Albumes que nunca llegaron a editarse, los Beatles en pañales, manifestaciones en su contra y largos viajes en barco con shows prohibidos por un capitán irascible.
La llegada de los bee gees a Buenos Aires, ciudad que tuvo el honor de haber sido elegida por los hermanos Gibb como uno de los cinco escenarios del mundo de su gira One Night Only, removió las aguas en torno de la reputación de este grupo legendario. A pesar de la placidez de su música, generalmente melódica, la banda fundada a comienzos de los 60 por los mellizos Robin y Maurice junto a Barry, su hermano mayor, parece despertar sentimientos encontrados. Algunos rockeros puros la consideran poco menos que un insulto. Otros, los que frecuentaban las discotecas durante los años 70 y 80, sólo la conocen desde su participación en la banda de sonido de Saturday Night Fever, que encumbró a los Gibb como monarcas de la música disco. Tanto unos como otros parecen desconocer que, a fines de los 60, los Bee Gees llegaron a rivalizar con los mismísimos Beatles. En esa época compusieron una serie de gemas de pop-rock inusualmente barroco que fueron interpretadas por artistas como Janis Joplin, Elvis Presley y Sarah Vaughan. Son las mismas canciones que, aún hoy, continúan conformando buena parte de su repertorio; por esas canciones, grupos de las nuevas generaciones, como Oasis, confiesan abiertamente ser admiradores suyos.
Treinta años después de su recordado paso por el Londres psicodélico, los Bee Gees arribaron a la Argentina con todo el entorno que suele rodear a las superestrellas internacionales: agentes de prensa, managers, representantes de la grabadora, camarógrafos, fans curiosos, cholulos, guardaespaldas y un dispositivo de seguridad más apropiado para un dirigente palestino. En medio de todo ese despliegue, somos conducidos hasta una amplia habitación en uno de los pisos superiores del hotel donde se alojan; allí están, sonrientes y cómodamente apoltronados en un sofá, los hermanos en cuestión. Se muestran deseosos de hablar, se interrumpen unos a otros, completan las respectivas frases y, asumiendo distintas voces y personajes, hacen recordar por momentos una rutina de Los Tres Chiflados. Con ustedes, Larry... perdón: Barry, Maurice y Robin.
¿Por qué decidieron hacer sólo cinco presentaciones?
Maurice: Queríamos cambiar el concepto de las giras. Podríamos haber organizado un tour con cincuenta o cien fechas, pero, en esos casos, la mayor parte del tiempo el público no sabe bien dónde estás. De esta manera, si vos hacés sólo un show en un continente, o en un país en particular, tenés una audiencia mucho más grande y el recital se vuelve más exclusivo, más interesante para la gente. En cierto modo, nuestra decisión ha cambiado algunas reglas de juego; ahora, otros artistas, como los Rolling Stones, están analizando el mismo concepto. Dicen: "Pará un momento, no tenemos por qué estar haciendo esto ininterrumpidamente durante meses. Podemos hacerlo de a un show por vez, cuando tenemos ganas; reunir el equipo, dar un gran concierto, descansar algunas semanas y luego hacer otro." No tiene que ser algo constante, especialmente cuando tenés hijos. La vida cambia, sabés, y ésa es básicamente la razón que nos mueve a hacerlo así.
Barry: Esto no es definitivo; al menos es lo que haremos este año. Es la primera vez que tocamos en Sudamérica y, a medida que vayamos andando, podemos añadir otros lugares. El año que viene quizás hagamos tres o cuatro ciudades más, cuando sintamos que es el momento correcto.
Robin: Lo que buscamos, además de dar un buen show en el que todos se sientan frescos y saludables, es recorrer los lugares a los que vamos. Hemos estado en muchos países en todo el mundo y lo único que hemos visto es el aeropuerto, el hotel y el escenario. De esta manera, llegamos a la ciudad por lo menos tres o cuatro días antes del show y conseguimos conocerla un poco...
Barry: ...ir de shopping (risas).
