Top Five: thrillers eróticos del cine
Cuando hay mucha pasión involucrada, las cosas no salen siempre bien; tomamos el estreno de Efectos colaterales para recordar otros films tan candentes como atrapantes
1. ATRACCIÓN FATAL (1987, Adrian Lyne)
Poco menos de dos décadas antes de abordar las consecuencias de una relación extramatrimonial con Infidelidad (en realidad una remake del film de Claude Chabrol ), Adrian Lyne creaba un film clásico, dentro de un género que el director sabe cómo dominar, independientemente de que podamos objetarle cierta falta de osadía en el plano visual. No es casual que tanto Infidelidad como Atracción fatal muestren a dos mujeres fuertes en el centro de la escena. En el primer caso, a Alex (una extraordinaria Glenn Close), quien no acepta la decisión de su amante de ponerle fin al vínculo. En el segundo caso, a Connie (Diane Lane, en una interpretación llena de sutilezas que alejan a su personaje del estereotipo), quien se encuentra escindida entre su marido y la promesa de algo nuevo representada por Paul Martel (Olivier Martinez). Sin embargo, fue el primer film el que adquirió categoría de culto, algo que podríamos atribuirle a la magnética actuación de Close y a la forma en la que se invierten los papeles femeninos en el trágico desenlace. ¿ Quién es verdaderamente la mujer poderosa del film? ¿Alex, quien termina desbocada y presa de su obsesión o Beth, la esposa que parecía débil pero quien finalmente saca a relucir su naturaleza protectora? Claro que tampoco se puede aludir a Atracción fatal sin mencionar la famosa escena del conejo, una imagen gráfica y representativa de la violencia desatada de la historia.
Nunca le confíen un conejo a Glenn Close:
2. EL DEPARTAMENTO (2004, Paul McGuigan)
Hay películas que funcionan aún cuando tienen todos los elementos para fracasar por completo. El departamento es una de esas películas. Esta remake de L’Appartament lo encuentra al realizador Paul McGuigan atentamente digitando todo para que la historia no termine siendo un mero culebrón con música efectista. De hecho, la narración se apoya mucho en ambas cosas. Se trata, en definitiva, de una telenovela comprimida en dos horas, donde suena Coldplay en un momento que bordea el sentimentalismo, pero que es antes precedido por la hipnótica música de Mogwai. Entonces, sabemos que hay algo más. Que todo el tiempo se juega con la incredulidad del espectador, pero de algún modo logrando mantenerlo cautivo para saber si Matthew (Josh Hartnett) y Lisa (Diane Kruger) van a poder conquistarlo todo. El departamento es una película sobre la desesperación, sobre la búsqueda de un hombre incapaz de olvidar; y, a su vez, sobre una mujer que se encuentra en una situación similar pero que no sabe cómo emprender el camino del regreso. En medio de ellos, como en todo culebrón, está la villana (interpretada por la gran Rose Byrne), que devela otro nivel de obsesión más enfermizo y que es lo que mantiene a esa pareja desunida durante gran parte de la historia, historia que, a pesar de esos golpes de efecto, termina conmoviendo de manera inevitable.
El conmovedor final de
3. FEMME FATALE (2002, Brian De Palma)
Brian De Palma es un director que no puede faltar si de thrillers eróticos se trata. De hecho, hay una gran cantidad de películas de su autoría que también podrían ser incluidas en este Top Five. Sin embargo, me quedo con Femme Fatale porque es la quintaesencia del cine del realizador. En este film, suerte de baile con lo inverosímil, podemos encontrarlo todo: un relato sólido y al mismo tiempo imposible de sintetizar o de terminar de decodificar, los simbolismos clásicos de la filmografía de De Palma que acá cobran mayor peso con el uso de los espejos en la brillante secuencia del robo inicial (donde se conjugan tanto el sexo como la violencia, dos cosas que para el director están casi siempre amalgamadas) y, a su vez, ese gran homenaje al cine con referencias múltiples a figuras como las de Orson Welles y, sobre todo, la de Alfred Hithcock. La fascinación que genera Femme fatale (si analizamos el título, encontramos otro homenaje más) responde justamente a su doble (siempre hay un juego con la duplicidad en De Palma) cometido. Por un lado, el de que podamos disfrutar la historia aunque se nos escapen determinadas influencias. Por el otro, el de que no la absorbamos solo como una película sino como un manifiesto sobre el cine y su capacidad para hacer uso y desuso del artificio provocando, sacudiendo, subyugando.
Rebecca Romijn y Antonio Banderas en
4. CHLOE (2009, Atom Egoyan)
Será una perogrullada, pero el cine siempre nos obliga a analizar la mirada. La del director, la de los personajes y, en consecuencia, la de nosotros mismos en relación a lo que se nos pone enfrente. Sin embargo, hay un pequeño número de realizadores que trabajan particularmente interesados por los puntos de vista (lo cual no deja de ser también una impronta fuertemente literaria). Atom Egoyan lo hizo, por ejemplo, en El dulce porvenir, donde un suceso desata una multiplicidad de visiones sobre el mismo, incluida la de Nicole, el indefinible personaje que compone la talentosa Sarah Polley. En Chloe, , Egoyan redobla la apuesta y todo su film está construido a través de las percepciones (al igual que De Palma, el simbolismo es clave, en este caso con las ventanas y lo que se observa por ellas). La historia comienza con una sospecha (una mujer cree que su marido la engaña y contrata a una atractiva joven para comprobarlo) y termina con una confirmación: hay instantes en los cuales nos vemos sometidos u obligados a descubrirnos y aceptarnos tal cual somos, y hay personas destinadas a poner sobre la mesa lo que teníamos escondido. Allí podemos encontrar el encanto de Chloe (película y personaje), y su fascinación por los enigmas.
Algunas imágenes de
5. SIN LÍMITES (1996, Lana y Andy Wachowski)
Que Sin límites sea la ópera prima de los hermanos Wachowski no deja de ser entre revelador y coherente con lo que vendría después. Revelador porque, en cuanto a la forma, hay muy poco de la innovación posterior vista en, por ejemplo, la saga de Matrix y Meteoro. Coherente porque, en realidad, se trata de una película que se nutre de un género (el thriller, sí, pero también el cine negro) y lo retuerce a su antojo, algo que Andy y Lana repetirían en la reciente El atlas de las nubes donde, junto con Tom Tykwer, arriesgan continuamente al adaptar la novela de David Mitchell. Sin límites podrá no ser un film perfecto – de hecho, no lo es – pero tiene esa cualidad propia del cine de los hermanos: logra alterar los sentidos, no resultarnos indiferente. Parte de este mérito también es de la química entre la pareja protagónica (Jennifer Tilly y Gina Gershon, una dupla impensada que sin embargo atrae desde el inicio) y de la siempre imprescindible intervención del enorme Joe Pantoliano.
Jennifer Tilly y Gina Gershon en
DE YAPA: El trailer de Efectos colaterales:
¿Qué otros thrillers eróticos podrían sumar a la lista?
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