Un dúo que es de la misma sangre
Bob Rafelson: pasado mañana se estrena "Sangre y vino", sexto film que el director realizó con el laureado Jack Nicholson
El laureado Jack Nicholson, tres veces ganador del Oscar, es la indudable atracción de "Sangre y vino" ("Blood and Wine"), película que conoceremos pasado mañana y cuyo reparto congrega a otras figuras como Michael Caine, Judy Davis, Jennifer López y Stephen Dorff. "Sangre y vino" es también, para el cinéfilo, la oportunidad de reencontrarse con un director semiolvidado: Bob Rafelson.
Por diversos motivos, Rafelson ha vertido su obra con cuentagotas: nueve películas en treinta años. Pocas de ellas llegaron a estrenarse en la Argentina, y aun el video ha ignorado títulos importantes como "Mi vida es mi vida" (1970) o la polémica remake de "El cartero llama dos veces" (1981), ambas con su amigo Nicholson (cada tanto se las puede ver en cable).
El realizador también cultiva cierta discreción visual: sus películas carecen de las piruetas técnicas que dieron fama a Martin Scorsese o Brian De Palma. Rafelson, nacido en 1935, es un exponente tardío de la llamada "generación de la televisión", que agrupa a talentos disímiles como Sidney Lumet, Sam Peckinpah o Arthur Penn. Todos ellos trabajaron en los primeros años de la pantalla chica; el propio Rafelson empezó dirigiendo la serie "The Monkees", que contaba las andanzas de un grupo prefabricado al estilo beatle.
La producción fílmica de estos directores lleva la impronta de la TV: pocos movimientos de cámara, reemplazados por el montaje de varios puntos de vista (al estilo del "piso" televisivo); interés en el desarrollo de personajes más allá de la narrativa clásica. En suma, un cine muy apoyado en los actores: Rafelson encontró en Nicholson, con quien ya hizo seis películas, a su compañero ideal (ver recuadro).
Angustia y problemas
Después de "Head" (1968), que intentó trasladar a la pantalla grande el éxito televisivo de los Monkees, Rafelson se destapó con "Mi vida es mi vida", un pequeño clásico que sentó la base argumental de muchas películas de los años setenta: familias disociadas, personajes tocados por angustias existenciales o por las formas alienantes de la vida en la gran ciudad.
La película redundó en sendas nominaciones de la Academia para Nicholson, Rafelson -como guionista- y la actriz Karen Black. El director continuó la veta en "Castillos de arena" (1972), con Nicholson y Bruce Dern como dos hermanos de personalidades prácticamente opuestas.
A medida que la estrella de Nicholson crecía en intensidad, la de Rafelson empezaba a decaer. La comedia "Stay Hungry" (1976), con un juvenil Arnold Schwarzenegger, no dejó marca; poco después el director se ganó fama de difícil al ser despedido del rodaje de "Brubaker", presumiblemente por trompear a un ejecutivo del estudio (este drama carcelario fue completado por Stuart Rosenberg).
Su amigo Nicholson acudió al rescate ofreciéndole dirigir la remake de "El cartero llama dos veces", con un nuevo guión escrito por David Mamet. La película -una impecable reconstrucción de época- se haría famosa por una incendiaria escena de sexo entre Nicholson y Jessica Lange, que transcurría sobre una mesa de cocina. A partir de este film, el mayor éxito comercial de su carrera, Rafelson sería más reconocido en Europa que en su propio país.
En los últimos años, y acorde con la caída en desgracia de buena parte de los realizadores que habían tenido carta blanca en los años 70, Rafelson trabajó aún más esporádicamente. Dirigió el impecable thriller "Viuda negra" (1986) y un interesante retrato del antropólogo Richard Burton, "Las montañas de la Luna" (1990). Volvió a trabajar con Nicholson en "Man trouble" (1992), película de la cual reniega y que en nuestro país se conoció únicamente en video, con el título "Ella nunca se niega".
Cuestión de sangre
Rodada en Miami antes de que Nicholson hiciera la premiada "Mejor... imposible", "Sangre y vino" vuelve, detrás de un esquema policial, a los temas habituales de Rafelson. El mismo la considera el final de un tríptico sobre familias disociadas, abierto con "Mi vida es mi vida" y "Castillos de arena".
En la superficie hay un comerciante de vinos (Nicholson) aliado con un ladrón de joyas (Caine) para robar a uno de sus ricos clientes. Sucesivas y lacónicas escenas familiares muestran los motivos de fondo para su incursión delictiva: una vida vacía, un matrimonio en ruinas, una muchacha que lo hace competir con su propio hijastro. A medida que los hechos se desencadenan, los personajes deberán decidirse entre la continuidad familiar o la salvación que promete el botín del robo.
Rafelson usó varios recuerdos personales para darle complejidad al guión. "Suelo decidir hacer la película basándome en una escena que me engancha con el material", dice.
En "Sangre y vino" esa escena aparece al promediar la película, después de un serio accidente automovilístico, para el cual Rafelson se basó en una experiencia propia. También admite que el triángulo amoroso que forman Nicholson, Dorff y López en la ficción tiene que ver con situaciones vividas entre la familia del director.
"Nunca me propasé con las novias de mi hijo, pero he fantaseado con eso. Tanto si uno ejecuta esa fantasía como si la reprime, eso es palpable, está en el aire." A menudo, el cine de Rafelson busca expresar esa tensión invisible.
Caminos compartidos
Jack Nicholson y Bob Rafelson se conocieron cuando aquél batallaba en la clase B, actuando y escribiendo películas baratas para el legendario Roger Corman. La pareja firmó el guión de "Head" (aunque es difícil que esta delirante película haya tenido alguno), película producida por la BBS, la compañía de Rafelson y Bert Schneider. Enseguida, y con el auspicio de la BBS, Nicholson participó de "Busco mi destino" (dirigida por Dennis Hopper) y "Mi vida es mi vida".
"Con todo este bagaje no hace falta decir que nos conocemos perfectamente _explica el realizador_. Con una sola mirada puedo decirle todo lo que a otro actor necesito cinco minutos para expresarle... Sin embargo, en lo personal tengo que decir que apenas queda nada del chico que yo conocí en los años 60. Hoy, Jack es una superestrella y hasta conmigo se comporta como tal. En "El cartero llama dos veces", Jack cobraba un salario mayor que el costo de todas las películas que yo había hecho hasta entonces."
Rafelson había escrito el guión de "Sangre y vino" pensando en Nicholson, pero éste no estaba disponible. Su ingreso al proyecto duplicó de hecho el costo del film. El actor aceptó canjear parte del cachet por un porcentaje de las ganancias, pero conservó otras prerrogativas, como la de no trabajar durante los fines de semana.
Pero también hubo beneficios: "En otros sentidos, la participación de Jack ayudó a hacer la película. Todos los actores estaban locos por trabajar con él. Y durante la producción estuvo excelente, apoyándome de verdad, haciendo todo tipo de ensayos y siendo receptivo a mis sugerencias, lo que me dio la libertad de hacerlas", dice el realizador. Basta ver las palizas que sufre el personaje de Nicholson en la ficción de "Sangre y vino" para darse cuenta de que, definitivamente, a Rafelson no le interesa el glamour.