la idea de la presencialidad en el teatro era una locura solo de pensarlo. Primeros ensayos por Zoom, luego con protocolos mediante y cuidados extremos, los tres comenzaron a juntarse en la casa de Bonín que tiene espacio. Y como las condiciones no estaban para convivir con la platea, la idea del streaming empezó a tomar forma. Así nació lo que se puede ver desde este viernes 19 de febrero por el canal de YouTube de DucheZarate con entradas a la gorra por Alternativa Teatral. La duración es de 35 minutos, extensión poco frecuente para las artes escénicas porteñas que en su mayoría superan la hora de duración o si no se van a los formatos más pequeños, de 15 minutos, que se inauguraron con fuerza hace unos pocos años con la llegada de Microteatro. Este formato más parecido al mediometraje para el teatro es una novedad pandémica. Una duración que parece ideal para los tiempos cibernéticos y que condensa la historia.
“Trabajamos todo el tiempo con una pequeña paradoja porque por un lado no queremos representar bajo las condiciones de reproducción de los medios audiovisuales, pero al mismo tiempo nuestro proyecto se ancla en un medio audiovisual. Así que la idea desde la dirección fue que se vea que se trata de una escenografía escénica, grabarla en un teatro, que tenga la sensación del punto de vista de la platea que está mirando eso en una continuidad” cuenta Apolo sobre el proceso de trabajo.
Antonio (Bonín) está escondido. Fuera de ese cuarto hay una fiesta en la que a él le cuesta estar. A ese rincón lleno de recuerdos llega su hijo (Marrale). Entre confesiones muy dolorosas harán un repaso de la vida. “La conciencia de la muerte es algo muy extraña para el hombre. Todo el tiempo el impuso vital nos hace alejarnos de eso. Y vuelve, retorna. En esta mediana edad que tiene el hijo de la obra en la cual nuestros padres se están yendo o se están por ir, la conciencia es más fuerte y el momento es más inasible. La pandemia nos obliga a detenernos en estas reflexiones, aunque sin embargo, nuestro día a día notamos que está hecho de las mismas pequeñas cosas de siempre. En el caso de esta obra justamente se quiere hacer algo grande, se quiere hacer una fiesta, y la condición más profunda sucede en lo más pequeño que es un rincón con un padre y un hijo escondidos, en intimidad hablando de lo que nunca hablaron”, agrega Apolo que está contento con el resultado.
El mundo ha cambiado o por lo menos así parece. Sin tiempo suficiente de perspectiva para pensar qué quedará de todo esto en un futuro, los temas de siempre se resignifican. “Lo cotidiano, eso que uno da por sentado, ya no lo es así. Por eso la frase del padre que dice ‘quedémonos un rato más´ a los ojos de la pandemia cobra otra fuerza. Estamos en el momento de la captura del instante” cuenta Apolo que escribió una versión antes de la pandemia pero terminó de tomar forma definitiva durante los meses de confinamiento.
“La pandemia nos instala en esa sensación de que en un instante puede desaparecer todo para uno -cuenta Bonín, el padre de esta historia-. Porque parece que este bicho se reformula, se amplía y su capacidad de daño va creciendo. Y el cambio se produce también en el teatro que se transforma en un híbrido. El ritual a recuperar es aquel de alguien sentado en una platea y alguien que cuente un cuento; y creo que lo vamos a lograr, con tiempo y vacuna mediante. Hay un chiste que me encanta: le preguntan a un naturalista cómo hacen el amor los puercoespines y les dice ´con mucho cuidado´. Con mucho cuidado, con vacunas, con respeto por las normas y amor por el otro fundamentalmente recuperamos la vida que teníamos”. Claro, para el mundo del teatro la preocupación sobre el futuro es un interrogante que duele y mucho. Qué quedará, cómo y si se podrá en un mediano o largo plazo recuperar aquello que da vida, salud y trabajo a mucha gente.
“Me gusta el planteo de la obra en el que se da la confesión del padre. La muerte, es cierto, es algo trascendente pero toda la humanidad pasó por ella. Tendríamos que incorporarla un poco más a la vida. El dolor no está en el que se va. El dolor, creo, está en el que se queda sin posibilidades de seguir creando y recreando esa relación tan rica, tan loca como es la de padre a hijo. En la relectura que se hace de todo a partir de la pandemia, el padre parece que es premonitorio porque lo único que pide es quedarse un rato más y creo que la pandemia nos deja a todos en esta misma situación de decir ´puta, ¿ya se termina todo? No, dame una yapa´. Es la situación que atravesamos” agrega Bonín que para componer a este Antonio buceó en su propia historia, en su relación con su hijo que tiene una edad parecida al que compone Marrale en la ficción. “A Federico lo conozco desde niño por mi relación de amistad y de compartir trabajos con su padre (Jorge Marrale). Y la mirada de un padre hacia un hijo siempre es la misma: son hijos hasta el fin de los días. Y esta posibilidad de frenarse y de pararse y hacer una evaluación de la forma en que se desarrolló nuestro hijo y sentirse tranquilo con eso es algo muy bello que tiene la obra. No es un triunfo o un éxito del padre, es un triunfo del hijo. Lo interesante de esta obra es eso poder blanquear la relación”.
Federico Marrale por su parte también buscó en esta relación con su propio padre, con las edades, con la pandemia y con la fuerte preocupación en la que se instaló el mundo y específicamente la profesión del actor. “Hay días en que soy muy pesimista y días que menos. Siento que la profesión murió y la estamos reinventando. La gente no está yendo al teatro salvo raras excepciones. La pandemia nos puso muy claro y en frente que estamos de paso. Y que en cualquier momento te podés ir. El teatro lo que hace es que podemos estar un poco más vivos. Pienso en un renacer del teatro en ese punto”, agrega Marrale que sabe que lo que hicieron este año para mantener viva la escena fue apoteótico. Reuniones virtuales, encuentros luego con barbijos, cuidados. “La idea es hacerla presencial pero somos personas que nos cuidamos muchísimo. Queremos que gran parte o toda la población vacunada. Y en ese momento veremos en qué situación estamos. Los teatros independientes están cayendo como moscas. Es muy complicado el panorama”.
Para agendar:
Desde este viernes 19 de febrero por el canal de YouTube de DucheZarate, entradas a la gorra por Alternativa Teatral.
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