El auge de los villanos argentinos en series españolas
MADRID
Intenso. Con este adjetivo ambivalente se suele vincular a lo argentino y a sus criaturas en el exterior. Intenso puede ser profundo, pasional, que evidencia un discurso (y un aprendizaje) a partir del psicoanálisis. Pero a la vez intenso puede ser verborrágico, soberbio y avasallante. Dos caras para un mismo acento. La meca de la industria audiovisual en castellano se encuentra en España, un universo cada vez más sofisticado en narraciones y en la originalidad de sus creadores. ¿De qué modo aparecen retratados los personajes argentinos que participan en estas ficciones españolas? ¿Cuán intenso es este retrato?
Un enorme polo de producción crece en el norte de la capital española, Madrid Content City, a un ritmo frenético. En este próspero y fértil momento, a través de distintas plataformas de contenido, estas historias se disfrutan en pantallas de todo el mundo. Así penetra una cultura, una imagen, un idioma y también estereotipos en las pupilas de los espectadores. Eleonora Wexler (La valla), Eduardo Blanco y Nicolás Francella (Alta mar), Leonardo Sbaraglia (Félix y Todos mienten), Ramiro Blas (Vis a Vis), Guillermo Pfening (Foodie Love), Cecilia Roth (El embarcadero), Osmar Núñez y Fabiana García Lago (Arde Madrid), Michel Noher (La Unidad), Lali Espósito (Sky Rojo), Dario Grandinetti (Hierro), Rodrigo de la Serna (La casa de papel), Luz Cipriota (Las chicas del cable) y Adrián Navarro (Ana Tramel. El juego) son algunos de los actores argentinos que aparecen en las series españolas que recorren el mundo en roles protagónicos y secundarios. Estos representantes y embajadores de una cultura componen a villanos, a un presidente en el exilio, a un capitán de un barco transatlántico, a un médico sádico, a un policía de elite, a una escritora de novelas rosa, a abogados de dudosa reputación, traficantes, ladrones… el abanico de profesiones (y deformaciones) es amplio.
¿Por qué se convoca a actores argentinos para estas series? ¿Hay algún estereotipo, una función –en términos del lingüista Vladimir Propp–, que esté asociada a los argentinos? Todas las generalizaciones son odiosas, pero existen. Grandes villanos, perversos, poderosos, maquiavélicos de la TV española reciente fueron interpretados por argentinos, cargando sobre sus hombros el peso, o gran parte del peso, del mal. Por ejemplo Alma, en La valla, interpretada por Wexler, dirige un centro de experimentación epidemiológica y experimenta con niños que mantiene secuestrados, o Blas, el doctor Sandoval en Vis a Vis, compone a un médico que comete todo tipo de abusos en una elogiada actuación por la crítica. La maldad de estas criaturas con talento y acento argentino difícilmente sea superada en varias temporadas.
¿Cuáles son los clichés asociados a los argentinos que se traducen en los personajes de las series? La contundencia del acento, sumada a una actitud segura y compadrita, da en algunas ocasiones un aire de chulería, como se dice en España. Algunos tristes epítetos, afortunadamente, comienzan a evaporarse, pero también emergen nuevos ante olas xenófobas que perciben algunos inmigrantes, no solo en España, sino también en Europa. Palermo, el personaje de De la Serna en La casa de papel, es agredido verbalmente y llamado sudaca: "Soy el sudaca que vino a repatriar el oro que ustedes saquearon", le responde más violento aún al ataque de un hombre esposado y le pega varias veces con un fierro. Tanto Palermo como Alma y Sandoval viven al límite existencias impasibles en mundos estrictos. Universos sofocantes, como el cautiverio, la dictadura o la cárcel, respectivamente, y en todos ellos no solo gozan del poder, sino que eligen imponer sus propias leyes o trasgredir las existentes con el fin de conseguir su cometido.
