Un dolor que retomaría la literatura
El 12 de mayo de 1932 fue encontrado el cuerpo sin vida del hijo del aviador estadounidense Charles Lindbergh, que había sido secuestrado y por el que se había pagado rescate.
Fue uno de los casos policiales que más conmocionaron a la sociedad de su tiempo. Lindbergh era un personaje muy popular desde que en 1927 había cruzado por primera vez el Atlántico solo en un avión.
Los hechos cuentan que el pequeño Charles Lindbergh Jr., de 20 meses, fue raptado de su habitación, en un piso alto, la noche del 1º de marzo de 1932. Quien lo hizo usó una escalera para llegar hasta la ventana. Antes de irse con el bebe en brazos, dejó una nota en la que ponía un precio: 50.000 dólares.
Los investigadores, además de algunas huellas de barro, encontraron que dos peldaños de la escalera utilizada, de construcción casera, estaban rotos.
Lo que siguió fue una verdadera danza de nervios: nuevas notas de rescate, aumento en el pedido de dinero, informantes falsos..., hasta Al Capone ofreció ayuda.
Finalmente, hubo un pago, pero nunca entregaron al chico. La triste realidad se supo cuando, por casualidad, muy cerca de la casa de los Lindbergh, cubierto de hojas secas, a alguien le pareció que había visto lo que después la policía corroboró que era el cadáver del bebe. Tenía un fuerte golpe en la cabeza, posiblemente por la caída ocasionada cuando su secuestrador rompió los escalones y perdió el equilibrio.
Todo pareció quedar en la nebulosa hasta más de dos años después, cuando comenzaron a identificarse los billetes, que habían sido marcados antes de ser entregados como rescate. Las pistas condujeron hacia un inmigrante alemán llamado Bruno Hauptmann. En su casa, en un barrio neoyorquino, se encontraron más billetes marcados y restos de madera que coincidían con la escalera del rapto.
Hauptmann negó absolutamente todo, y dijo que la plata se la había dado un amigo que había muerto meses atrás en Alemania. Sin embargo, en el juicio los testigos lo reconocieron como la persona a la que se le entregó el rescate. Aunque siempre sostuvo su inocencia, fue encontrado culpable y ajusticiado en la silla eléctrica.
Inspirada en esta historia, en 1936 Agatha Christie publicó Asesinato en el Oriente express, luego una película muy celebrada. También Philip Roth escribió El complot contra América, donde imagina a Lindbergh presidente norteamericano y aliado de Hitler, algo que tiene una parte de verdad, ya que el piloto apoyaba las ideas del nazismo.