Un gran éxito sin la mínima publicidad
Louis CK, uno de los cómicos del momento, estrenó la ficción Horace and Pete sólo a través de su website; se trata de un curioso experimento que remite a una forma más primitiva de televisión
En un momento en el que se aspira a que la vida privada se vuelva lo más pública posible a través de las redes sociales, es natural que los famosos más astutos marquen una diferencia haciendo en secreto lo que deberían hacer en público. Así, en enero de 2013, David Bowie sorprendió al mundo lanzando sin aviso alguno su primer disco en una década (dos años más tarde, tristemente, hizo lo mismo con su muerte). Beyoncé, Wilco y otros replicaron la estrategia del disco sorpresivo con repercusión similar. Ahora llegó el turno de Louis CK, el más innovador de los cómicos actuales, no con un disco, sino con algo aún más difícil de ocultar: un programa de televisión recargado de estrellas.
Este último sábado los suscriptos a su website recibieron un mensaje: "El primer episodio de Horace and Pete está disponible para descargar por US$ 5. Esperamos que les guste". Ésa fue la única promoción que recibió el nuevo programa del creador de Louie, la sitcom más original y celebrada de los últimos años (inexplicablemente, todavía inédita en la Argentina).
El website no tiene otra información, salvo que el episodio dura 67 minutos. El consabido laconismo de Louis para vender sus productos no desalentó nunca a sus fans, que ya habían adquirido masivamente, y por esa misma vía, su último especial de comedia cuya venta online recaudó cuatro millones de dólares en sólo dos días.
Con el correr de las horas, Internet proveyó toda la información faltante: se trata de una dramedy, está protagonizada por LCK, Steve Buscemi, Jessica Lange, Alan Alda, Edie Falco y Steven Wright y transcurre íntegramente en un bar que es escenario de viejos y nuevos conflictos familiares. No está claro si se trata de una miniserie o de un programa único. Un crítico de The New Yorker lo definió como el encuentro de la comedia Cheers con Llega el hombre de hielo, el drama de Eugene O'Neill. En verdad, se parece mucho más, y de modo más consciente, al contenido "de calidad" que, en los años 50, forjó la primera era dorada de la televisión: ciclos como Playhouse 90, en los que talentosos guionistas y directores montaban piezas teatrales escritas especialmente para el nuevo medio (un equivalente local, aunque muy posterior, podría ser Alta comedia).
Las ficciones de la televisión actual se graban como si fueran una película, es decir, plano a plano, con innumerables cortes, para luego construir la continuidad en el montaje. Horace and Pete está registrada como la televisión tradicional: con múltiples cámaras en un solo escenario. Igual que la más vieja TV, parece una obra de teatro capturada mientras se desarrolla la representación sin cortes.
Al mismo tiempo, sus personajes comentan sucesos de una milimétrica actualidad, como la ausencia de Donald Trump en el último debate republicano, hecho que se dio apenas horas antes de que el show estuviera disponible en el site del cómico.
Esta tensión entre lo viejo y lo nuevo también articula la trama. Horace and Pete (Louis CK y Steve Buscemi) son dos hermanos dueños del bar homónimo que fue transmitido de padres a hijos con esos mismos nombres por cien años. Uncle Pete (Alan Alda) es el sobreviviente de la dupla de dueños anteriores y quien vela porque se conserve todo como siempre fue. Sylvia (Edie Falco) es la hermana que pretende vender el bar para terminar con la historia de miserias, mentiras y dolor que acarrea. El añoso conflicto entre la fuerza inamovible de la tradición y el poder imparable de la renovación se replica en cada costado de este lugar: en la llegada de hipsters de Brooklyn que buscan algo "auténtico" y que son instantáneamente expulsados, en el debate entre un cliente conservador y uno progre (que asombrosamente reproduce al pie de la letra la "grieta" entre K y anti K), en la imposibilidad de que Horace conecte con su hija y muchos otros. En esos pequeños momentos, más que en la fabricación de la trama o en los monólogos "emotivos", aflora lo mejor de Louis CK como guionista. LCK es un maestro en la deconstrucción de la anormalidad que tomamos por natural, es un razonador que no deja pasar por el fino tamiz de su intelecto la irracionalidad o las contradicciones con las que convivimos. "Eso es discriminatorio", dice una cliente progre luego de que Uncle Pete se refiriera a alguien como "judío". "La discriminación es algo que uno hace, no algo que uno dice", la educa Uncle Pete. "En este bar no discriminamos a nadie: fuimos los primeros en Brooklyn en servirles cerveza a los niggers", grafica.
Louis CK es un autodidacta y, quizá por ello, un rebelde. Con este programa se enseñó a sí mismo a escribir una obra de teatro, a su modo impenitente, artliano. A la vez, como buen insurrecto, decidió registrarlo a contramano de todo lo que hoy se entiende como "buena" televisión: es lenta, monocorde, tiene errores obvios (una actriz se traba en un diálogo, otra golpea un micrófono), abundan los baches por su deliberada teatralidad. Todo esto hace un programa anómalo pero no necesariamente más mirable.
No está claro qué suma su dificultad, más allá de nostalgia por una forma de drama que ya casi no existe o el placer de la sedición, de demostrar que Louis CK hace exactamente lo que se le canta. Su inconformismo puede ser un condimento que interpela a sus fans pero su fuerte, siempre, es el pensamiento, cómo razona y cómo describe nuestro presente. Cuando se concentra en esto, Horace and Pete levanta vuelo sin que importe el fuck you de su forma caprichosa.
Más leídas de Espectáculos
Impactante. El tremendo cambio físico de Nico Vázquez para ponerse en la piel de Rocky
Amor y polémica. Ana de Armas fue vista a los besos con Manuel Anido Cuesta, el hijastro del presidente de Cuba
"Destruido para siempre". La contundente respuesta de Pampita a García Moritán y el nuevo paso que dio en su relación con Martín Pepa