De pasiones y fantasmas
A veces las razones para convocar a un actor argentino son más simples y la nacionalidad es apenas un dato de la identidad del intérprete que no modifica la trama. La prestigiosa Isabel Coixet (Mi vida sin mí, La librería), convocó a Guillermo Pfening para su primera serie de TV y la primera de HBO España, Foodie Love, donde el actor compone a un sibarita en una historia de amor. "Para mí fue algo muy natural, muy normal. Este personaje no era argentino. No sabía de dónde era, pero vi la película de Julia Solomonoff, Nadie nos mira, y apareció Guillermo. Tengo tantos amigos argentinos de toda la vida, viviendo en Barcelona o en Nueva York. Guillermo me preguntó: «¿Querés que haga acento español?». Nadie en España se ha hecho muchas preguntas de por qué es argentino".
El "tópico", como se llama en España, el lugar común es inevitable y no siempre es dañino. Hay un elemento propio de la retórica argentina: la seducción. El acento, pero también las florituras y los modos, según aseguran tantos españoles, resulta, en algunos casos, sensual. "Ha sido más que bonito. Lo que ha hecho Jorge con Nuria es un momento histórico en este país. Es el primer español que le quita la novia a un argentino", dice el personaje de Ernesto Sevilla en la película Tenemos que hablar. "Recuérdame que mañana lo apuntemos en la Wikipedia con la fecha y todo", le agrega Belén Cuesta en la escena de esta película dirigida por David Serrano.
Hay otras ocasiones donde la mirada no es tan gentil. La labia es también propia del charlatán, no un conversador, quien suele ser interesante, sino aquel que "te da una chapa" y monologa. A menudo, el gran entrevistador y showman que es Andreu Buenafuente cuela este tipo de chistes en sus monólogos nocturnos de Late Motiv. Hay actores argentinos radicados desde hace muchos años en España, y que han ganado su espacio en la TV y también en el teatro, como Fernanda Orazi, quien interpretó a la cuñada de Berto Romero en Mira lo que has hecho (Movistar+). En esta serie participa de un episodio donde discute y rompe la relación con el hermano del protagonista: "Estoy harto de tus ironías que no las entiendo. ¿Vale? Tu dialéctica esa argentina que tienes", le arroja su flamante exnovio.
Quizá, como un desvío de este don (o vicio) retórico, el chanta también ha sido representado en la TV. Uno de los personajes recientes más polémicos fue el exhibió El ministerio del tiempo, excelente serie de la TV pública, en la que un hombre logra lo que nadie hasta el momento había logrado, ingresar en el mencionado ministerio para boicotear esta institución que persigue un fin tan noble. Aquel personaje prepotente, interpretado con el talento de Roberto Drago, es argentino.
Hay posiblemente un afán de verosimilitud a la hora de retratar un espacio que los argentinos ocupan en la sociedad española, una historia de migraciones que no cesa y que crece con cada crisis política o económica nuevos capítulos. David Serrano es un prolífico director de cine (El otro lado de la cama), de teatro (Billy Elliot, en Madrid y Barcelona, y Más de cien mentiras, en Buenos Aires) y de TV (Vota Juan, con Javier Cámara). El realizador admite que hubo un momento donde se vinculaba al argentino con un estereotipo, el del "fantasma" [el charlatán].
Si bien hay una clara presencia argentina en las ficciones españolas, en un universo de 85 producciones anuales hablar de desembarco o de fenómeno argentino resulta atolondrado. Serrano, quien trabaja en la creación de una escuela de teatro musical en Madrid que estará asociada con la porteña Timbre 4, considera que si bien hay actores argentinos en las series, esta presencia no es fiel al entramado de una sociedad cosmopolita, como lo es la española en la actualidad. "Creo que la ficción no está reflejando la realidad, me da la sensación de que es una asignatura pendiente. Aún está esa necesidad de explicar por qué esos actores, con esos acentos y nacionalidades, están en cada historia, y que si están es simplemente porque viven aquí". Serrano destaca que quiso contar en su película Una hora más en Canarias con Eduardo Blanco y que modificó el guion para que fuese posible. "No contraté a un actor argentino. Contraté a Eduardo Blanco porque me apetecía".
