Top Five: amores no correspondidos del cine
Una mirada a esos vínculos que dejaron con el corazón roto a uno de sus integrantes
Si bien (500) días con ella es la película clave a citar si de amores no correspondidos se trata, ya ha formado parte de otro Top Five, por lo cual en esta oportunidad vamos a dejarla afuera. La imagen superior de Duckie en La chica de rosa sintetiza un poco lo que veremos a continuación, cinco historias que van desde el cine independiente de Gus Van Sant hasta el sello bombástico de Baz Luhrmann pero que, independientemente del contraste de estilos, tienen un punto en común: todas cuentan con un protagonista que queda devastado ante el desamor. Pasen, vean y hagan sus aportes en los comentarios:
*1. MI MUNDO PRIVADO (1991, Gus Van Sant)
Uno de los tantos motivos por los cuales verdaderamente se lo extraña a River Phoenix - en contraposición a extrañarlo solo como producto de la idealización que provocan los talentos que se truncan tempranamente - es esa espontaneidad que irradiaba de la pantalla. Mi mundo privado, el tercer largometraje de Gus Van Sant que repite varios elementos de su ópera prima Mala noche, no sólo naturaliza el amor gay sino que lo dota de algunas viñetas entre absurdas y significativas que pavimentarían el terreno para muchos realizadores indies contemporáneos, con recursos como el uso de placas ("have a nice day") y cierta desprolijidad deliberada. Phoenix interpreta a Mike Waters, un joven que vende su cuerpo en Portland y que entabla una entrañable amistad con Scott Favor (Keanu Reeves) , quien hace lo propio como manera de rebelarse contra su millonario padre. Asimismo, Scott rescata a Mike de sus frecuentes episodios de narcolepsia que lo llevan a aparecer en diferentes espacios, y que vendrían a simbolizar el modo en el que estos jóvenes se salvan constantemente, cualquiera sea el camino. Mención aparte para la escena que dejo más abajo, que fue escrita por Phoenix y que hace respirar al film (que a su vez está levemente basado en Enrique IV de William Shakespeare), donde se pone de relieve el amor más puro que siente Mike por ese hombre que nunca querrá (o podrá) estar a la altura de esa confesión tan ingenua e inmaculada.
*2. LA CHICA DE ROSA (1986, Howard Deutch)
Todo espectador que haya visto esta obra maestra de los ochenta- escrita por el enorme John Hughes - sabrá que gran parte de su encanto reside en la amistad incondicional que Duckie (Jon Cryer, quien se volvió automáticamente querible por su interpretación de "Try a Little Tenderness") le brinda a Andie (Molly Ringwald, en su mejor papel) y que se verá puesta a prueba cuando otros sentimientos se entrometan en el vínculo. Desde el momento en el que Andie se enamora del "chico rico" ( Blane, interpretado por Andrew McCarthy) que los celos de Duckie pondrán al descubierto el amor que siente por su amiga. Uno de los triunfos de La chica de rosa - y una de las razones por las cuales es un clásico incuestionable - es que Hughes concibió personajes de carne y hueso, complejos y humanos, que van más allá de los estereotipos. De este modo, ese "chico rico" no es superficial ni mucho menos: es simplemente un hombre que se enamoró de una mujer. Siguiendo esta línea, el personaje de Duckie es entrañable porque no se deja enceguecer ante la posibilidad de perder al amor de su vida sino que ejecuta uno de los gestos de amor más inolvidables del género romántico: acompaña a Andie al baile de graduación sin un atisbo de egoísmo, sabiendo cuándo es el momento de correrse a un costado para que la felicidad de esa chica esté por delante de sus propios deseos.