Robin: Sí, y realmente absorber la cultura y disfrutar del lugar donde vamos a tocar.
¿Cómo eligieron los países en los que actuarían?
Barry: Lo discutimos entre nosotros y decidimos que, dentro de Sudamérica, la Argentina era nuestra elección principal; los fans argentinos que viven en Miami siempre han venido a vernos y nos contaban que tenemos muchos seguidores aquí. Australia era una elección obvia, porque nos criamos allí; vamos a inaugurar el estadio Olímpico en noviembre y, luego de eso, probablemente grabaremos un nuevo álbum de estudio.
¿Ya tienen listas las canciones?
Maurice: Tenemos algunas ideas.
Barry: No hay problema, compañero (risas). No te preocupes. Tenemos algunas semillas plantadas.
Cuando se reúnen para preparar un nuevo álbum, ¿están seguros de que la química va a funcionar, de que aparecerán nuevos temas?
Barry: Sí, y siempre ha sido algo casi imposible de describir. Todos sabemos lo que estamos haciendo y no nos cuestionamos qué es lo que haremos a continuación; automáticamente estamos seguros de que será tan bueno como tiene que ser y trabajamos muy duro para hacernos felices a nosotros mismos con nuestra música. Porque si nosotros no estamos felices, tampoco creo que otra gente pueda estarlo. Si tratáramos de hacer nuestra música solamente en función de otra gente, no funcionaría. Así que debemos ser un poco egoístas y hacer la música que nosotros amamos. Mientras amemos lo que estamos haciendo, sabemos que está okay.
Ahora todo parece estar ok para los Bee Gees. Pero no siempre fue así. A fines de los 60, las rápidas transformaciones que atravesaba el rock en Inglaterra hicieron que los hits se acabaran, y que el grupo quedara, de algún modo, como un recuerdo de otras épocas. Había llegado el glam-rock de David Bowie y T. Rex, y el barroco folk-rock melódico de los hermanos Gibb no parecía tener cabida. En ese momento tomaron una decisión que con el tiempo se probaría acertada, aunque la transición les llevaría algunos años: se mudaron a Miami (donde permanecen hasta hoy) y dieron a su música una nueva orientación, más inclinada hacia el soul y el rhythm & blues. El éxito comenzó a llegar en 1975, pero los primeros años de la década del 70 fueron duros. Tanto fue así que en el box set de los Bee Gees se describe el estado de la banda a la altura del álbum Mr. Natural (1974) como "desesperado".
Barry: Nosotros no estuvimos complacidos con ese álbum. Pero hay fans que se nos acercan y nos dicen que es su disco favorito, así que nunca se sabe.
Robin: Tuvimos que grabarlo al mismo tiempo que estábamos de gira. Por la noche hacíamos un show y debíamos estar en el estudio al día siguiente. No fue la mejor manera de hacer un disco.
Maurice: Creo que vemos ese álbum como una especie de entrenamiento para nuestro trabajo con Arif, que continuaría en el álbum Main Course.
Barry: Hicimos un álbum llamado Kicking Ahead With 18 Pounds, que nunca fue editado. Todavía está flotando por ahí.
Main Course fue un disco fundamental para la carrera de los Bee Gees. No sólo incluía los hits "Jive Talkin’" y "Nights On Broadway", sino que estableció definitivamente la nueva dirección del grupo. El éxito siguiente, "You Should Be Dancing", mostró un estilo ya claramente inmerso en la música disco. El Arif que mencionan no es otro que Arif Mardin, famoso productor y arreglador que había trabajado con Aretha Franklin y muchos otros artistas negros del sello Atlantic. Su papel fue decisivo en esta época del trío.
