FIBA: un mágico PH para los seres alados de Chacarita
En el trajín de los festivales es imposible ver todas las propuestas. Con el paso de los días, cada espectador compulsivo va armando su propia programación, su propia hoja de ruta, su propio festival. Al FIBA, que culmina el domingo, se le aplica la misma lógica. Si de la semana última el punto alto de este personal fue Lo único que quiero es bailar, de Josefina Gorostiza (como parte del ciclo Bombón Vecinal que se extiende los viernes de febrero), esta semana "lo intenso" se trasladó de un estudio de fotografía del Abasto a un típico PH de Chacarita. Allí,en la sala Roseti, toma cuerpo una propuesta que se llama Carne y hueso. Lleva la firma de Juan Coulasso (el mismo de Cinthia interminable, el mismo de El mundo es más fuerte que yo). El trabajo es el resultado de un proceso de creación entre escritura y performance escénica que se realizó en Roseti.
Cuando se afirma que "tiene lugar en cada rincón de esa vieja casa" no es una exageración: puede ser en el pasillo de entrada medio a oscuras; en la terraza a pleno rayo de sol veraniego de la tarde o sentado en el inodoro del baño viendo a dos intérpretes actuar en la bañadera, mientras los otros 19 espectadores cómplices se acomodan en ese mínimo espacio que, como toda la casa –como todo el recorrido, como toda la experiencia, como todo ese cuerpo expresivo– respira magia en medio de un vendaval de intensidades diversas.
"Todo lo que se dice es porque pasó o porque todos quisimos que pasara", dice la primera de esas intérpretes, la que recibe a esos veinte espectadores en el pasillo, casi a oscuras. Por ese mismo pasillo, casi una hora después, los veinte cómplices transitarán en dirección contraria para iniciar una larga caminata hasta al cementerio de la Chacarita. Allí, el último ser alado desplegará su última historia hasta perderse en esa miniciudad de mármol.Carne y hueso transita catorce espacios diferentes. Son nueve actores de intensidades tan diversas como orgánicas a esa totalidad de apariencia caótica, desbordada. Tiene algo de acción performática sobre la memoria del barrio como de denuncia, de un trabajo coral de seres encendidos y una coreografía milimétrica que no evita el accidente. Y hay otro dato importante a tener en cuenta: si bien hoy realizan su última función en el marco del FIBA, esta potente maquinaria escénica volverá en abril a Rosetti, en plena República de Chacarita.
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