Share: el abuso en los tiempos de los videos virales
Share (Estados Unidos/2019). Guion y dirección: Pippa Bianco. Fotografía: Ava Berkofsky. Edición: Shelby Siegel. Música: Shlohmo. Elenco: Rhianne Barreto, Charlie Plummer, Poorna Jagannathan, J. C. MacKenzie, Nick Galitzine y Lovie Simone. Duración: 89 minutos. Estreno: esta noche, a las 22, en HBO. Disponible luego HBO Go y Flow. Nuestra opinión: buena.
Presentada este año en las secciones oficiales de los festivales de Sundance (donde ganó el premio a mejor guion) y Cannes, la ópera prima de Pippa Bianco es una extensión de su multipremiado cortometraje homónimo, de 2015, sobre las secuelas íntimas en una adolescente de 16 años tras sufrir hechos violentos en carne propia.
Todo comienza con un video de unos pocos segundos que se hace viral. Las imágenes son bastante caóticas y confusas, pero vemos (y sobre todo escuchamos) a unos jóvenes cometiendo algún tipo de abuso sexual a una muchacha semiinconsciente tras haber consumido demasiado alcohol. La protagonista de la grabación y del film es Mandy (la británica Rhianne Barreto, notable en su primer trabajo en cine), estudiante y jugadora de básquet en un colegio secundario de un pequeño suburbio. Ella amanecerá tirada en el césped frente a su casa y luego descubrirá moretones en su cuerpo. Sin embargo, no recuerda nada de lo que pasó.
El film de Pippa Bianco abordará en algo menos de 90 minutos el derrotero de Mandy para desentrañar la verdad. Sus amigos A. J. (Nicholas Galitzine), Dylan (Charlie Plummer) y Jenna (Lovie Simone) tratan de minimizar los hechos con un "no pasó nada", "pero si fue algo divertido", pero ella no parece dispuesta a aceptar esas versiones. Y la cuestión se complica aún más cuando sus padres (Poorna Jagannathan y J. C. MacKenzie) también descubren el video y deciden ahondar la investigación, llevar a Jenna a diversos tratamientos y judicializar el caso.
El film es durísimo, pesadillesco y angustiante (porque acompañamos el viaje interno y externo de Jenna, con su fuerte carga de frustración, su vulnerabilidad, su vergüenza, su culpa, su incomodidad y sus miedos frente a la censura social), premeditamente fragmentario en su construcción y por momentos también un poco confuso, pero en favor de Bianco hay que indicar que Share nunca cae en la explotación, en la manipulación emocional, en ser más explícito de lo que cada situación requiere. Ese pudor, esa contención en medio de un caso en muchos sentidos extremo como la vulneración de la intimidad y el abuso de una adolescente hacen de la película una experiencia en varios de sus pasajes valiosa, sincera, inteligente y conmovedora.
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