Maurice: Arif fue básicamente la persona que más nos ayudó en ese entonces; sus trabajos con artistas negros y de rhythm & blues eran muy reconocidos y por eso quisimos que produjera el álbum. Queríamos contar con su aporte. Y lo mejor de él, que se hizo evidente en Mr. Natural y llevó aún más adelante en Main Course, fue que consiguió sacar más de nos-otros. Consiguió que los músicos tocaran mejor de lo que ellos mismos pensaban que podían tocar, nos hizo cantar mejor de lo que pensábamos que podíamos cantar. Extrajo lo mejor de todos los que estaban trabajando. Y nos enseñó la mejor manera de hacer y producir un disco. En mi caso en particular, con respecto al bajo, me enseñó cosas que yo ni siquiera pensaba que podía lograr.
A su vez, ustedes supieron predecir los pasos siguientes de la música pop, luego del ocaso del rock psicodélico de los 60.
Barry: Nos norteamericanizamos; eso es básicamente lo que sucedió con Arif. Pasamos de ser beatlescos por naturaleza, de pertenecer a la escena inglesa y a la europea, a grabar un álbum en los Estados Unidos. Nos hizo mirarnos más profundamente, comprender que éramos un grupo de r & b y no una banda beatle, aunque hicimos ambas cosas. Siempre estuvimos más orientados hacia el rhythm & blues que hacia cualquier otra cosa: amamos la música negra y es lo que seguimos haciendo hasta hoy. Está en nuestra naturaleza.
¿Fue así desde el comienzo? ¿Fueron ésas sus primeras influencias?
Barry: Oh sí, Otis Redding, (el sello) Stax.
Robin: Sam & Dave: increíbles.
Maurice: Y todos esos discos eran editados por Atlantic; por eso trajimos a Arif.
El exito millonario y su ingreso en el mundo de la música disco también les trajeron la incomprensión de mucha gente, incluso hasta hoy. El público rockero en general suele subestimarlos o considerarlos como un grupo concheto, o vendido. Claro que cuando, como es su caso, se cuenta con más de 100 millones de discos vendidos en todo el mundo, esas calificaciones son algo que se puede soportar. Sin embargo, a ellos este punto no les resulta indiferente. Se defienden argumentando sus triunfos y sienten que la historia, lentamente, les está haciendo justicia.
Maurice: Si existe alguna banda que necesita ser reconocida, pienso que somos nosotros. Los Bee Gees son el segundo grupo más exitoso de la historia en lo que se refiere a la cantidad de discos que llegaron al puesto número 1, y estamos quintos entre los artistas más exitosos de toda la historia de la música grabada. Y nadie menciona nunca el hecho de que entre esos cinco artistas sólo hay dos grupos (los Beatles y los Bee Gees).
Barry: La industria está empezando a reconocernos: ingresamos en el Hall de la Fama del Rock & Roll (1997). Eso es fantástico. Y ganamos el Brit Music Award (1997), por nuestra "Contribución sobresaliente a la música británica": fue increíble. Estas cosas muestran, un poco, todo lo que hemos hecho. Nosotros no tenemos que decir que somos parte de la historia. Simplemente estamos aquí, haciendo la música que amamos. No tenemos por qué preocuparnos.
Los Bee Gees se criaron en australia, país donde grabaron sus primeros discos y lograron algunos éxitos locales. Regresaron a Inglaterra en un año muy especial: 1967, el mismo año de Sgt. Pepper’s, del debut de Jimi Hendrix, del swingin’ London. Inmediatamente tuvieron suceso con canciones que luego se transformarían en clásicos, como "New York Mining Disaster 1941" y "Massachusetts". Pero, al parecer, su arribo no fue tan placentero. Inesperadamente, revelan una anécdota tan pintoresca como desconocida.
Barry: Cuando llegamos a Londres, los Beatles acababan de editar "Strawberry Fields Forever" y ésa fue una de las primeras canciones que escuchamos por la radio. Nos apabulló por completo. Pensamos: "¿Qué vamos a hacer ahora?" (risas). Fue un shock. Y también lo fue el hecho de que toda la escena musical cambiara a causa de ese tema. Pero, luego de cinco semanas de navegación, cuando llegamos a Southampton nos recibió un grupo de gente vestida con capas negras, exactamente como los Beatles en Help!, diciéndonos que nos volviéramos.
