Tormenta perfecta para Hollywood
Un inusual temporal de lluvia y viento golpeó durante la última semana el sur de California. Algunos lo definieron como el peor de la década. Pero en estos días otra clase de tempestad se desata con furia sobre Hollywood. Una tormenta perfecta que, por un rato, encontró sosiego en un cine del downtown de la capital mundial del entretenimiento. Allí, los protagonistas de Una loca entrevista (The Interview) se detuvieron por un momento con aire relajado frente a una nube de fotógrafos antes de ingresar a la sala y participar de la primera proyección de la película más incómoda de los últimos tiempos.
Tal vez "incómodo" sea el adjetivo más suave de los muchos que deben estar manejándose desde hace varios días (y por muchos días más) en Hollywood para hablar del hackeo masivo del que fueron víctimas los estudios Sony, sus principales ejecutivos y, por extensión, muchísimos nombres famosos, poderosos e influyentes de la política y del espectáculo.
La Meca del Cine se encontró inesperadamente con su propio WikiLeaks y todavía no sabe cómo reaccionar frente a las consecuencias del fuego a discreción perpetrado por los escurridizos ciberatacantes. Cada día asistimos a un nuevo capítulo de una saga que, si no fuese real, funcionaría a la perfección como la primera temporada de una nueva gran serie sobre el poderío devastador de una ofensiva cibernética. Y hay quienes auguran que todavía no hemos visto lo peor.
Rodeado de policías, lo único que alcanzó a escucharse de boca del siempre irreverente Seth Rogen fue "Agradezco a Amy Pascal por tener las b... para hacer esta película". El protagonista (junto a James Franco) y director (junto a Evan Goldberg) de Una loca entrevista dijo lo mínimo indispensable en una atípica première que no tuvo ni cámaras ni micrófonos, pero a la que le sobraron policías y personal de vigilancia.
Sensibilizados como nunca, los estudios Sony tal vez temían algún tipo de demostración mucho más explícita por parte de los hackers del autodenominado grupo Guardians of Peace (GOP), cuyo objetivo de máxima es lograr que la major de Hollywood renuncie para siempre al estreno de la película, por más que el propio régimen norcoreano haya deslindado cualquier responsabilidad en el asunto.
La première del jueves pareció dejar en claro que algo así jamás ocurrirá. El lanzamiento de La gran entrevista está planificado en Estados Unidos para Navidad. En la Argentina, la filial local de Sony anunció el miércoles último que, por el momento, se mantiene confirmado el estreno para el 22 de enero.
¿De qué habla La gran entrevista? De una sátira política (mitad comedia, mitad película de acción) alrededor de un programa de la TV más amarillenta y morbosa llamado Skylark Tonight, cuyo máximo fan resulta ser Kim Jong-Un, el dictador del país más apartado e incomunicado del planeta. Gracias a esa inesperada conexión, el conductor estrella Dave Skylark (Franco) y su productor Aaron Rapoport (Rogen) logran una entrevista con el hombre fuerte norcoreano, pero en medio de los preparativos para viajar a Pyongyang, aparece la CIA y el propósito de la misión se altera en el acto. En vez de entrevistar a Kim Jong-Un deberán asesinarlo por cuenta y orden de la inteligencia estadounidense.
El impacto de la película resulta infinitesimal en comparación con los efectos deletéreos del hackeo, si nos atenemos a las primeras críticas del film. The Hollywood Reporter califica a Una loca entrevista como una comedia "intensamente inmadura" que pierde claramente en la comparación con otras expresiones recientes del escaso cine de Hollywood que les toma el pelo a países extranjeros más cercanos a la realidad que a la ficción como Borat y Team America: World Police. "Como sátira política, Una loca entrevista tiene el efecto cómico de un chiste mediocre de Saturday Night Live, con algunos muy contados momentos verdaderamente graciosos que aparecen en medio de una masa de chistes sobre sexo, drogas y TV escritos por personas que parecen vivir una adolescencia tardía", agrega la crítica con cierta malicia.
Esta mirada no demasiado condescendiente no funcionaría en este caso como potencial antídoto. Ya hay 47.000 números de la seguridad social en manos de los hackers. Hay información personal de miembros relevantes de la industria del cine, entre ellos, actores y directores. Y hay sobre todo conversaciones privadas puestas a la luz pública en las que se dirimen cuestiones delicadas y sensibles en términos estratégicos y políticos.
En estos momentos, la silla más inestable de todo Hollywood la ocupa Amy Pascal, la principal ejecutiva de Sony Pictures. Las disculpas públicas que debió elevar a la Casa Blanca seguramente no lograrán atenuar del todo la situación enojosa que se abrió al ventilarse el diálogo vía mail entre Pascal y el productor Scott Rudin, en el que la primera se pregunta"qué deberíamos pedirle a Obama en el estúpido desayuno que tendremos con él". Rudin (un productor con mucho peso en Hollywood) debió disculparse en las últimas horas con Angelina Jolie, a la que había calificado en otra de las conversaciones con Pascal reveladas por los hackers como "una niña mimada con talento mínimo".
¿Y quién se disculpará con los productores de Spectre, la nueva película de James Bond presentada al mundo hace apenas 10 días? La última novedad del ciberataque es la aparición del guión completo del film, varios mails con reparos del estudio hacia el "desilusionante tercer acto" de la trama, y otros correos en los que se advierte que los costos de producción están fuera de control. ¿Se estrenará Spectre en noviembre de 2015 tal como fue anunciado? Tal vez el único que podría responder a la pregunta es el verdadero 007.
De las muchas cosas surgidas de la ficción cinematográfica que luego se hicieron realidad para asombro del mundo, un dispositivo de espionaje y contrainteligencia tan sofisticado como el que muestran las películas de James Bond es lo que Hollywood necesitaría para resolver el mayor dilema de los últimos tiempos.
Ya se debe de estar pensando allí en un nuevo protocolo amplio de seguridad para evitar lo que directamente todo Hollywood califica como un acto de terrorismo, la segunda (y más peligrosa) etapa de un plan que tuvo como avanzada la difusión de fotos íntimas de varias estrellas, con Jennifer Lawrence a la cabeza.
El toque humorístico lo aportó Joel McHale, protagonista de la serie de Sony Community, que al verse mencionado en los correos hackeados le pidió al presidente de la compañía un "descuento de empleado de Sony" para comprar un televisor X950 4K Ultra HD de 65 pulgadas, cuyo valor comercial es de 7.999,99 dólares. Otra pequeña nube abierta en medio de la tormenta perfecta que por estas horas soporta Hollywood.
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