Top Five: series con un final para el olvido
Repasamos algunas despedidas que defraudaron a sus fans
El final de una serie es una instancia compleja. Muchas ficciones no saben estar a la altura de sus momentos de gloria y no pueden evitar elegir el peor de los caminos. Muertes simuladas, historias inconclusas o finales apresurados pueden malograr la performance de una producción haciendo trastabillar a último momento todo su universo y dejando a sus fans con la amargura de haber visto “un final horrible”. Acá, repasamos cinco despedidas que nos dejaron mucha tristeza y ganas de olvidar que alguna vez existieron...
1. Friends
Luego de una década al aire, los seis amigos de Friends (ficción cuyo título siempre debió ser Couples) eran conscientes que lo mejor ya había pasado. A pesar de eso, se mantenían intactos sus sueldos millonarios, el elevado rating y la presencia de un público enamorado de tramas que cada vez parecían más gastadas. Pero la verdad era evidente: Friends ya se había bajado de la cresta de la ola. La necesidad de buscar parejas a los personajes (el romance de Rachel y Joey fue uno de los más absurdos) hundió a los guionistas en peligrosos pantanos de desidia creativa. Y fue así que con la décima temporada al aire, la historia cerró sus puertas con un final de lo más trillado: Mónica ( Courteney Cox ) y Chandler ( Matthew Perry ) se convirtieron en padres de mellizos; Ross ( David Schwimmer ) y Rachel (Jennifer Aniston) volvieron a estar juntos, razón por la cual ella abandonó sus sueños profesionales [por qué Rachel, por qué]; mientras que Phoebe (Lisa Kudrow ) seguía con sus locuras y Joey (Matt LeBranc) se mudaba a Los Angeles para protagonizar un spin off que fue una verdadero traspié en la carrera del actor.
Indudablemente el tibio final de la sitcom fue el resultado de un grupo protagónico que había perdido la brújula [junto con los guionistas, por supuesto]. La despedida de estos amigos dejó poco para recordar a sus fans, que supieron disfrutar de sus años de gloria. Un cierre sin sorpresas -ni especial atracción- para una comedia que en algún momento fue dueña del género.
2. Gilmore Girls
Los finales no se llevan bien con las chicas Gilmore porque lejos de equivocarse una vez, cometieron dos veces el mismo error. Como se sabe, en la séptima temporada de la serie la creadora Amy Sherman-Palladino no arregló su sueldo y se quedó afuera de su propia ficción. Esto derivó en un final digno, pero que no sobresaliente. Años después, Palladino se cansó de repetir a la prensa que ella no pudo cerrar su historia como quería y así, en 2016, (cuando Netflix produjo cuatro episodios más) la guionista se sacó las ganas, pero ya era tarde. La famosa frase final [“estoy embarazada"] hubiera tenido más peso en la primera despedida y un sentido muy distinto del que tuvo en la última mini temporada, donde Rory ( Alexis Bledel ) parece condenada a repetir los errores de su madre, pero con una edad y una experiencia que la ubican en un lugar diferente.
De esta forma, el final abierto dejó gusto a historia inconclusa y pareció que Sherman-Palladino estaba más encaprichada por cumplir su revancha personal, que por darle a sus heroínas el destino que merecían.
3. Glee
Hay series que se convierten en víctimas del rating, en presas de un número que las condena a seguir más de lo debido exprimiendo su calidad (Los Simpsons, hablamos de ustedes también). Y eso sucedió con Glee, una ficción que logró un pico de creatividad, para luego derrumbarse y quedar a pasitos del olvido. El punto de partida, sin ser demasiado original, tenía gancho. Todo transcurría dentro de un club de canto a capela de una secundaria, en el que se congregaban varios marginados que fantaseaban con ser las nuevas voces de su generación. Pero esa conjura de aspirantes a Barbra Streisand, implosionaba con la llegada de varios personajes que poco tenían que ver con el estereotipo geek. De esa forma, populares porristas y aplaudidos jugadores de fútbol americano se mezclaban con nerds y fanáticos de Beyoncé, en un grupo de canto que le prendía velitas a Santa Britney Spears. Así, la serie mostraba una divertida dinámica entre personalidades muy distintas, pero atrapadas por sus inseguridades al ritmo de alguna canción pop. Era un adictivo dramedy, hasta que... no lo fue más.
