El ex Keane cuenta que el golf lo ayudó con sus adicciones
Aunque su música pareciera sugerir lo contrario, Tom Chaplin tuvo que librar batallas contra sus propios demonios en más de una ocasión. Ya cuando estaba al frente de Keane, el cantante británico lidió varias veces con una adicción a la cocaína que lo puso varias veces contra las cuerdas. La última fue en 2014, un año después de que la banda con la que había conocido el éxito entre en un impasse. Después de estar tres días sin dormir y tener una experiencia cercana a la muerte, Chaplin decidió internarse una vez más y someterse a un tratamiento psiquiátrico para limpiarse de una vez por todas.
Gran parte de ese proceso puede palparse en The Wave, su primer álbum solista, que presentará el domingo 10 de septiembre en Museum. Después de años de limitarse a ser el cantante de una banda en la que las canciones las escribía otro, Chaplin se instaló en California para grabar el álbum en la casa de su productor, Matt Hales, más conocido como Aqualung. “Me fui del invierno británico y terminé en el californiano, con una temperatura promedio de 20 grados. Fue gratificante escapar del clima miserable de mi país y poder salir del estudio y caminar bajo el sol”, dice desde su casa en la campiña de Kent, Inglaterra.
Anunciaste que ibas a sacar un disco solista cuando Keane entró en stand by en 2013 ¿Por qué te terminó tomando tanto tiempo?
Hay dos cosas. Primero, me di cuenta de lo difícil que es escribir todo un disco por tu cuenta (se ríe). Tim (Rice-Oxley, tecladista) era el principal compositor en Keane, y ahora entendí cuenta cuánto trabajo es. No es que escribís diez canciones increíbles y vas con eso al estudio, tenés que encontrar tu tono, ejercitarte en el oficio de escribir y separar la paja del trigo. Vas a escribir muchas canciones de mierda hasta que des con algo bueno. Siempre escribí canciones, sobre todo en los comienzos de Keane, pero no hice mucho en el último tiempo y tuve que reeducarme. Además, tuve muchos problemas personales en ese período, en el 2014 fue un año bastante desastroso por mi adicción, así que escribí esporádicamente durante ese tiempo. Hice pocas canciones y no tenían ningún foco. Mi adicción me bloqueó completamente mi talento como compositor y también como ser humano (se ríe), pero curarse de eso también significó liberar toda esa energía. Fue muy motivacional para escribir, y también me dio algo sobre lo que escribir. Tuve que abrirme bastante y volverme vulnerable para poder estar bien, y eso se coló en el proceso de composición, así que se volvió un disco bastante personal.
¿Te resultó extraño hablar tanto de vos a lo largo y ancho del álbum?
Lo encontré bastante refrescante, y también abrirme de esa manera con la gente de mi familia y mi entorno o con mi terapeuta mientras me estaba limpiando. Siempre me pareció aterrador ser así de honesto, y pensé que la mejor manera de lidiar con mis problemas era encerrarme en mí mismo. Me di cuenta que cuando compartís un problema, explorás tus miedos y no es aterrador como pensás. De hecho, lo que termina pasando es que te saca toda la energía de los problemas una vez que los articulás. Así fue que encontré bastante liberador el proceso de composición del disco, pudiendo hablar de esas cosas y siendo honesto en vez de esconderme. Me sentí bastante prolífico, no paraban de salir canciones porque había mucho de lo que hablar. Fue algo bastante catártico y disfrutable.
También empezaste a jugar al golf de manera profesional ¿Es cierto que eso tuvo que ver con la autobiografía de Alice Cooper?
Sí, pero no tanto. Crecí jugando al golf porque mi abuelo era un jugador bastante hábil, y era miembro de un club al sur de Inglaterra. Está al costado del mar y es muy ventoso, se pone muy difícil. De chico me solía llevar ahí, y para serte honesto lo odiaba (se ríe). Pero mientras me recuperaba, necesitaba una obsesión en la que volcar toda esa energía, y encontré que el golf era bastante bueno para eso. Es bueno tener algo por fuera de la música en donde depositar toda esa energía. Me mantiene al aire libre, en contacto con la naturaleza, es una batalla contra vos mismo y contra los elementos. Hay algo muy meditativo y pacífico en todo eso, no es sobre cuán bien jugás. Disfrutás socializar, porque suelo ser una persona bastante cerrada, y todo lo que me saque de ahí y me lleve a la intemperie con otra gente está bien.
En vivo solés hacer covers de gente como Justin Timberlake, David Bowie o Sia. ¿Cómo las elegís y por qué?
Fue una de las cosas que hicimos en la última gira por el Reino Unido, queríamos hacer canciones que tuvieran que ver con cada ciudad en la que tocábamos. Me levantaba por la mañana, abria iTunes o Spotify y empezaba a pensar si había alguna canción que fuera apropiada para el destino en el que estaba. Le mandaba un mensaje a la banda y les decía “Bueno, hay que aprenderse esta para el show de esta noche”, un desafío muy lindo que sumaba algo especial para cada recital. En Manchester tocamos una de The Smiths, en Liverpool tocamos una de los Beatles y así... Mi favorita fue en Birmingham. Tocamos la misma noche que fue el atentado en Manchester, y estaba pensando hacer algo de Electric Light Orchestra o Black Sabbath, pero sentí que era una buena ocasión para hacer una canción de paz, así que tocamos “Blowin’ in the Wind”, con un tono medio moderno. Fue un momento increíble, todos se sentían muy afectados por lo que pasó, así que poder hacer eso fue como terapéutico.
Después de tantos años al frente de Keane, ¿en algún momento tuviste miedo de tener que empezar de nuevo?
Sí, pero me gusta ese desafío porque podés ver si lo que hacés se puede sostener por su cuenta, y es algo que necesito en esta etapa de mi vida. Con Keane tuvimos un grado importante de éxito que nos permitió tocar en lugares muy grandes, que está muy bien, pero no creo que necesariamente lo mejor salga de espacios así. Empezás a dar muchas cosas por sentado y se hace muy fácil. En ese sentido, disfruto esto porque no es un ejercicio de ego, sino empezar de nuevo y convencer a la gente de que lo hago está bueno. Además, el disco en sí es una historia bastante íntima y personal, y llevar ese tipo de concepto a lugares más chicos se siente bien. Cuento muchas historias en vivo entre tema y tema, trato de que sea una conversación con el público porque no quiero que se sienta que hay una pared invisible entre ellos y yo. Estamos juntos ahí.
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