El trágico final de Nino Bravo: de “Un beso y una flor” a la curva maldita
El artista español dejó tras de sí una breve pero potente carrera; la historia de un joyero que transformó el cancionero romántico
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Es muy probable que aquellas mujeres llamadas Noelia, si nacieron en los años sesenta, le deban su nombre a Nino Bravo, cantante icónico de España y Latinoamérica. La canción –llamada Noelia- fue uno de los grandes éxitos del artista que murió trágicamente a los 28 años, en el esplendor de su carrera.
Nino Bravo marcó un estilo de cantante de temas románticos y épicos caracterizados por una voz potente y prodigiosa.
Bautizado como Luis Manuel Ferri Llopis, Nino Bravo –nombre artístico creado por su primer mánager- nació el 3 de agosto de 1944 en un pueblo de Valencia. A los 16 comenzó a trabajar en una joyería hasta llegar a ser tallador mientras cantaba como músico aficionado. En 1962 fundó con dos amigos la banda Los Hispánicos, que se volvió muy popular en los bailes de la época. Pero a pesar de ese primer éxito, los otros integrantes del grupo se bajaron del proyecto al año siguiente.
Después vendría el hecho que le cambiaría la vida. Como un oscuro presagio del futuro, Nino entró en la banda Los Superson para reemplazar al cantante que había muerto en un accidente de auto. El grupo terminó compuesto por los hermanos José y Vicente Juesas, en la guitarra y los teclados, respectivamente, y Juan Enrique Morellá en la trompeta. Ellos tres fueron quienes lo acompañaron hasta al prematuro final.
La banda tuvo que hacer un impasse en 1966, cuando Luis Manuel tuvo que cumplir el servicio militar en Cartagena. Cuando volvió, realizó una presentación como cantante solista en el Festival de la Canción de La Vall d’Uixó en 1968.
No todo fue un camino de rosas para Nino Bravo. En 1968, la RCA lo rechazó para grabar un disco, aunque al año siguiente sí consiguió un contrato de cuatro años con Fonogram. Realizó sus primeras galas y un recital en el Teatro Principal de Valencia que le generaron pérdidas, junto a su primer mánager, Miguel Siurán, que lo bautizó con el nombre artístico que lo haría mundialmente conocido. El primer álbum lo grabó con canciones de Manuel Alejandro: Como todos y Es el viento.
Luego reinterpretó un tema que anteriormente habían grabado primero Lola Flores pero con otra letra, y luego la actriz Carmen Sevilla y Raphael, pero que no había conseguido éxito en ninguna de sus dos versiones. La suerte de la canción cambió en la voz de Nino Bravo: Te quiero, te quiero se convirtió en un hit arrollador de 1969. Luego vendrían otros éxitos del ranking como Cartas amarillas, Noelia, Un beso y una flor, Libre y América, que su fue su hit post mortem.
Libre, uno de sus temas más famosos, guarda detrás una historia. Es una de las canciones que José Luis Armenteros compuso exclusivamente para ser interpretada por Nino Bravo. El tema está inspirado en la historia de Peter Fechter, una de las primeras personas que murió intentando saltar el muro de Berlín.
Además de ser un ídolo de la canción romántica en España, Nino Bravo conquistó también Latinoamérica. En 1971 hizo una gira que incluyó la Argentina, Chile, Colombia, Venezuela, México, Puerto Rico, y las ciudades de Nueva York y Miami. A principios de 1972 grabó su tercer álbum con el que terminó de ganarse el cariño de sus fans hispanoamericanos.
En total, durante su corta vida, grabó cinco discos y sesenta canciones: Te quiero, te quiero (1970), Nino Bravo (1971), Un beso y una flor (1972), Mi tierra (1972) y, editado después de su muerte, Volumen 5 (1973).
Un BMW y una curva maldita
La fatalidad terminaría con su vida la mañana del lunes 16 de abril de 1973. Un mes antes había dado la que sería su última presentación en Valencia. Nino Bravo, su guitarrista y amigo José Juesas y otros dos acompañantes que formaban el Dúo Humo, al que artista representaba, salieron temprano de Valencia hacia Madrid. La idea era hacer un viaje relámpago de trámites y volver el martes 17 por la noche. Sin embargo, nunca llegaron. O mejor dicho, el que nunca llegó fue Nino Bravo.
En una curva, el auto, un BMW 2800 L de 1970 color blanco, se salió de la ruta y volcó. Nino Bravo y los heridos fueron trasladados primero a un hospital de pueblo a ochenta kilómetros de Madrid, y luego los llevaron en ambulancia hasta la capital española. Pero la muerte llegó antes: Nino falleció antes de arribar al centro médico. Sus acompañantes solo sufrieron heridas leves.
Su entierro en el cementerio de Valencia convocó una multitud de más de diez mil personas. Los altares en la ruta maldita donde sucedió el accidente siguen tan encendidos como siempre.
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