Top Five: las mejores películas de 2013
Una mirada a las producciones más sólidas del año; ¿están de acuerdo con la lista?
Proseguimos con el balance cinematográfico del 2013. Así como el viernes pasado mencionamos las peores películas del año, en este oportunidad les toca el turno a las que sí lograron perdurar en el espectador (por las razones correctas). Los invito a leer la lista, a disentir, a estar de acuerdo y, claro, a hacer sus aportes en los comentarios.
*1. TABÚ (Miguel Gomes)
A riesgo de que suene a una expresión trillada, ver Tabú no implica únicamente ver. Tabú es, por sobre todas las cosas, una experiencia. Difícilmente uno quede inmune al efecto embriagador de la película de Miguel Gomes, una que se estructura de manera episódica (bajo los títulos "Paraíso" y "Paraíso perdido") y que es imposible de clasificar. Así como el brillante prólogo ya devela un homenaje al cine (específicamente a Tabú de F.W. Murnau), la primera parte se desarrolla con una cadencia que de alguna manera prepara el terreno para la extraordinaria segunda parte, donde no sólo se retoman detalles cruciales (como todo aquello que sale de la boca de Aurora, la carismática anciana con quien nos encontramos al comienzo) sino que además se cumple un doble propósito. Por un lado, el homenajear nuevamente al cine mudo (bastante lejos de la poco inspirada El artista) y, por el otro, el reposar en la locuacidad de las imágenes más sutiles (todo el acercamiento entre la joven Aurora y Gian Luca es de una belleza indescriptible), acompañadas por una voz en off que, lejos de agotar, lo mantiene a uno cautivo hasta el final. Asimismo, Tabú tiene escenas entre inesperadas y fascinantes, como una en la cual una banda toca "Baby, It’s You" al lado de una piscina, preludio de la tormenta que sufrirán los protagonistas de esta extraordinaria historia de amor.
*Algunas imágenes de la película de Miguel Gomes:
*2. GRAVEDAD (Alfonso Cuarón)
Mucho se ha escrito sobre los méritos "técnicos" de Gravedad, sobre su potencia visual, sobre el descomunal plano secuencia que abre el film de Alfonso Cuarón, sobre la siempre abrumadora fotografía de Emmanuel Lubezki. Pero acaso el mayor logro de la película sea el de cómo narra una historia sobre la fe con diálogos totalmente depurados. La odisea que atraviesa Ryan Stone (Sandra Bullock, contenida como nunca en su carrera) no es tanto la de superar la cantidad de embates que sufre en medio del espacio como la de una mucho más personal: la de recuperar las ganas de vivir tras una tragedia súbita. Cuarón y su hijo Jonás ponen a esta heroína de cara a sus propias limitaciones, de cara a un silencio que, en otro contexto, ella hubiese tapado con el sonido de una radio. Para ahuyentar los pensamientos. Para ahuyentar el dolor. Por lo tanto, y sin explayarme demasiado, la escena final es emocionante porque justamente alude a cómo uno encuentra las fuerzas en las circunstancias menos pensadas, circunstancias en las que no queda otra opción más que salir adelante, más que ponerse de pie.
*Una de las tantas escenas magistrales de
*3. CRUCE DE CAMINOS (Derek Cianfrance)
Hay momentos en los que la ambición cinematográfica se asemeja a un caballo desbocado con rumbo incierto. Hay momentos en los que a la ambición se la adjetiva de manera peyorativa, especialmente cuando el resultado se resiente por esa necesidad de abarcar tanto. Cruce de caminos es, en efecto, una película extremadamente ambiciosa, y notoriamente fragmentada en tres episodios. Al compararlos, el primero termina siendo el más sólido (mucho ayuda el plano secuencia con el que se lo presenta) pero, paradójicamente, es el que más fusionado está con la tercera viñeta, una en la cual los protagonistas son otros y en la cual, al mismo tiempo, hay una evocación de los personajes que conocimos previamente. Si Cianfrance eligió este ejercicio narrativo fue para remarcar la naturaleza cíclica de esta historia que duele por su gran honestidad (como tanto dolía Blue Valentine, su película previa, donde también jugaba con lo temporal) y que, de algún modo, termina como empieza: con la cámara puesta en un hombre y su moto, de cara a su destino, con los pinos circundando. Así de poético (y así de libre) es el film de Cianfrance.
*El gran plano secuencia que abre el film de Cianfrance:
*4. DRINKING BUDDIES (Joe Swanberg)
Drinking Buddies significó el paso de Joe Swanberg de un modelo de realización independiente a uno mucho más ajustado a la producción (y a los tiempos) de los estudios. Sin embargo, Swanberg logró algo muy difícil: que la esencia de su cine se mantenga aún dentro de una estructura mayor. Esa esencia es la que define al movimiento Mumblecore del cual el director es parte, y que está relacionada con la improvisación, con las historias simples, con dejar ser a los actores en un contexto menos relajado, sin guión, y con escasas pautas. Drinking Buddies pone el foco en la relación de amistad (y bastante más) entre Luke (Jake Johnson) y Kate (Olivia Wilde, la verdadera revelación de la película), una donde los límites están difusos y donde la complicidad los lleva al borde de una acción más concreta y menos amistosa. Pero ambos tienen pareja, y por razones que el espectador puede inferir (porque Swanberg nunca comete el error de sobreexplicar las cosas) deciden no dar un paso de más. Se trata de una película que se mantiene tan fiel a su intención primordial que el final no hubiese podido ser otro. Un final que desafía las reglas, que no necesita de palabras y que está, sin dudas, entre los mejores que dio el cine este año.
*Un especial sobre
*5. LA SOSPECHA (Denis Villeneuve)
Dennis Villeneuve toma todo lo que mejor funcionaba en su película previa (Incendies) y abandona ese exceso de melodrama que resentía por momentos lo que era un film avasallante, y lo pone en función de La sospecha. Lo mejor es su incuestionable pulso para mantener el suspenso, el ritmo, la atención. Porque si bien a priori estamos hablando de una historia que atrapa porque se busca arribar a la resolución del enigma principal, los recursos que emplea para hacer explosivo lo implosivo son perfectos. Desde la lluvia copiosa que remite a otro thriller ajustado como lo fue Zodíaco de David Fincher hasta su perfecto dominio de las escenas finales (otro rasgo presente en Incendies), La sospecha se toma el tiempo necesario (y un poco a la manera de la igualmente ascética The Pledge de Sean Penn) para que esa conclusión, con un sonido revelador, no nos deje indiferentes y nos termine perturbando. Mención aparte para un extraordinario Jake Gyllenhaal, quien maneja los tics, los silencios y eventualmente los quiebres de su personaje con una sutileza admirable.
*Jake Gyllenhaal y Hugh Jackman, excelentes en
Participación. ¿Cuáles son sus películas favoritas del año?
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