Un barco cruza el Atlántico a principios del siglo XX comandado por un melancólico capitán. Blanco, quien desde hace más de veinte años participa en producciones españolas es uno de los protagonistas de Alta mar. El actor considera que quizá hay algunos clichés con los argentinos, con los porteños en particular, como ocurre en todos los países con los habitantes de una capital. Blanco nunca se sintió discriminado, sino que, por el contrario, siempre se sintió parte de los grupos de trabajo que integró. "Alta mar no fue escrito para mí. Se enteraron de que estaba en España ensayando una obra de teatro y me convocaron con mucha generosidad. Iba a estar limitado con los horarios y los productores fueron muy generosos conmigo e hicieron que el personaje fuese argentino por mí. Creo que en España les gusta algunas palabras nuestras, expresiones e incluso las puteadas". Blanco integra un grupo de actores argentinos que construyeron una carrera en España, Sbaraglia y Roth entre otros. Su antagonista en la serie es un debutante en series españolas: Nicolás Francella, con tonada argentina más notoria y traje de villano.
Aparecen también otros nombres y rostros nuevos que causan una gran impresión en los espectadores de las series españolas. Este es el caso de Wexler, protagonista de una serie de la que todos hablan. El día del estreno de La valla por TV abierta [ya se había estrenado en una señal Premium y en la Argentina puede verse por Netflix] más de dos millones de personas siguieron con sorpresa la trama de esta distopía ambientada en una pandemia, donde la ciencia trabaja a sol y sombra para encontrar la vacuna con su antídoto. No hay oportunismo en esta producción de Daniel Écija, una historia que se terminó de filmar a mediados de 2019. Wexler leyó un primer guion de la serie e hizo la prueba de cámara desde su casa, en Buenos Aires. Los productores quedaron encantados con su interpretación y luego viajó a Madrid, donde tuvo la prueba de fuego. La actriz preguntó en la primera reunión si debía modificar su acento o dicción. Nada de eso. La actriz que trabajó con Alfredo Alcón y Blanca Portillo y alcanzó picos inusitados de popularidad con Juana, la desquiciada de Valientes, fue crucial para construir un clima siniestro y lúgubre. ¿De qué modo se percibe a los argentinos en España? "Hay de todo. En el exterior nos ven como talentosos, hábiles para movernos con cintura. Hay gente que nos hace quedar bien y gente que nos hace quedar pésimo. Tenés que ir desde un lugar de humildad y no creyendo que las sabés todas, sin cancherearla. También hay gente muy talentosa que se ganó su lugar. Todo tiene que ver con la forma en la que te presentás".
En 2019, una serie en blanco y negro, de difícil categorización genérica (¿es un drama? ¿es un grotesco? ¿es una comedia al estilo de Luis García Berlanga?) se destacó entre todas las producciones por su factura técnica y original guion: Arde Madrid (Movistar+). Paco León y Anna Costa imaginan la intimidad de los agitados días de Ava Gardner en España, la vecina de Juan Domingo Perón. Osmar Núñez fue convocado para interpretar a este "Perón en baja, el Perón más vulnerable que tuve que hacer", define el actor que trabajaba en España por primera vez "con todos los nervios del mundo". La también argentina Fabiana García Lago fue convocada para el papel de Isabelita. Núñez sintió la responsabilidad de crear a este personaje, una vez más [ya lo había hecho en Juan y Eva y en Historia clínica]: "De todos modos, con Perón, ya estoy acostumbrado. Es un personaje que genera amores y odios. Ya sé que están quienes lo quieren y quienes no. Al peronista más ortodoxo quizá no le guste ver a este personaje. Pero yo lo respeto mucho y lo hice con toda su dignidad".
El acento argentino se advierte en la TV y también en el Congreso español, en algunos políticos, tanto de izquierda como de derecha. Es parte del tejido de una sociedad plural que crea relatos y ficciones y con ellos una representación. No hay un argentino, hay varios, muchísimos, ninguno es igual al otro, y cada vez más una versión fosilizada de un ser comienza a diluirse para dar la posibilidad de reflejar personajes con grises, de un gris intenso.
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