Un film para el olvido
"Juegos sexuales" ("Cruel Intentions", Estados Unidos/1999). Presentada por Columbia. Fotografía: Theo van de Sande. Música: Edward Shearmur. Intérpretes: Ryan Phillippe. Sarah Michelle Gellar, Reese Witherspoon, Selma Blair y Sean Patrick Thomas. Guión y dirección: Roger Kumble. Duración: 97 minutos. Para mayores de 16 años. Nuestra opinión: mala.
La premisa de "Juegos sexuales" aparecía como algo arriesgada, pero igualmente atractiva: adaptar "Las relaciones peligrosas", el clásico de clásicos de fines del siglo XVIII escrito por Choderlos de Laclos, a un contexto bastante más moderno y comercial.
En su poco auspiciosa opera prima, el joven guionista y director Roger Kumble decidió, entonces, trasladar, las picarescas desventuras sexuales de la aristocracia francesa de 1782 al mundillo no menos snob, perverso, hipócrita y patético de la alta burguesía de la Manhattan actual.
Claro que, desde el fotograma inicial, el espectador empieza a añorar cualquier diálogo u observación de las versiones anteriores de Roger Vadim, Milos Forman y, especialmente, de Stephen Frears.
En lugar de Gérard Philipe, Jeanne Moreau, Colin Firth, Annette Bening, John Malkovich, Glenn Close o Michelle Pfeiffer, uno se encuentra aquí con jóvenes figuritas surgidas de la televisión o del cine adolescente de los Estados Unidos que entregan no sólo actuaciones estereotipadas y exageradas, sino también ridículas frases en un tono supuestamente sugestivo y gestos (como pasarse la lengua por los labios) sacados del manual básico de la peor y más remanida publicidad erótica.
Pero si el trabajo de Sarah Michelle Gellar, el galancito Ryan Phillippe y Reese Witherspoon (la presencia más digna del reparto) es de una mediocridad absoluta, todavía peor resulta la labor del realizador.
Con una estética (iluminación brillosa, encuadres exóticos, marcas actorales que exacerban las miradas eróticas, omnipresente música electrónica de fondo, y una falta total de sutileza en la puesta en escena) que parece extraída de un videoclip promocional de lencería adolescente, Kumble intenta retratar las "crueles intenciones" (tal el título original del film) de los protagonistas.
Así, los chantajes, apuestas, manipulaciones, celos y frustraciones siempre de corte sexual son descriptos con tan poca gracia y tan escaso talento que no hay en el film ni una pizca de sugestión, de real erotismo ni de humor. Hay, en cambio, una mirada plagada de lugares comunes sobre los excesos de la sociedad contemporánea. Pese a sus pretensiones, "Juegos sexuales" es una película fría, insípida, incapaz de generar ninguna reacción espontánea ni la más mínima protesta. Su destino es el olvido.
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