Última oportunidad: un policial francés con el sello de Harlan Coben
Harlan Coben comenzó como escritor por convicción. Nacido en el seno de una familia judía de Nueva Jersey, desde niño se interesó por los misterios que se ocultaban a su alrededor. "Cuando era chico, en el barrio había una zona boscosa, detrás de una escuela primaria, donde iban los adolescentes a jugar y a hacer otras cosas. Había vallas con alambres de púas y carteles que decían «Manténgase alejado». Se corría el rumor de que era una base de misiles donde se realizaban pruebas nucleares. Nunca creí demasiado en ese rumor pero cuando fui mayor descubrí que era verdad. Finalmente cerraron la base, y yo usé ese misterio como parte de una de mis novelas". Esa historia que contó en una entrevista reciente con The Huffington Post es una muestra de su innato poder de observación y de esa decisión temprana de hacer de la escritura su propio camino.
Mientras estudiaba Ciencias Políticas en Massachusetts, se codeaba en las fiestas de fraternidad con Dan Brown y trabajaba de vez en cuando en la compañía de turismo de su familia, decidió que lo que le gustaba era escribir ficción. Con varios manuscritos en algún cajón, recién a los veintiséis años se animó a publicar su primera novela, Sin un adiós, editada en 1990. Ya en esa primera incursión en el thriller, Coben mostraba los signos de una escritura de fuerte personalidad y definía el oscuro universo doméstico que fue tiñendo su abordaje del policial, tan atento a sucesos extraños y sórdidos como a entornos familiares complejos e inquietantes. Ese gesto inicial modeló su identidad, la misma que le sumó lectores alrededor del mundo gracias a la creación de su personaje estrella, el ex jugador de básquet y representante de deportistas devenido en detective, Myron Bolitar.
Bolitar no es el típico detective del noir que guía el recorrido de una investigación a partir de una serie de pistas, sino que siempre se mueve en un terreno farragoso, impregnado de secretos y misterios irresueltos, a tientas y demasiado implicado en los acontecimientos. Esas estructuras narrativas estilo mosaico, plagadas de giros inesperados y hechos del pasado que regresan, se han convertido en una de las claves del estilo de Coben, que incluso ha perfeccionado en su producción reciente. Fueron once los títulos que relataron las aventuras de Bolitar, los que le valieron varios premios literarios –es el único autor que ha conseguido los tres principales premios de la literatura de misterio, el Edgar, el Shamus y el Anthony- y los que lo pusieron varias veces en el número 1 de la listas de más vendidos en The New York Times.
Con todos esos éxitos y pergaminos, que la carrera de Coben desembocara en la pantalla era previsible. Primero fue el cine, cuando el actor Guillaume Canet decidió convertir la adaptación de su novela No se lo digas a nadie en su carnet de validación como director. No se lo digas a nadie era la primera novela que Coben escribía -luego de sus dos obras de juventud Sin un adiós y Cura milagrosa (1991)- en la que no aparecía el carismático y algo sociópata Bolitar. Independiente de toda serie, condensa un muestrario de sus constantes argumentales y su definida retórica: hechos del pasado que regresan como traumas irresueltos, grandes elipsis temporales, falsos culpables y extrañas desapariciones. Si bien Canet ya había realizado algunos cortos y una película juguetona y algo autobiográfica –Mon idole (2002)- No se lo digas a nadie tenía toda la impronta de ópera prima y tal vez esa necesidad de vestir al argumento de un estilo propio atentó contra su claridad expositiva –evidente en los acumulados flashbacks del final y la insistente música- pero la película salió triunfante. Obtuvo varias nominaciones a los premios César, recaudó mucho más de lo esperado, y catapultó la fama de Coben a un nuevo público.