Robin: "¡Vuélvanse! ¡Los grupos están terminados! ¡Clapton es Dios!"(risas).
Barry: Es cierto. Y en la primera empresa de management que fuimos a ver -una muy grande llamada Grade Organization- nos dijeron lo mismo. Realmente creían que la cosa era así, que los grupos se habían terminado. Después de haber dado vueltas encontrando ese mismo panorama desalentador, el productor Robert Stigwood, que aún sigue siendo un amigo nuestro, nos llamó para convocarnos a una reunión. Desde Australia le habíamos enviado algunas cintas a nems (la organización que Stigwood compartía con Brian Epstein, el manager de los Beatles). Para nosotros fue tremendo: "¡Vamos a ir al edificio de los Beatles!" Allí conocimos a Robert Stigwood, quien nos dijo que le gustaría escucharnos cantar y tocar, porque había prestado atención a las cintas y pensaba que existía un potencial en las canciones. Así fue como hicimos una pequeña actuación para él en el sótano del Saville Theatre y le cantamos algunos de los temas que habíamos compuesto en Australia, mientras Robert estaba sentado ahí, con una resaca terrible (risas). Luego nos llamó para otra reunión y dijo: "Okay, he decidido que voy a hacerlos firmar por cinco años." Así fue como comenzó todo.
Ustedes deben haber encontrado el ambiente de Londres muy inspirador, porque apenas llegaron comenzaron a componer aquellas grandes canciones.
Barry: Sí, algunos de esos temas fueron escritos en el barco: "One Minute Woman", "Turn of the Century", por ejemplo, del álbum Bee Gees 1st. Así que es un poco de ambas cosas: desde el momento en que dejamos Australia empezamos a sentirnos internacionales, a sentir que íbamos a llegar a algún lado. Y, además, estábamos en el medio del océano, no podíamos ir a ninguna otra parte (risas). El viaje se vuelve aburrido, después de un tiempo. Se suponía que debíamos actuar en el barco, durante el trayecto. Pero nuestro camarote quedaba al lado de la cabina del capitán, y cuando nos escuchó ensayar dijo: "Está bien, muchachos, no hace falta que canten." (risas)
¿Cuál fue la importancia de Robert Stigwood en la carrera de ustedes?
Robin: Fundamental. Se volvió un maestro para nosotros. Era dentista, psiquiatra y, además, manager de Cream y de Eric Clapton. Y trabajaba con los Beatles.
Maurice: En ese momento fue quien, no diría que nos descubrió, pero sí que nos dio esa increíble oportunidad.
Barry: Fue el primero en creer en nosotros tanto como nosotros mismos. Y alguien así debe ser tu manager, porque es difícil encontrar una persona con esas características. Hoy, nuestro manager cree en lo que hacemos, tanto como nosotros mismos. No puede funcionar de ninguna otra manera.
La última pregunta nos remite al comienzo de todo. Es decir, a esas armonías vocales que son la marca de fábrica de los hermanos Gibb: algo tan único como irrepetible. ¿Cómo surgió esa forma de cantar?
Barry: Empezó cuando éramos chicos y vivíamos en Manchester, antes de mudarnos a Australia. De repente empezamos a escuchar esa cosa totalmente hechizante que venía de Norteamérica: discos como "Lollipop" (The Chordettes), los Moonglows, los Everly Brothers, los comienzos del rock & roll, Elvis Presley, Bill Haley and The Comets, Neil Sedaka. Eramos tres chicos pequeños en Manchester y esa música, para nosotros, era lo que queríamos hacer. La idea de las armonías fue muy inspiradora. Eramos sólo unos chicos, pero pensamos: "Quizá podamos hacer esto." Queríamos ser como esas estrellas norteamericanas... Cada niño, en los años 50, quería ir a los Estados Unidos. Esa música fue una inspiración para el mundo.
Es decir que cuando los Beatles aparecieron con sus armonías, ustedes hacía rato que ya estaban cantando...
Barry: ¡Nosotros ya éramos un grupo cuando ellos todavía estaban en pañales! (risas).