Tristeza y gratitud por el cierre de Arte y Cultura, un espacio que fue cuna de grandes bailarines argentinos
Le estaba dando vueltas al asunto desde hacía meses. Y ahora, el contador era claro en su indicación: para resolver las finanzas había que aumentar las cuotas al doble. Cuando escuchó el verdericto, la decisión fue igual de clara para Juan Lavanga: había que cerrar el estudio. "¿Cuál es el sentido de Arte y Cultura?, ¿qué beca podría otorgar así la institución? ¿Y cómo estaría cumpliendo con la premisa de que la enseñanza de la danza sea accesible para los argentinos? A mí no me parece honesto continuar de otro modo y no puedo incumplir cosas que han sido sagradas", reflexiona el presidente de esta asociación civil sin fines de lucro, que en 30 años se convirtió en cuna de grandes bailarines argentinos –muchos de los cuales hoy triunfan en el mundo–, además de haber sido una incubadora de proyectos y compañías de ballet que nutrieron –nutren– la escena artística del país.
Los objetivos de este espacio, enunciados en el estatuto de su creación, en 1989, no resisten dobles lecturas: organizar actividades pedagógicas "económicamente accesibles", "fomentar" el arte de la danza en sus diversas manifestaciones, "auspiciar" eventos, "otorgar becas", organizar concursos. De continuar en la situación actual, que cierren los números significaría que desaparezca esa misión. Por eso, Lavanga explica que seguirá solo con las tareas de producción y organización de espectáculos desde el escritorio de su casa, ya que la sede actual de Arte y Cultura, en el edificio de la calle Guardia Vieja, dejará de abrir el 1 de julio. "No se puede mantener toda esa estructura sin actualizar los valores. El estudio nunca buscó ganancia, sino que se mantuviera solo, y funcionaba de la mañana a la noche".
Si bien el contexto de crisis podría dar pie a una suma de repercusiones políticas –a nadie se le escapa que sostener el pago de un alquiler en dólares y el aumento de los servicios e impuestos desarticularon la economía de este y otros espacios–, no se oyen grietas en los testimonios de más de una docena de bailarines, maestros y coreógrafos consultados por LA NACION al conocerse la noticia. Lo que subyace es un sentimiento unánime por la pérdida de este sitio tan valioso para la comunidad de la danza: hay tristeza y gratitud.
"Arte y Cultura fue gran parte de mi comienzo en la danza. Muchos de los bailarines de hoy se han visto beneficiados de una forma u otra por su larga dedicación. Yo me incluyo –escribe Herman Cornejo desde Nueva York–. Cuando uno piensa que con el paso del tiempo habría más arte, de pronto se genera un vacío. Espero que en un futuro muy cercano se vuelvan a crear espacios para la danza, ya que el arte y la cultura es lo que representa a un país", expresa con gratitud el bailarín principal del American Ballet Theatre, que con 38 recién cumplidos este año marca sus dos décadas en esa compañía.
En el inabarcable "álbum familiar" de la asociación, se lo ve a Cornejo en una imagen de 1993, portando la bandera Argentina durante la apertura del concurso de ballet Danza Niño. Era un chico –no había cumplido los 18 en esta otra foto, la de la inauguración de la segunda sede de Arte y Cultura, donde se lo puede ver con una jovencísima Marianela Nuñez , junto a Maximiliano Guerra y Mora Godoy–, cuando en el estudio enseñaban dos de los mejores maestros de ballet de nuestro país: Raúl Candal y Katty Gallo. Ella enfatiza el aporte realizado en la generación dorada que hoy engalana los escenarios internacionales. "Comencé a dar clases de danza en el estudio cuando fue inaugurado en su primitiva sede de Talcahuano 214. Durante mi colaboración, tuve el placer de contribuir en la formación de bailarines que hoy ostentan un lugar privilegiado en el mundo de la danza, constituyendo de esta manera, como brillantes exponentes argentinos, un motivo de orgullo para el arte de nuestro país. Tengo solamente muy gratos recuerdos y deseo agradecer con mucha efusión y cariño a Juan Lavanga por la oportunidad que en su momento me brindó", dice Gallo.
Muchas veces como complemento de la formación en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón y también apadrinando nuevas promesas a través de la realización de certámenes que fueron emblemáticos para estas tres décadas, Arte y Cultura impulsó la carrera de Karina Olmedo, Silvina Perillo, Miriam Coelho, Dalmiro Astesiano y más cerca en el tiempo Nadia Muzyca, Eliana Figueroa, Julieta Paul, entre muchos otros que decidieron desarrollar su carrera en la Argentina. Iñaki Urlezaga , que participó del primero de aquellos concursos –que en los comienzos premió también a Hernán Piquín y Cecilia Figaredo–, llama la atención respecto de un aspecto diferencial: "El jurado era realmente internacional y fue muy bueno para Buenos Aires, como un faro en Latinoamérica".