El productor Ryan Murphy se encontró con un éxito entre manos al que no supo darle continuidad ni buen punto final. Las historias se deshilachaban paulatinamente, los personajes secundarios que se incorporaban no tenían el carisma de sus antecesores, los jóvenes protagonistas iban creciendo e inexorablemente debían despedirse de la secundaria,y la tragedia de perder aCory Monteith fue un duro golpe que la serie debió enfrentar como pudo. Fue así que la trama avanzó torpemente hasta llegar a un cierre edulcorado de parejas reconciliadas y éxitos profesionales, algo bastante alejado de la agridulce visión y el ácido humor que la ficción había conseguido en sus primeros años. El rating tampoco acompañó: de un pico de 13 millones de televidentes en su temporada inicial, el último capítulo logró apenas un promedio de 2 millones y medio.
4. Lost
“¿Qué pasa en esa isla?” fue la pregunta que sacudió a millones espectadores alrededor del mundo. La serie centrada en un grupo de náufragos, con Jack Sheppard (Matthew Fox) como su líder, generó una verdadera adicción y se convirtió en un gran ejemplo sobre cómo una ficción podía convertirse en un fenómeno popular: los foros de internet florecían y expertos en Lostología daban cátedra sobre qué significaban esos osos polares o el dichoso pie de piedra con cuatro dedos (¿lo resolvieron eso al final?). Pero el mayor de los miedos no era al humo negro o la retorcida psique de Linus (Michael Emerson), el mayor de los miedos (para los fans) era que la isla no fuera otra cosa más que una suerte de purgatorio, ese plano previo al Cielo en el que las almas se limpian de sus pecados. Y, con muy poco entusiasmo, los espectadores descubrieron al final que toda la trama giraba sobre ese concepto y que la historia se había puesto demasiado filosófica y que había hechos ocurridos en la isla que simplemente no tenían justificación.
El cierre de Lost dividió a los televidentes: están aquellos que lo odiaron y aquellos que lo odiaron aún más. Y para colmo de males, Sawyer (Josh Holloway) ni siquiera terminó junto a Kate (Evangeline Lilly).
5. How I Met Your Mother
Nueve temporadas le costó al público conocer a la famosa mujer que enamoró a Ted Mosby (Josh Radnor), el romántico empedernido que no se cansó de buscar al amor de su vida. Pero todo fue una trampa. Luego de idas y vueltas, de paraguas amarillos y de mil desencuentros, el protagonista conoció a Tracy (Cristin Milioti) en la boda de Barney ( Neil Patrick Harris ) y Robin (Cobie Smulders). Fue el momento que definió a toda una generación, que llevó a muchos románticos a creer en el amor y a los espectadores a la emoción más genuina. La bajista y el arquitecto unidos bajo la lluvia y daban comienzo a un romance que, sabíamos de antemano, daría por resultado dos hijos a los que ya habíamos visto decenas de veces en capítulos previos. Pero luego de nacer el amor... la hecatombe, una sucesión de hechos bochornosos que incluyó a Ted, a Tracy, a la muerte inesperada de un personaje al que habíamos aprendido a querer aunque no lo conociéramos y una viudez que dejó a Ted listo para recomenzar con Robin, el verdadero amor de su vida. Sí, es cierto, los creadores de la tira tenían en cuenta esta posibilidad desde el día uno, y también es cierto que en la última temporada se pone varias veces el acento en que Ted no puede olvidar a Robin. Pero eso no impidió que los televidentes se sintieran estafados, al haber acompañado durante más de 200 episodios a un hombre decidido a encontrar al verdadero amor solo para verlo morir dos minutos después de la pausa publicitaria. Luego de años de brindar el mejor humor, How I Met Your Mother cerró sus puertas de forma muy agridulce.
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