Este martes, en el marco del ciclo Jazzología, Edgardo Carrizo presenta Juego de Damas –Ladycrooners made in Argentina–, un libro sobre las cantantes de jazz vernáculas
Entre las legendarias Blackie, Lona Warren y Lois Blue, pasando por Egle Martin, Dona Caroll, Marta Bellomo y Eleonora Eubel, y las emergentes Barbie Martínez y Delfina Oliver, el jazz argentino cuenta con una tradición de cantantes que unen talento y gracia estética. Edgardo Carrizo acaba de lanzar Juego de Damas –Ladycrooners made in Argentina– (Calderón Ediciones), un valiosísimo documento que compila la historia (y las historias) de las cantantes del jazz local. Carrizo, periodista de extensa trayectoria en el campo musical y deportivo, investigador y coleccionista de discos, hace con este volumen indispensable un aporte enorme para la historiografía del jazz en la Argentina.
"Al recorrer las páginas de este libro, tan lleno de datos interesantes y poco conocidos, tan original en su tema como revelador en su desarrollo, podemos imaginar al autor exhumando viejas grabaciones nunca vueltas a editar, revisando con lupa las páginas de las revistas de música y espectáculos de los años 30 y 40 y sorprendiéndose con las historias que fue cosechando en sus entrevistas", sostiene el benemérito periodista, escritor y docente platense Sergio Pujol (autor de entre tantos otros libros, el fundamental Jazz al sur) en el prólogo.
En esta entrevista, Carrizo opina sobre el aporte vocal femenino al jazz argentino, repasa la época de oro de las ladycrooners vernáculas y reflexiona sobre el idioma como condicionante estético.
¿Cómo dirías que se construye el canto jazzístico femenino en la Argentina? ¿Considerás que existe un linaje estilístico o estético, o han sido diversas expresiones aisladas?
El canto jazzístico aquí se construyó (y se sigue haciendo) tomando como base a las colegas del Norte de América. Esto no es solo una elucubración mía sino que las mismas cantantes lo especifican en cada capítulo: todas toman como base a Ella Fitzgerald, Sarah Vaughan y Billie Holiday, y algunas le agregan a Anita O'Day, Bessie Smith y las más contemporáneas. Calculo que eso sucede porque siendo el jazz una temática no autóctona es lógico que se basen en la originales, sobre todo respecto a las primeras lady crooners de por aquí, ya que en aquel entonces no había nada salvo los discos de los cuales absorbían sus sones, generalmente sin adaptarlos demasiado a algún estilo original. Por ejemplo, Blackie tenía algo de Ethel Waters y posiblemente un poco de las cantantes de blues que pululaban en su tiempo. Lois Blue seguía más o menos el mismo camino: Ethel Waters, las cantantes de blues y le agregaba un poco de Ivie Anderson y bastante de Billie Holiday, en tanto que Helen Jackson (en un estilo más "blanco") la tenía muy centrada a Helen Forest.
Las cantantes que las siguieron (incluso hasta nuestros días) ampliaron ese panorama porque cuentan con una base mucho más sólida que las pioneras, incluido el hecho de que casi todas estudiaron música y también la técnica del canto, así que no creo que exista un "linaje estilístico" ni "estético" propios sino que todas se han formado copiando y algunas lograron desarrollar con el tiempo un estilo personal en cuanto a lo tonal (esto es, ser reconocidas por sus voces, independientemente del estilo que practican).
Es lógico que suceda de esa manera porque (lo pongo como ejemplo en alguna de las páginas del libro) es lo mismo que pasa con las orquestas japonesas que hacen tango: copian a las orquestas de acá porque es lo único que tienen como base de una cultura artística totalmente diferente.
De todas maneras, siempre existe la excepción que fija la regla. Por caso, Eleonora Eubel, quien hasta se atreve a ponerle letras en castellano a temas de autores estadounidenses o que fusiona el jazz con el folclore local.
¿Cuál fue la época de oro para las cantantes de jazz vernáculas?
Entre mediados de la década del 30 hasta mediados de los 50. Pero no fue algo aislado sino que formó parte de todo un "paquete" de situaciones que se dieron en la época y que incluye también (y sobre todo) al tango y, en menor medida, demás ritmos internacionales. Lo único que la gente tenía para divertirse era la radio, el cine, el teatro, los discos y la milonga. Lo más elemental y cercano era la radio, pero a lo demás no se asistía todos los días sino que se lo hacía generalmente los sábados por la noche. La música era, sobre todo, para bailar.
Por lo tanto, esa fue la "época de oro" de las cantantes de jazz, pero también de las/los de tango, ya que la base de la milonga era "tango y jazz", calculo que un 30 % con orquestas en vivo y el resto con "las más selectas grabaciones", como se decía.
En una lista de las cantantes de jazz de esos años (dejo de lado a los hombres, que también tenían su lugar) podemos encontrar a Lois Blue, Helen Jackson, Annie Lee, Carmen de Córdoba, Lona Warren, Jean Taylor, Debbie Lamar, Edda Lía, Vivian Grey, Hilda Brian, Lilian Red, Peggy Sanders, entre muchas otras que tuvieron su cuarto de hora.
En su gran mayoría, las cantantes de jazz argentinas cantan en inglés. ¿Sentís que el idioma ha sido un condicionante estético?
Sí, es un condicionante no solo estético sino también (y más importante aún), musical. Sucede que cualquier letra de cualquier tema en cualquier idioma está sujeta a la nota que se debe cantar. Y ahí empieza el lío porque si sobre una negra en Mi bemol hay que cantar "a", no resulta lo mismo decir "m" en esa misma nota. Por otro lado, el jazz (o los standards, foxtrots, etc) está basado sobre todo en el idioma inglés, lenguaje que tiene profusión de consonantes ubicadas en diferente lugar que el castellano. Por ejemplo, la palabra "love" va a sonar diferente a la palabra "amor" porque cada una tiene una extensión distinta si se le quiere acentuar o alargar alguna de las letras. Y ni hablar si encima hay que entonarla según lo que especifica la partitura. Una cosa es el sonido verbal y otro el sonido musical.
El caso más demostrativo de esto último es Carlos Gardel, quien cuando por ejemplo canta las estrofas de "La Mariposa", en lugar de decir "No es que esté arrepentido de haberte querido tanto", dice "No es que esté arre-pentido (separa apenas las sílabas) de haberté querido tanto (acentúa la e de haberte). Gardel (y muchos otros en el idioma que se elija) tienen el mismo "yeite" en la mayoría de sus interpretaciones porque condicionan el idioma a la música. Por lo tanto, cada tema va a sonar en forma diferente si no se lo interpreta en el idioma original, con un agravante si del inglés hablamos: el inglés saca el sonido haciéndolo pasar por el paladar, mientras que el estadounidense lo hace directamente desde la garganta. Por eso, en la Segunda Guerra Mundial los pilotos ingleses no podían utilizar el micrófono de garganta que utilizaban sus colegas norteamericanos, ese que se ve en las películas cuando el "muchachito" se aprieta con los dedos la garganta (en realidad el botón de comunicaciones) para hablar por el micrófono.
Este martes, en el ciclo Jazzología (en la sala Enrique Muiño del Centro Cultural San Martín, Sarmiento 1551, Carrizo presenta su libro. Cantan, entre otras, Livia Barbosa, Marta Bellomo, Eleonora Eubel. Daina Lynn, Beatriz Moure, Alejandra Martin, Barbie Martínez y Egle Martin. A las 20.30. Gratis.
Por Humphrey Inzillo
Mirá a Eleonora Eubel cantar "Viento Sur":
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