*3. EL GRAN GATSBY (2013, Baz Luhrmann)
Si bien el amor no correspondido que sufre Jay Gatsby es uno de los aspectos ineludibles de la novela de F. Scott Fitzgerald - y, en consecuencia, de la adaptación de Baz Luhrmann -, ese desencanto puntual que le genera Daisy es sintomático de un desencanto mayor que aborda la historia. El gran Gatsby focaliza en la búsqueda fútil de ese individuo (y del hombre en general) por repetir el pasado, por capturar esa luz verde a la que, por no tener rostro definido, uno debe necesariamente ponerle un nombre. Así es como Gatsby se obsesiona con Daisy, una mujer que nunca podrá emparentar esa profundidad emocional que condujo a este self-made man a rotar su destino y a escribir su propia leyenda. "Las dependencias, supongo, son vicios difíciles de quebrar (...) la sola idea de vivir sin ellas, de quedarse solo y en medio del vacío, es demasiado fuerte como para optar por lo sano y mandarlo todo a la cresta", escribió el autor chileno Alberto Fuguet en su novela Mala onda. Bastante de eso hay en El gran Gatsbysumado a una melancolía que se desprende del hecho de añorar por un tiempo que fue hermoso. Por lo tanto, sobre el final, cuando Gatsby espera ingenuamente a Daisy, queda claro que no está aguardando tanto a una mujer (a esa altura, una mera entelequia) sino a la idea de una vida que, entre tanta fiesta y burbujas de champagne, nunca pudo aprehenderse del todo.
*4. THE DEEP BLUE SEA (2011, Terence Davies)
La película de Terence Davies está basada en una obra de teatro (escrita por Terence Rattigan) y eso se nota. Todo es claustrofóbico, agobiante y ceremonioso, dejando poco espacio para que el lenguaje cinematográfico haga su entrada. Sin embargo, The Deep Blue Sea cuenta con una visceral actuación de Rachel Weisz, que ocasionalmente compensa la falta de creatividad del realizador. Weisz es Hester, una mujer que, en plena década del cincuenta, entabla una apasionada relación extramatrimonial con un piloto (Freddie, perfectamente interpretado por un entonces ignoto Tom Hiddleston ) que tiene como rasgo distintivo un apabullante carisma. Sin embargo, lo que parecía ser una historia de amor prohibido con igual grado de compromiso por parte de sus integrantes se convierte en la tragedia de esta mujer que advierte que su amante no es precisamente la persona destinada a brindarle un amor consistente y perdurable. Muchas veces apoyada solo en el poder de los gestos, Weisz transmite ese tormento interior de Hester, quien representa a quienes se entregan enceguecidos al romance sin detenerse a vislumbrar la posibilidad de que del otro lado el sentimiento pueda no ser mutuo por demasiado tiempo.
*5. LO QUE QUEDA DEL DÍA (1993, James Ivory)
Los melodramas románticos alcanzan la inmortalidad cuando en una sola escena logran transmitir el espíritu del vínculo central. Lo que queda del día - basada en la novela Kazuo Ishiguro - tiene una secuencia de una sutileza abrumadora, en la que percibimos cómo el mayordomo Stevens (interpretado por Anthony Hopkins ) se cohíbe ante el intento de la señorita Kenton (una ama de llaves personificada por Emma Thompson ) de sacarle un libro de sus manos. Esa escena, que podrán ver aquí abajo, no solo muestra la dinámica de esa relación (un hombre inhibido ante el posible contacto físico con la mujer que ama) sino que además expone cómo la intimidad es algo que muchos resguardan por miedo a salir lastimados. Hopkins y Thompson pocas veces estuvieron tan brillantes (incluso superan su colaboración previa con Ivory, La mansión Howard) como en ese breve momento, tan contenido y melancólico como ese final en el que Stevens decide que es mejor callar, mientras un tren va alejando de su vida al objeto de su afecto, y él regresa a la suya inmerso en el orden, el pragmatismo y la imposibilidad de apostar por el caos que el amor trae consigo.
PARTICIPACIÓN. ¿Qué otras películas sobre amores no correspondidos sumarían a la lista?
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