Travis Scott cruza hip hop y psicodelia en un disco sorprendente
Como la inmensa mayoría de las estrellas contemporáneas del hip hop, Travis Scott ha construido su carrera a partir de las operaciones de marketing. En eso parece haber aprendido todo de Kanye West , uno de sus principales mentores, el productor visionario que se animó a ficharlo para GOOD Music, sello que ha impulsado las carreras de figuras como Pusha T, Big Sean y John Legend. El comercial no es el único vínculo con Kanye: Travis, de apenas 27 años, tuvo su papel en el osado Yeezus (2013) y tiene una hijita con Kylie Jenner, hija a su vez del campeón olímpico William Bruce Jenner, que en 2015 llevó a cambio un proceso de cambio de sexo y hoy es Caitlyn Marie Jenner, y famosa por su participación en el bizarro reality show de la familia de Kim Kardashian , la mediática pareja de West.
Al margen de toda esa data que hace las delicias de la prensa amarilla y alimenta inevitablemente el run run de las redes sociales, Scott ha editado un par de mixtapes entre 2013 y 2014, dos LPs solistas (Rodeo en 2015 y Birds In The Trap Sing McKnight en 2016) y uno más en colaboración (Huncho Jack, Jack Huncho, junto a Quavo, de Migos, a fines del año pasado). Y ahora acaba de sorprender con Astroworld, un álbum futurista y expansivo que cruza con mucha inventiva hip hop y psicodelia.
Uno de los datos más llamativos del disco es su inusual lista de invitados: Frank Ocean, Drake , Pharrell Williams , The Weeknd , Tame Impala, James Blake, Kid Cudi, Thundercat y John Mayer. Por si esos nombres sonaran a poco, hay de yapa un breve pasaje de armónica atribuido a Stevie Wonder (sin acreditar, en STOP TRYING TO BE GOD, uno de los mejores temas del disco). Y todavía más: Scott dice que dejó fuera del repertorio (de 18 temas) un single grabado con Kanye West.
Mucha información acumulada en un disco cuyo título está inspirado en el nombre de un famoso parque de diversiones de Houston, la ciudad natal de Scott, también aludida en el homenaje a DJ Screw, influyente figura de la escena del hip hop local (en la emotiva R.I.P. SCREW). Una de las características de la personalidad de Scott es justamente su honestidad para admitir explícitamente las influencias con las que ha forjado su propio estilo: Kanye, antes que nadie, pero también, como lo ha remarcado él mismo en más de una oportunidad, Kid Cudi, M.I.A., Toro y Moi y Tame Impala. Las huellas de esos referentes aparecen en muchos pasajes de un álbum que le inocula al sonido habitual del trap tan en boga un tono narcótico que conquistaría el alma de Timothy Leary.
El virtuoso flow de Scott, a veces apoyado por un uso discreto, muy medido del autotune, se entrecruza eficazmente con unas cuantas estructuras enrevesadas que colocan a Astroworld en un terreno distinto al de los discos de hip hop al uso. Travis se florea contando su vida de estrella (sexo, drogas, fiestas, joyas, aeropuertos), y en eso sigue las prerrogativas más comunes del género. Pero también se expone (en COFFEE BEAN) vulnerable frente a los ataques y prejuicios de la familia de Kylie Jenner ("Tu familia te dijo que soy un mala movida / Y además soy un negro").
Si a alguien le quedan dudas de que Astroworld se despega de la producción más convencional del universo hip hop, vale la pena que le preste atención a la adhesiva cadencia de SICKO MODE, con valiosos aportes del canadiense Drake (una especie de Droopy de la industria musical actual), The Notorious B.I.G. y Luther Campbell, y nada menos que cuatro cambios de ritmo en cinco minutos y doce segundos. Travis Scott es furor en las redes sociales por sus extravagancias y banalidades, es cierto. Pero también tiene algo más para decirnos.
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