Un cisne ruso en el Teatro Colón
Figura: la bailarina Uliana Lopatkina abrirá el 23 la temporada oficial del Ballet Estable, con "El lago de los cisnes".
A los 25 años, Uliana Lopatkina es la estrella más fulgurante del ballet ruso. Primera figura del Kirov, de SanPetersburgo, esta joven introvertida en lo personal, apasionada a la hora de ensayar, respetuosa de las tradiciones y de la guía que le dan sus profesores, especialmente la ex gran bailarina Ninel Kurgapkina (de 70 años), se ha convertido en la apuesta mayor entre las intérpretes de su país.
Hasta el momento, Uliana ha bailado -tanto en Teatro Mariinsky, sede de su plantel, como en giras internacionales o invitada de otros elencos-, los papeles centrales de casi todo el repertorio clásico y de otros estilos, desde los tradicionales "La bella durmiente" y "La Bayadera" hasta "Leyenda de amor", de Yuri Grigorovitch.
El público argentino la conoció en 1996, cuando actuó en el Teatro Colón junto a su compañía. Maravilló en los dos protagónicos de "El lago de los cisnes", que bailó junto a Igor Zelenski. Ahora regresa, con el mismo bailarín, para abrir el 23 la temporada oficial del Ballet Estable del Teatro Colón con idéntica obra, en este caso, en la versión del recientemente desaparecido Jack Carter. La producción integral de "El lago..." que se ve actualmente pertenece a la que crearon para el Kirov, en 1895, los coreógrafos Marius Petipa y Lev Ivanov, con la música para ballet que Tchaikovski compuso en 1877.
" El lago de los cisnes -dice Uliana-, es uno de mis favoritos, junto a Giselle y Leyenda de amor . Respecto del primero, es el corazón, el alma del repertorio clásico. Sin esta obra no se podría imaginar el mundo del ballet. También son fundamentales los papeles que allí represento: Odette (el cisne blanco) y Odile (el cisne negro). Estos personajes son parte mía y toda primera figura debe tenerlos en su patrimonio."
Y explica que interpretarlos debe ser un deseo, una aspiración sine qua non. "Sobre todo Odette que, para mí, es el papel más alto del arte de una bailarina. La relación entre la mujer y el cisne, más que pasos clásicos, se expresa especialmente en el movimiento de las manos. Además, tratándose de dos papeles totalmente opuestos, interpretados por una misma bailarina, dan la posibilidad de mostrar la unión de dos personalidades contradictorias en una."
Hace ocho años que Lopatkina integra la compañía de SanPetersburgo, dirigida por Majar Vasiev, y seis que fue promocionada a primera bailarina.
-¿Qué significa ser primera bailarina de una compañía que es considerada la más prestigiosa del mundo en su tipo?
-Es una enorme responsabilidad. Esta compañía es famosa por su repertorio y el alto nivel de sus bailarines. Los hubo excelentes en todas las épocas, desde Nijinsky y Pavlova, pasando por Nureyev, Makarova yBaryshnikov hasta los de mi generación. El trabajo diario y continuo es la base, pero cada cual tiene que mostrar su propio estilo, una personalidad diferente para poder llegar al elevado estándar que este elenco exige.
Es oriunda de Crimea. A los 5 años, por pura diversión, comenzó sus estudios de danza, música, gimnasia y otras actividades. Después de observar su inclinación hacia el ballet, su madre, a partir de las recomendaciones de su profesora, decidió enviarla a la mejor escuela de Rusia, el Instituto Vaganova, de SanPetersburgo, semillero del Kirov.
-¿A qué edad supone que una bailarina llega a su plenitud?
-No hay una edad definida. Hay que adentrarse en este mundo observando, leyendo mucho, tomando contacto con todo lo que tenga que ver con él y, por supuesto, con la vida. Es una carrera de aspectos contradictorios, porque cuando se llega a la madurez, entre los 35 y 40 años, que es el momento en que se comienza a comprender qué significa este arte, cómo interpretar cada papel y cuando una está preparada para darlo todo, el cuerpo pone sus trabas.
-¿Hay mucho sacrificio?
-Este trabajo obliga a sacrificar muchas cosas, empezando por la dieta (debemos comer muy poco y ciertos alimentos nos están vedados). También hay que cuidar la salud con conciencia; es la prioridad, porque hay que estar a punto y en perfectas condiciones en cualquier momento para salir a bailar. No existen muchas diversiones extras: hay que tomar el descanso debido antes y después de las funciones y no tentarse con salidas o distracciones. El ballet toma casi todo mi tiempo, mi cuerpo y mi corazón. No hay lugar para nada más.
-A sus 25 años, ¿cómo demuestra en escena aquellas emociones o experiencias que todavía no ha pasado?
-Al principio, tengo una idea personal que intento profundizar para compenetrarme con el papel. En los ensayos surge lo que vive la protagonista: allí es cuando empiezo a experimentar sus emociones. Es entonces cuando me vienen las vibraciones y percibo qué significa el papel. Pero lo importante es encontrar el mundo de esa mujer que interpretaré y que lo haga mío, para luego dárselo al público.
-¿También debe sacrificar el amor?
-Amor es todo, la vida misma. El ballet es parte de esto; es amor y es mi vida. Una cosa no está separada de la otra. El ballet me fascina porque me permite adentrarme en muy distintas identidades, e incluso descubrir diferentes facetas de mí y tener la posibilidad de mostrarlas en el escenario. En algunos papeles puedo ser más lírica; en otros, dramática: en algunos, atormentada, y casos en que apasionada. Me agradan los ballets con historia, en los que hay algo para expresar, aquellos que sienta dentro de mí. Además de los clásicos, adoro Balanchine, Robbins y me encanta probar otros estilos, distintas estéticas que me inspiren.
-¿Qué debe tener una obra para que a usted le guste?
-Un ballet ingresa en mí cuando comprendo lo que bailo y por qué lo hago; cuando siento la música en mis movimientos y cuando el personaje se adhiere a mí. El ballet por el ballet en sí, una sucesión de pasos, sean excelentes o no, si no impregnan mi alma, no tiene sentido y no me interesa.
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