Top Five: películas románticas con finales tristes
El estreno de Anna Karenina nos invita a repasar cinco problemáticas historias de amor del cine
1. LOS PUENTES DE MADISON (1995, Clint Eastwood)
Mucho antes de interesarse por temáticas como la idea de eternidad o, lisa y llanamente, la llegada de la muerte ( Gran Torino, Más allá de la vida ) , Clint Eastwood filmó esta adaptación de Richard LaGravenese (de la novela de Robert James Waller) acaso con otro enfoque de ese concepto de eternidad. ¿Qué significa que un vínculo sea "para siempre"? ¿Dónde está el sostén de lo infinito y dónde, sobre todo, está el alimento que lo haga soportar el paso del tiempo? Todas esas preguntas se responden en Los puentes de Madison quizás no de la manera en la que quisiéramos, no con Robert y Francesca y construyendo un futuro juntos. No: se responde con lo no-dicho, con la distancia, con pensar en el otro aunque ese otro ya no esté. Y esto se transmite desde la sutileza de esos regalos que se envían sin ningún tipo de egoísmo, dejando a la otra persona construir la vida que eligió, pero con el recuerdo como algo ineludible. Asimismo, Eastwood filma una de las mejores escenas de toda su obra con Meryl Streep en la camioneta, mientras cae la lluvia copiosa y su personaje se debate entre bajarse o quedarse dentro. Son minutos que sentimos como horas y que, sin que se emitan palabras, nos obligan de algún modo a preguntarnos qué hubiésemos hecho nosotros en su lugar.
La decisión de Francesca en
2. TITANIC (1997, James Cameron)
Una de las historias trágicas del cine por excelencia. Nadie cuestiona el talento "técnico" de James Cameron, pero sí suele ponerse en duda su capacidad para construir un buen guión. Con lo primero con lo que se lo suele atacar es con el adjetivo "simplista". Es cierto que su obra no se caracteriza precisamente por una narrativa compleja, pero también es cierto que Cameron nunca apuntó a eso. Porque todo aquello que se cuenta en Titanic , si nos abstraemos de lo macro/hecho real, está completamente atravesado por temáticas universales (si me permiten la comparación y aún en otra rama y con otra clase de talento, lo propio hizo William Shakespeare), siendo la principal la imposibilidad de iniciar una relación por las presiones del entorno. Porque en Titanic el suceso trágico que involucra a todos los personajes (el hundimiento) no es el único, como tampoco lo es la muerte de Jack. El suceso trágico son todos los impedimentos que va sufriendo la pareja de Jack y Rose independientemente de ese fuego ("ese fuego que amo en vos se va a extinguir" le dice él) que se despierta entre ellos; fuego que, paradójicamente, no es suficiente para que ninguno pueda concretar el deseo de una vida en común.
Una escena eliminada de
3. EXPIACIÓN, DESEO Y PECADO (2007, Joe Wright)
Joe Wright no podía ser excluido de la lista de directores que filmaron - en películas completamente diferentes - historias de amor trágicas. Una de ellas es la reciente Anna Karenina, una apuesta cinematográfica descomunal, arraigada en lo teatral, casi bordeando el delirio, una verdadera relectura – con guión de Tom Stoppard - de la obra de Leon Tolstoi que desconcierta tanto como impresiona. El otro ejemplo es su segunda película tras la brillante Orgullo y prejuicio: Expiación, deseo y pecado (o Expiación, a secas).
La adaptación de Christopher Hampton de la novela de Ian McEwan es precisa, aguda e inteligente, pero queda por momentos supeditada a esa creatividad desbocada de Wright (creatividad que no le funcionó del todo en El solista , por ejemplo), quien entendió a la perfección la importancia de los puntos de vista en la novela y los mostró en su película con una mezcla de belleza y terror. Belleza porque cada encuentro entre Cecilia (Keira Knightley) y Robbie (James McAvoy) son obras de arte en sí mismos; y terror porque esos "regresa, regresa a mí" que ella repite y repite no hacen más que conducirnos al eje de todo: la mala decisión que tomó la pequeña Briony (Saoirse Ronan) y que desembocó en la separación de esa pareja. Sobre el final, será ella quien quiera darles un final feliz a los protagonistas, el mismo que anhela el espectador, y es por eso que ese último plano es la conjunción perfecta de tristeza e impotencia por lo que pudo haber sido y no fue.
La declaración de amor de
4. LAST NIGHT (2010, Massy Tadjedin)
¿Podemos coronar a Keira Knightley como la reina de las historias de amor dolorosas? En una entrevista, la propia actriz confesó que, luego de alcanzar el éxito con Piratas del Caribe y las mencionadas Orgullo y prejuicio y Expiación, deseo y pecado, experimentó una suerte de momento de pánico que la condujo a alejarse momentáneamente del cine y a viajar por Europa leyendo novelas con protagonistas femeninas (entre ellas, curiosamente, estaba Anna Karenina). Hasta que un día la llamó su amiga, la realizadora Massy Tadjedin, para ofrecerle uno de sus mejores papeles hasta la fecha: el de Joanna en Last Night. La película cuenta dos historias en paralelo y en el transcurso de una misma noche: la del reencuentro de Joanna con su ex novio Alex (Guillaume Canet) y la del marido de ella, Michael (Sam Worthington) quien realiza un viaje de trabajo con Laura (Eva Mendes) por quien se siente evidentemente atraído. Sin embargo, la historia que cala más hondo es la primera, porque habla del pasado, de las oportunidades no aprovechadas y de cómo el tiempo, aunque a veces ayuda a poner las cosas en su lugar, muchas otras nos recuerda, empecinado, que no siempre es tan fácil olvidar y que una sola noche basta para que desees modificar tu vida.
Keira Knightley en
5. UN PLANETA SOLITARIO (2011, Julia Loktev)
Uno de los puntos centrales del cine de Robert Bresson es la manera en la que se comportan sus personajes: sin justificaciones. Este aspecto clave es el que tomó la realizadora rusa Julia Loktev para su tercer largometraje, Un planeta solitario. La historia de su film es por demás sencilla: Alex (Gael García Bernal) y Nica (Hani Furstenberg), quienes están a punto de casarse, emprenden un viaje por Europa del Este. En toda la primera hora de la película, Loktev pone el acento en la naturaleza (hay muchos momentos sin diálogo) y en esas situaciones cotidianas que atraviesan todas las parejas que deciden hacer un viaje. Sin embargo, en la mitad del film, se produce un hecho que pone a prueba la relación y acá es donde entra en juego la influencia de Bresson. Alex comete un acto (que no voy a revelar) y Loktev no indaga en sus motivaciones. Se enfoca en el acto mismo y en cómo va a repercutir en su relación con Nica. Porque el viaje tiene que seguir y… ¿cómo seguirlo cuando el vínculo ya parece haberse disuelto y cuando la confianza está lejos de ser fuerte? Mención aparte para las actuaciones de Garcia Bernal y Furstenberg, en quienes recae todo el peso de la historia y quienes comunican sus emociones a través de la mirada y de algunos roces imperceptibles.
Trailer oficial de
Participación. ¿Qué otras historias de amor con finales tristes podrían sumar a la lista?
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