Un gran hecho poético
Boyscout / Texto y dirección: Dennis Smith / Elenco: Dennis Smith y Pablo Kusnetzoff / Músicos: Agustín Buquete y Fernando Losada / Coreografía: Laura Waisman / Diseño de luces: David Seldes / Escenografía: Nicolás Nanni / Sala: Cultural San Martín / Funciones: Miércoles, a las 20.30 / Duración: 60 minutos / Nuestra opinión: muy buena.
Ya con su espectáculo Negra Dennis Smith deslumbró en una cartelera que no sobresale por la ductilidad de sus intérpretes en poder ofrecer cuestiones físicas, interpretativas y vocales a la platea con idéntica idoneidad. Pero este joven artista posee no únicamente una gran y bella voz, sino además una capacidad de comunicación con la platea más que sobresaliente. Y él, consciente de ello, produce espectáculos en los que el público se convierte en su interlocutor privilegiado: la historia que cuenta nos la cuenta a nosotros.
En Boyscout el tema podría ser resumido bajo la noción de bullying. Pero va más allá. Mucho más allá. En realidad, las connotaciones de la estética y los valores asociados a un boyscout permiten una reflexión que compromete a la sociedad toda en lo que hace a los niveles de violencia que le son absolutamente constitutivos. Los niños habitan ese universo de violencia, la padecen y la reproducen. Pero sin importar tanto si se trata de niños o de adultos lo que importa aquí es comprender de qué modo el artista ofrece un espectáculo en el que nos cuenta una historia desgarradora para realizar con ello un hecho estético. Podría detenerme en lo bienintencionada de la propuesta, que lo es. Podría detenerme y afirmar lo pertinente que es hoy en día hablar de la violencia en el mundo infanto-juvenil. Pero lo que hace Smith en Boyscout es mucho más que eso. No tematiza sobre la violencia, busca mecanismos estético-teatrales para llevar al espectador a zonas de identificación (con el personaje, con la víctima) que se le volverán absolutamente en contra. Frente al discurso militarizado y normativizado de su partenaire (un desopilante Pablo Kusnetzoff), el frágil personaje evoca una historia de amor de esas que valen para ser convertidas en relatos. Ternura, ingenuidad, amorosidad, pudor forman parte de esa historia de amor gay que dentro de una carpa se gesta a pesar de sus protagonistas. La vergüenza, la exposición, la humillación van a hacer el resto.
Pero ese resto, insisto, aparece gracias al carisma de un Smith que tiene el poder de jugar con diferentes máscaras y llevarnos a nosotros a zonas no deseadas. La puesta en escena conjuga brillantemente la dirección con la escenografía, las luces y la selección de canciones que serán interpretadas por el protagonista. Escasez de recursos potencian a un artista para lograr con poco lo que con mucho probablemente no habría logrado. El trabajo lumínico de Seldes es de una precisión más que destacable y hace que sea ella, la luz, el modo de ir adjetivando cada uno de los momentos por los que la escena transita. Boyscout se convierte en un espectáculo imperdible para aquellos que simplemente disfrutan del talento y del buen teatro.
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