Primera bailarina recientemente retirada del Ballet Estable del Colón, Olmedo cuenta que iba a comenzar a dar clases en el estudio cuando se enteró de la decisión. "Fue un dolor y una angustia grande, porque yo crecí con Arte y Cultura. A mis 18 años participé del primer concurso latinoamericano, en el que gané una beca para ir a estudiar con Rosella Hightower. Ese estudio tiene una gran historia. Por mi parte, seguiré ensayando hasta el último día: cada vez que me cambio en esos camarines siento ahora un poco de nostalgia", dice. Y propone: "Tenemos que reflexionar, algo no estamos haciendo bien; ojalá los artistas podamos ayudar para que las cosas cambien".
Entre los incontables nombres de jóvenes que hoy son figuras y han pasado por esos salones –de Luciana Paris a Ciro Mansilla, de Agustina Galizzi a Matías Oberlin– está Florencia Chinellato, que desde Hamburgo escribe "con el corazón todavía angustiado por la noticia". La entrerriana, de 33 años, que hoy forma primera en las filas del gran John Neumeier, valora la calidez de un grupo humano que la recibió "como una familia" desde pequeña. "Siempre ayudando a los bailarines a salir adelante, aconsejándolos y acompañándolos a lo largo de sus carreras. Se trabajaba duro, pero con mucho amor. Estoy feliz de haber podido estudiar con grandes maestros, que respeto mucho, y aunque sé que algunos ciclos deben cerrar, me da mucha pena que así sea. Gracias Arte y Cultura por ayudar a los artistas para cumplir sus sueños", remata en su despedida.
En sus veintipico, del otro lado de los Andes Emmanuel Vázquez recuerda sus clases con los maestros Mario Galizzi y Héctor Barriles. "También fui parte del Ballet Metropolitano, mi primer paso como profesional", reconoce el bailarín del Teatro Municipal de Santiago. La compañía que dirige Leonardo Reale se nutrió inicialmente de bailarines del Colón y del Teatro Argentino de La Plata (una fórmula que retomaría luego el Buenos Aires Ballet de Federico Fernández, quien, si bien no fue alumno, reconoce "una pérdida inmensa" con el cierre de esta asociación que le dio oportunidades como bailarín invitado y sus salas para ensayar con su grupo–. Desde 2006, el Metropolitano tiene elenco propio. "Es que otro de los objetivos de Arte y Cultura fue abrir una fuente de trabajo, una compañía de ballet, para profesionalizar a la gente", distingue Lavanga.
Desde que tomó su primer curso de verano en 1992 hasta hoy, Julieta Paul pasó por casi todas las instancias que definen el tarea de la asociación: "Para quienes vivíamos en el interior, sus cursos eran la oportunidad de tomar clases con maestros a los que no hubiéramos tenido acceso [Loipa Araujo del Ballet Nacional de Cuba, Teresa Kulka de la Ópera de Varsovia, Carlos Gacio de la Ópera de Viena, Sergio Neglia ya radicado en los Estados Unidos, Cecilia Kerche (Brasil) entre otras visitas]. Muy valorado era el constante contacto que la asociación tenía con quienes no éramos alumnos regulares, para comunicarnos posibles becas en el exterior y concursos de interés. Tengo imborrables recuerdos de cientos de pequeños bailarines de todo el país que colmaban con mucha ilusión la sala del segundo piso. Ya en mi etapa profesional concurría a los ensayos del Ballet Metropolitano en Guardia Vieja, para tantos tours entre los que resulta un hito la Gira a Rusia 2012, una experiencia invaluable. También en esas salas se gestó el ciclo Konex para chicos, del que participé y que aún hoy en cartel continúa con gran éxito", se extiende Paul, bailarina del Argentino de La Plata, quien también dictó allí las clases de Repertorio que dos décadas atrás tomaba ella como alumna. "Siempre fue un lugar de cobijo y oportunidades y así será recordado por los que nos perfeccionamos en sus salas, trabajamos como profesionales y fuimos también docentes a lo largo de su productiva trayectoria de tres décadas. Es con mucha tristeza e impotencia que su cierre deja un vacío enorme en la formación de bailarines argentinos".
El propio Lavanga se ocupó de acordar con Marisa Ferri, directora de Ballet Estudio, que varios docentes pasarán a dictar clases en los salones de Marcelo T de Alvear 1435, donde su tía, la mítica Olga Ferri y Enrique Lommi hicieron escuela. Allí también se alojarán los ensayos de diversas producciones del Ballet Metropolitano y de artistas internacionales invitados. "Con una pena muy grande, cierro una etapa. Hay algo de tarea cumplida. En estos 30 años no siento que haya quedado nada pendiente. Se hizo. Ayudamos cuando veíamos una compañía que precisaba un impulso o cuando alguien necesitó que estuviéramos ahí –como cuando le robaron su equipo al fotógrafo Antonio Fresco–. Hay una misión de solidaridad también, porque cuando las cosas te van bien hay que hacerlas. Y cuando no…". Igual que la huella de Arte y Cultura, de la generosidad y el profesionalismo de su mentor seguramente se seguirá hablando un largo rato.
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