Un gran homenaje al cine negro
"Vengar la sangre" ("The Limey", Estados Unidos/1999). Producción de Artisan presentada por Eurocine. Fotografía:Ed Lachman. Música: Cliff Martinez. Edición: Sarah Flack. Intérpretes: Terence Stamp, Peter Fonda, Leslie Ann Warren, Luis Guzman, Barry Newman y Amelia Heinle. Guión: Lem Dobbs. Dirección:Steven Soderbergh. Duración: 89 minutos. Para mayores de 13 años. Nuestra opinión: excelente.
Figura clave del neo-noir (la recuperación y relectura del policial clásico por parte de jóvenes directores surgidos en los años 80 y 90), Steven Soderbergh consigue, en su tercera incursión en el género tras "Pasiones latentes" y "Un romance peligroso", uno de los mejores exponentes de ese movimiento en mucho tiempo.
"Vengar la sangre" es un pequeño gran thriller, austero y melancólico, una combinación perfecta entre una simple y contundente historia del hampa, un cautivante despliegue visual y un duelo actoral impagable entre dos iconos (y dos acentos) del cine de la década del 60: el londinense Terence Stamp y el neoyorquino Peter Fonda.
El guión de Lem Dobbs (que ya había colaborado con Soderbergh en "Kafka") puede resumirse en apenas una frase: Dave Wilson (Stamp) es un delincuente británico tan duro como profesional que, luego de pasar nueve años en prisión, llega a Los Angeles para vengar la muerte de su hija a manos de Terry Valentine (Fonda), un poderoso productor y representante discográfico con conexiones directas con el crimen organizado y obsesionado por conquistar atractivas jovencitas.
Experimentación visual
En las antípodas de "Erin Brockovich, una mujer audaz", su eficaz, pero impersonal primera incursión en el cine mainstream al servicio de su majestad Julia Roberts, "Vengar la sangre" muestra a un estilizado Soderbergh en la cima de su talento autoral: un artista que "juega" a hacer cine y aprovecha una amplísima paleta de recursos expresivos (de cámara, de luz y principalmente de edición) para experimentar con un relato que quiebra los tiempos narrativos convencionales.
Construida con mínimos diálogos, una violencia seca e implacable, y una minuciosa puesta en escena en la que el fuera de campo o las acciones que transcurren en un segundo plano adquieren una enorme relevancia, "Vengar la sangre" no podría haber sido la impecable película que es sin la presencia de Stamp.
Los primeros planos de sus gastados ojos verdes, de su cara arrugada y de sus muecas amargas, sus lacónicas frases con esa musicalidad tan propia de la dicción cockney, su arrolladora presencia en cámara que parece detener la acción y borrar todo lo que lo rodea le otorgan al film una jerarquía, una dignidad y una honestidad artísticas que muy pocos intérpretes podrían haber conseguido.
Homenaje a dos puntas
Más allá de los convincentes aportes de Lesley Ann Warren (una actriz mediocre que es el objeto de un deseo jamás consumado), de Luis Guzman (el ladronzuelo latino que ayuda a Wilson) y del ex "Petrocelli" Barry Newman (el guardaespaldas de Valentine), "Vengar la sangre" se sustenta en el enfrentamiento-homenaje entre Stamp y Fonda.
Mientras el Valentine de Fonda es un patético y nostálgico remedo de los años 60, un hippie devenido en yuppie miserable, el Wilson de Stamp es un antihéroe de la clase trabajadora. A tal extremo llega este tributo al gran actor inglés que Soderbergh toma prestadas imágenes de "Pobre vaca" (1967), la opera prima de Ken Loach que también retrataba la vida de un marginal, para contar a través de flashbacks el pasado de su querible y quebrada criatura.
Pasado y presente se encuentran así en este inteligente e implacable policial negro. Un film que los cultores de los viejos caper-films -y muy especialmente los miles de estudiantes ávidos de lecciones acerca de cómo innovar en el lenguaje cinematográfico- no deberían dejar pasar.
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