Un milagro tropical de clase media
La cumbia es un género que fue bajando por Sudámerica y se instaló en la Argentina hace más de medio siglo. Tiene su tradición, su estética, sus sub-corrientes, sus autores y su propio folklore, como otros géneros populares. A diferencia del prejuicio habitual del oído clase media y elitista, la cumbia también tiene sus momentos cero, sus instancias de refundanción con personajes que marcan la diferencia. Ya no se trata de los grupos fabricados en serie, como sucede también en el pop argentino, o de esas bandas forjadas por productores que duran unos meses y desaparecen del circuito bailantero. Se trata de aquellos autores de cumbia que hacen la diferencia, los que permanecen, los que se mezclan como himnos populares en el incosciente colectivo. La cumbia argentina tiene sus propios dialectos y próceres. Como señala Mariano del Aguila, autor del libro Familias musicales junto a Martín Roissi, en una nota del periodista Ramiro García Morete, hay un momento cero del género cumbiero local en diferentes estilos: "A la cumbia villera la diseñó Lescano, sin dudas: él compuso para el primer grupo del género; Juan Carlos Denis es el que decide cambiar el acordeón por la guitarra, eso lo convierte en un momento cero y nace la cumbia santafecina. La Mona Jiménez es el antes y después del cuarteto, y en la guaracha el ídolo indiscutido es Koli Arce".
María Bianchi, la cumbiera de clase media, canonizada santa por el culto popular como Gilda, entra en ese mismo listado de artistas decisivos. Si bien ya había mujeres como Gladys la Bomba Tucumana y Lía Crucet, que habían explorado el camino de la popularidad a caballito de un hit, Gilda le aportó al género un repertorio nuevo, de 80 canciones, con una toma de posición femenina en un ambiente machista y misógino con temas como "Corazón herido", "No me arrepiento de este amor", "Fuiste" y "Corazón valiente". A la vez, junto a su compañero musical Toti Giménez, dotó a su música de una identidad fronteriz, sumando cumbia norteña y chicha peruana cuando todavía no era un fenómeno snob. También incursionó en versiones de otros autores como "Paisaje", una balada popularizada por Franco Simone en los setenta, que Gilda revitalizó.
Sin embargo, la transformación más radical de Gilda fue el hecho de que una ex maestra de escuela surgida en un hogar clase media adoptara la cumbia como una lengua natural. Una senda que retomarían cantantes como Karina "La Princesita" y Dalila, figura de la cumbia santafesina. Todas ellas, herederas de otros géneros, encontraron en la música tropical su propia identidad, la banda de sonido de los desclasados y de aquellos que con culpa bailan un género, que también los representa, aunque le den la espalda.
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