Top Five: comedias románticas argentinas
El estreno de Me casé con un boludo es la excusa para explorar buenos exponentes del género en nuestro país
*1. El mismo amor, la misma lluvia (1999, Juan José Campanella)
Sobre el final de la película de Juan José Campanella , Jorge ( Ricardo Darín ) le da vueltas al concepto del miedo, asegurando que es el único tópico sobre el que puede escribir con conocimiento de causa, como si hubiese sido su apéndice desde que ingresó a la vida adulta. Su interlocutora Laura ( Soledad Villamil ) le refuta esa aseveración y así, antes de que la lluvia vuelva a caer, nos encontramos atestiguando una vez más cómo el amor y el pavor siempre se hermanan indefectiblemente. "Por miedo te perdí" dice Jorge, trazando una de las tantas confrontaciones que se suscitan en el film. Porque Campanella - amparado por un relato clásico y efectivo - no solo hace colisionar el temor con el romanticismo sino también dos modelos de escritura, con el personaje de Darín simbolizando ese conflicto interno de todo autor (¿para quién se escribe? ¿con qué fin?) a medida que el país va cambiando con los años y las necesidades dejan de ser las mismas. Si bien carece del virtuosismo de sus películas posteriores, El mismo amor, la misma lluvia se erige como lo más genuino que ha dado su realizador, apuntalado por una gran dupla protagónica.
*2. Plan B (2009, Marco Berger)
El film de Marco Berger (con)tiene una ingenuidad que lo vuelve sumamente encantador. Desde el vamos, su premisa presenta un grado de ridiculez - premisa sobre la cual indagamos en esta otra nota - que no hace más que generar empatía con sus dos protagonistas. El plan alternativo que da título a esta comedia es el que concibe Bruno (un Manuel Vignau excelente como siempre, en un papel que es la antítesis del posterior Hawaii), un joven que quiere quebrar la nueva relación de su ex novia mediante la conquista de su actual pareja, Pablo (Lucas Ferraro). Berger explora cómo el entramado del plan de Bruno va cambiando de forma cuando su vínculo con Pablo adquiere otra dimensión. "No sé qué me pasa pero...me pasa" dice Vignau con la voz entrecortada cuando se sabe enamorado de otro hombre por primera vez. Asimismo, Plan B desborda inocencia en sus constantes diatribas sobre los juguetes y las actividades que uno realizaba cuando era chico, lo cual la vuelve nostálgica y anómala dentro del cine gay que generalmente priva a sus protagonistas de un final feliz.
*3. Esposa último modelo (1950, Carlos Schlieper)
Si bien es posible rastrear buenas comedias románticas (a secas) de las últimas décadas del cine argentino, también hay algo irrebatible: muy pocas presentan el mismo nivel de velocidad en las réplicas de la época de oro de los cincuenta. Por lo general, nos encontramos con dos escenarios igualmente cuestionables. Por un lado, films que intentan emular el ritmo y el sarcasmo de las obras que toman como referente pero solo denotando impostación. Por el otro, films que giran sobre un mismo modelo narrativo pero con actitud perezosa, con olor a naftalina y sin nada nuevo para contar. Esposa último modelo es la madre de muchas comedias slapstick y/o screwball comedies vernáculas.
Mirtha Legrand interpreta a María Fernanda Alcántara, una mujer que pretende ser una ama de casa hecha y derecha cuando se enamora de Alfredo (Ángel Magaña) y, por lo tanto, solicita la ayuda de su abuela y su ama de llaves para despojarse de los afectismos propios de su naturaleza caprichosa. Lo interesante del film del enorme Carlos Schlieper (co-escrito con Ariel Cortazzo y con una obra de teatro como base) es el giro de timón que realiza en la mitad, cuando se vuelve una comedia de rematrimonio inolvidable, cuyo carisma se termina de afianzar en ese último plano, con la mirada de Mirtha Legrand a la pantalla, una tan indeleble como representativa de un cine que (lamentablemente) ya no se hace ni se mira.
*4. Un novio para mi mujer (2008, Juan Taratuto)
Lo curioso de Un novio para mi mujer es que todo aquello que su título revela (a saber: un hombre busca separarse de su mujer y contrata a un supuesto galán para que sea ella quien lo deje, evitando así ser el villano en la ecuación) es lo menos atractivo de la película. Como ya hemos comprobado por la forma en la que se instaló en la cultura popular, el personaje de la Tana Ferro ( Valeria Bertuccelli ) representa el fuerte de esta comedia. En primera medida, porque sintetiza con mucha melancolía la crisis de los treinta y la sensación de no formar parte de ningún mundo (la Tana no trabaja de aquello que la apasiona, lo cual deriva en un malestar interno que no ayuda en su matrimonio). En segunda medida, porque cuando la vemos salir de esa suerte de microclima que es el departamento en el que vive y cuando la vemos satisfecha porque su voz es escuchada, toda su actitud - desde la ropa hasta el peinado - cambia a la par. La actuación de Bertuccelli habrá trascendido por la secuencia "de Sagitario", pero su manejo de la sutileza reluce en secuencias menos hilarantes, desde un baile que la reconecta con su marido hasta una sonrisa cuando vuelve al lugar al que pertenece: la radio.
*5. No me ama / Cortometraje (2009, Martín Piroyansky)
"¿Por qué no dejo de destrozar mi vida buscando respuestas que jamás voy a encontrar y me dedico a disfrutarla mientras dure?" se preguntaba Woody Allen , interrogante perfectamente aplicable a No me ama, cortometraje de Martín Piroyansky que me tomé el atrevimiento de incluir en este listado de largometrajes. Si bien el actor, guionista y director tiene dos buenas películas posteriores (la más espontánea Abril en Nueva York y la más sólida Voley), en "No me ama" encontramos esas mismas frases ingeniosas de su serie web, la brillante Tiempo libre, que lo distinguen de otros guionistas contemporáneos. La historia de su cortometraje se podría sintetizar en una sola línea: una pareja emprende un viaje a Uruguay y los problemas surgen cuando las inseguridades de él atentan contra esos días de disfrute. A partir de un único cuestionamento ("me quiere pero...¿me ama?"), los quince minutos que dura el cortometraje muestran la neurosis en estado puro a partir de un extraordinario monólogo interior. Asimismo, cabe destacar el trabajo de la siempre efectiva María Canale como la partenaire de Piroyansky en esta inmersión a la psiquis de los que se preocupan de manera infundada (y excesiva).
PARTICIPACIÓN. ¿Qué otras comedias románticas argentinas sumarían al listado?
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