Del éxito cinematográfico del 2006 ya pasaron varios años y era lógico que en esta década del streaming los ingeniosos misterios de Coben alimentaran el mundo de las series. Nuevamente fue Francia quien convirtió su excelente novela de 2001, Última oportunidad, en una miniserie de seis episodios en la que él no solo aportó el material original sino que fue parte del equipo creativo. "Me gusta ambientar mis novelas en lugares que son aparentemente plácidos, casi la representación de ese sueño del americano medio con dos o tres hijos y una garaje para dos autos para demostrarle cuán frágil es todo eso". Y ese mundo bucólico que esconde las grietas de su destrucción también puede trasladarse a los suburbios de París. En Última oportunidad, estrenada en Francia en 2015 y desde este jueves disponible en Europa Europa, una reputada pediatra recibe un sorpresivo y brutal ataque en el living de su casa mientras prepara la mamadera para su hija de seis meses. A partir de allí, la muerte de su marido y el secuestro de la beba marcan un derrotero de terrores y persecuciones que tiñen de sospechas su futuro y que, como siempre, involucran a los más cercanos.
Sin creerse demasiado ese nuevo rol de showrunner, Coben combina su vida de escritor y su familia numerosa en Nueva Jersey con los desafíos creativos que le depara la nueva televisión. Sus escenarios domésticos preñados de secretos y fantasmas del pasado mantienen esa atmósfera tensa e imprevisible de su literatura en los nuevos proyectos realizados directamente para la pantalla. En 2016 fue creador y guionista de la miniserie británica The Five y un año después volvió a trabajar para los franceses al mando de Solo una mirada, esta sí inspirada en una novela publicada en 2004. "Todo los autores que conozco piensan a la escritura como un trabajo. Todos los días te tenés que sentar en la silla y cumplir tu tarea. El creer que la musa va a venir todas las mañanas a susurrarte en el oído la inspiración es la clase de tonterías que me vuelve loco porque no es verdad. Y no es verdad para un escritor de best-sellers pero tampoco para uno aclamado por la crítica".
La buena recepción de sus trabajos televisivos –al que se suma la reciente Safe, disponible desde hace unos meses en Netflix- no afectó la constancia de su trabajo como novelista. Repartido el tiempo entre ambos continentes y administrada la concentración entre ambas tareas, Coben se las arregla para publicar casi una novela por año. La última, Don’t Let Go (2017) –todavía no editada en español- presenta a un detective de Nueva Jersey, Napoleon (Nap) Dumas, marcado por la misteriosa muerte de su hermano y el reciente abandono de su novia. Nuevamente el pasado regresa para avivar viejas heridas, para anunciar repentinas desapariciones, para desenterrar olvidados secretos. La creatividad de Coben en todos los terrenos no deja de ser un permanente ejercicio, en el que observación y constancia se ponen en juego al servicio de un género que requiere tanto talento como arduo trabajo.
Última oportunidad se estrena este jueves 5 a las 22 hs. por Europa, Europa.
Otras series francesas para descubrir
Glacé (Francia, 2016-2017, 6 episodios). Disponible en Netflix.
Oscuro policial sobre un asesino encarcelado que vuelve a las andadas luego del macabro descubrimiento de un caballo muerto. Con dos pesos pesados como Charles Berling (Las horas del verano, Elle) y Pascal Greggory (actor emblema de los tiempos de Eric Rohmer) y ambientada en los nevados picos de los Alpes, es una historia que condensa lo criminal y lo íntimo con gran astucia y notable tensión.
La Mantis (Francia, 2017, 6 episodios). Disponible en Netflix.
Thriller heredero de la mítica El silencio de los inocentes que cuenta con una gran actuación de Carole Bouquet como una serial killer encerrada en una prisión de máxima seguridad que se convierte en una pieza clave para atrapar a su copycat. Como ocurre en las ficciones policiales francesas, el crimen siempre ronda a la familia y aquí los sucesos más oscuros siempre están más cerca de lo que creíamos.
El bosque (Francia, 2017, 6 episodios). Disponible en Netflix.
En los alrededores de una escuela secundaria, la desaparición de una adolescente despierta viejos hechos del pasado. Un bosque plagado de secretos y misterios amenaza a ese pueblo en el que el nuevo jefe de policía y sus ayudantes deberán seguir las pistas de sucesos sorprendentes y macabros. Destaca la figura de una profesora (Alexia Barlier), huérfana marcada por las fauces de un pasado ancestral.
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